Primera Salida

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La segunda vez que salimos, debo admitir que estaba demasiado nerviosa, me sudaban las manos y no paraba de maquinar posibles conversaciones para que no te aburrieras a mi lado, quería parecerte interesante. Ibas precioso, tus ojitos tenían un brillo inexplicable, cada vez que me sonreías me descolocaba completamente, me estaba enamorando, y no solo de ti, sino también de la idea de lo que podía ser, de la idea de tu y yo, de la idea de estar juntos, de crear una historia contigo.

Estaba empezando a amar algo que ni siquiera había empezado bien.

Estaba empezando a amarte a ti.

Cartas que nunca leíste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora