Parte III

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Quería sentirme cerca de él al menos por última vez así que me acerqué al cementerio donde me enteré que lo habían sepultado.

Me sorprendí al ver a un señor bastante alto y de cuerpo fornido enfrente de la lápida de Ash, se le veía cabizbajo, probablemente estaba triste pero aún así, me extrañaba su presencia allí¿Quién podría ser él? Pero sin darle mucha importancia, me acerqué un poco más. Sentí una gran presión en el pecho al ver que no era la única lápida conocida por ahí, a sus lados también reposaban las de Skipper, Griffin y Shorter. Me había concentrado tanto en el dolor que me había causado la muerte de Ash, que temporalmente se me había olvidado que la muerte de ellos fue muy difícil tanto para Ash como para mí, como si no hubiese sido ya suficiente el llanto que había derramado, lloré por ellos amargamente, todas las personas que le importaban a Ash fueron desapareciendo lentamente frente a él, pero aquí seguía yo... ¿Por qué me había dejado? ¿Por qué no me había llevado con él? Yo quería estar allá donde todos estaban y compartir, pero no, aquí seguía yo, el único que se alejó "a tiempo" de Ash para seguir viviendo... Cómo si eso fuera algo bueno.
El señor de antes se percató de mis lágrimas que corrían humedeciendo mis mejillas a su paso y se acercó un poco más a mí.

-Hola- me dijo en un tono un tanto sutil. Ni siquiera tenía ganas de verlo a los ojos pero él se puso enfrente de mí y tomó mi rostro con una de sus manos obligándome a verlo a los ojos, en ese momento me di cuenta de quién era y sentí un ligero escalofrío recorriendo mi cuerpo.

-Señor... Blanca, ¿Qué hace aquí?-

-Llámame Sergei, por favor, Eiji-

Al escuchar mi nombre siendo pronunciado por él me estremecí un poco, el era Blanca, el antiguo maestro de Ash, creo que ahora podía entender más o menos sus razones para estar aquí en este momento, pero aún así decidí preguntarle, a lo que él respondió.

-Digamos que... Quería despedirme formalmente del mejor estudiante que he tenido- noté que algunas lágrimas recorrían sus mejillas ¿Estaba verdaderamente triste? ¿Qué tanto apreciaba a Ash?

-¿Sabes?- interrumpió mis pensamientos. -Nunca pensé que terminaría así-

-¿Qué quiere decir?- Le pregunté bajando mi cabeza para mirar al suelo

-Él siempre fue una bestia salvaje, una hermosa y salvaje bestia imposible de domesticar, desde que lo acogí para entrenarlo supe que él era diferente, tenía la madurez que cualquier niño de su edad no poseía, el talento y habilidad que sobrepasaba incluso a la de alguien mayor, pero también tenía un pasado del cual no podía escapar, un pasado que lo atormentaba noche tras noche, sus días se habían vuelto progresivamente oscuros, estaba atrapado en un túnel y no veía la luz al final de este, pero eso fue hasta que llegaste tú Eiji, tú iluminaste su vida dándole una razón más para luchar, tu le diste motivos para levantarse y enfrentarse a la vida que tan duros golpes le había propiciado... Sin embargo, nunca me pasó por la cabeza que tendría un final como este, él apenas era un niño, pudo haber vivido una vida tranquila como los de su edad, haberse desarrollado en un ambiente menos violento y caótico, pudo haber sido feliz junto a ti, que fuiste la persona a quién él más amó, las cosas pudieron haber sido diferentes pero la vida no conoce a la justicia, siempre te golpea sin importar quién o que seas, si lo mereces o no, solo me queda mirar al cielo con lágrimas en los ojos recordando todas las pesadillas que el lince de New York vivió incluso desde muy temprana edad y tener la certeza de que allá, donde quiera que esté, está tranquilo y puede finalmente descansar.

Soltó un suspiro largo mirando hacia arriba y se despidió de mí con una leve sonrisa dibujada en sus labios. Yo decidí quedarme un rato más mientras meditaba en lo que él había dicho y en mis propias conclusiones, así que me senté al pie de un árbol cercano y saqué una libreta y un lápiz que llevaba conmigo, quería dedicarle mis últimos versos adoloridos a Ash, ya que, de aquí en adelante, si volvía a escribir para él, sería para contar lo maravilloso que fue tenerlo en mi vida así fuera durante momentos fugaces. Comencé y progresivamente las palabras se fueron entrelazando unas con otras...

Te dedico el silencio:
- te dedico el silencio de esta tarde, pues se siente uno muy extraño, te dedico el silencio de las tardes venideras, pues me harán mucho daño, te lo dedico para callar y evitar mi inmenso cariño por ti expresar.
Te dedico aquel silencio que a partir de ahora carecerá de calidez y entre las intrincadas brumas de su orígen, tendrá una increíble palidez.
Espero que las brisas silenciosas hagan llegar hacia ti, todo lo que a la cara nunca te pude decir, espero que te lleven estos versos y todas aquellas canciones que indirectamente te dedicaré, además de todos los besos y abrazos que por diversos motivos jamás te daré.
Tengo la esperanza de encontrarte y finalmente mi cariño brindarte, sin embargo, mientras tanto sufriré el interminable tormento de amarte pero no me pesará ya que tu recuerdo logrará animarme y no me quejaré de en el mar de tus recuerdos adentrarme para finalmente en tus brazos poder apoyarme.

Al terminar, solo me recosté de la corteza del árbol y me puse a escuchar música para viajar en mi mente a un lugar lejano, pero al colocar la lista de canciones en aleatorio, solo me hizo derramar unas lágrimas de más

El coro de la canción me ardía internamente, eso solo era porque reflejaba mi triste realidad...

"De haber sabido que ese abrazo se iba a terminar, yo te hubiera abrazado más fuerte. De haber sabido que tus besos se iban a acabar, yo te hubiera robado el siguiente. Nunca pensé que te fuera a perder, me toca extrañar lo que no hice contigo. De haber sabido que era la última vez... Nunca lo hubiera sido."

Pero como ya había decidido, lo dejaría ir, así que me marché de allí dejando un pesado suspiro y una parte de mí con ellos y para Ash, mi corazón entero.

Versos de un alma adolorida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora