Bordeando el abismo. 🎐

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El sonido de la puerta al cerrarse resonó como un trueno en la mente de Jennie. Lisa se estaba alejando de nuevo. Cada vez que se iba, Jennie sentía que el tiempo corría en su contra, como si cada minuto en soledad fuese otro ladrillo más en la pared que se levantaba entre ellas.

Jennie se quedó inmóvil durante unos segundos, sintiendo el peso de la desesperación crecer en su pecho. Luego, casi sin pensarlo, tomó su chaqueta y salió tras ella. No podía dejar que las cosas terminaran así.


Fuera del apartamento...

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Lisa caminaba rápido bajo la lluvia, con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en el pavimento mojado. Jennie la siguió a cierta distancia, su respiración entrecortada por la ansiedad y el frío. No podía dejarla sola con sus pensamientos, no ahora que estaba tan cerca de rendirse.

-¡Lisa, espera! -gritó Jennie, ignorando cómo la lluvia empapaba su ropa.

Lisa se detuvo en seco y se giró lentamente. Su rostro estaba marcado por la tristeza y la ira contenida.

-¿Por qué me sigues? -preguntó Lisa con voz apagada.

Jennie avanzó unos pasos hacia ella, su corazón latiendo desbocado.

-Porque no quiero que esto termine así. No quiero que nos perdamos.

Lisa soltó un suspiro, llevándose las manos al rostro por un momento, como si tratara de encontrar la calma en medio del caos interno que la consumía.

-Jennie, ya no sé qué hacer. Cada vez que intento pensar en perdonarte, la imagen de lo que hiciste vuelve a mi mente. Y duele. Me duele tanto que apenas puedo respirar.

Jennie sintió que su alma se desgarraba al ver el dolor reflejado en los ojos de Lisa. Había destruido a la persona que más amaba, y no sabía cómo reparar el daño.

-Sé que no tienes razones para creerme ahora, pero quiero que sepas que voy a luchar por ti, Lisa. Por nosotras. Te amo. Nunca he dejado de amarte.

Lisa negó con la cabeza, dando un paso atrás.

-No es tan simple, Jennie. El amor no siempre es suficiente.

Jennie sintió que esas palabras la atravesaban como una daga, pero no se dejó vencer.

-Entonces dime qué necesitas. Dime qué puedo hacer. Haré lo que sea.

Lisa la miró con los ojos llenos de lágrimas, y por un momento, Jennie creyó que todo se desmoronaría allí mismo. Pero en lugar de romperse, Lisa dejó que una parte de su dolor saliera a la superficie.

-Quiero creer en ti, Jennie. Quiero confiar de nuevo, pero no sé cómo.

Jennie dio un paso más hacia ella, acercándose con cuidado, como si un movimiento brusco pudiera ahuyentarla para siempre.

-Podemos aprender juntas. No tienes que hacerlo sola.

Lisa la miró fijamente, y entonces, después de lo que pareció una eternidad, dejó caer la guardia. Se derrumbó.

-No quiero perderte, Jennie... -susurró Lisa con la voz quebrada, mientras las lágrimas finalmente caían por su rostro.

Jennie no lo pensó dos veces. La envolvió en un abrazo, sin importar la lluvia que caía sobre ellas. Lisa se aferró a ella como si fuera su último refugio.

-No me vas a perder -susurró Jennie contra su oído. -Prometo que esta vez lo haré bien. No importa cuánto tiempo nos lleve, no me voy a rendir.

Lisa no respondió, pero no hacía falta. Había decidido quedarse, aunque todavía no supiera cómo sanar.

Ambas permanecieron abrazadas bajo la lluvia, conscientes de que el camino que tenían por delante no sería fácil. Pero, por primera vez en semanas, Jennie sintió que había una pequeña luz en medio de la oscuridad.
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Un error, dos corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora