Capítulo 20 : Bocanada

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Narra Roger
El día después de nuestra conversación con Zack empezó como cualquier otro, pero había algo en el aire. Algo pesado. Mientras caminábamos hacia la escuela, el sonido de las ambulancias y las patrullas atravesaba la ciudad como un presagio. El nerviosismo de Zack era palpable; su mirada se movía de un lado a otro, siempre alerta, como si esperara que la amenaza pudiera aparecer en cualquier momento.

Al llegar al instituto, el rumor ya se había esparcido por los pasillos como fuego en un campo seco: alguien más había desaparecido.

-¿Escuchaste? -susurró Hannah mientras nos alcanzaba, con la respiración agitada-. Dicen que fue Jacob, el hermano de Alyssa. No volvió a casa anoche.

Jacob era uno de los chicos más populares del colegio, siempre metido en fiestas y problemas menores, pero esta vez la sensación era distinta. Algo estaba mal. Las desapariciones no eran tan comunes en nuestra ciudad, y todos sabían que detrás de su fachada rebelde, Jacob no era el tipo de persona que simplemente se fugaba.

-Esto no puede ser una coincidencia -murmuré, sintiendo un escalofrío recorrerme la espalda.

-¿Qué estás pensando? -preguntó Roger, frunciendo el ceño.

Zack se quedó callado, pero lo conocía lo suficiente para saber lo que pasaba por su mente. Esta desaparición tenía algo que ver con el problema en el bar Marshall. Y ahora la situación se volvía más peligrosa de lo que esperábamos.

-Vamos a buscarlo -dije, tomando la decisión antes de que el miedo me paralizara-. Si encontramos a Jacob, tal vez también podamos descubrir qué está pasando realmente en esta ciudad.

Zack apretó los labios, pero asintió lentamente. Sabía que esto ya no se trataba solo de sus problemas, sino de algo más oscuro que comenzaba a asomar desde las sombras. No podíamos darnos el lujo de ignorarlo.

Nuestro primer paso fue hablar con Alyssa, la hermana de Jacob. La encontramos en la cafetería, sentada sola, con la mirada perdida en su café frío. Sus ojos hinchados delataban que no había dormido en toda la noche.

-¿Alyssa? -pregunté con suavidad al sentarme frente a ella-. ¿Sabes algo más sobre lo que pasó con Jacob? Queremos ayudar.

Ella nos miró con desconfianza al principio, pero tras un par de minutos y algunas palabras tranquilizadoras, se rindió.

-La última vez que hablé con él fue anoche, alrededor de las diez -dijo con la voz quebrada-. Estaba con unos amigos en el bar Marshall, pero me envió un mensaje extraño antes de dejar de responder. Solo decía: "No confíes en ellos."

Roger y yo intercambiamos miradas, pero fue Zack quien se tensó de inmediato.

-¿Sabes quiénes estaban con él? -preguntó, su voz más grave de lo habitual.

Alyssa negó con la cabeza.

-Solo sé que eran chicos del equipo de fútbol. Creo que uno de ellos se llama Leo.

El nombre de Leo activó todas las alarmas en mi mente. Leo era conocido por meterse en situaciones turbias, especialmente relacionadas con apuestas clandestinas, algo que había comenzado a moverse en el bar Marshall en los últimos meses.

-Hay algo más -susurró Alyssa, sacando su teléfono. Nos mostró la última ubicación compartida de Jacob. Estaba en las afueras de la ciudad, cerca del bosque.

-¿Por qué iría hasta allá? -murmuré, sintiendo cómo el misterio se volvía más denso.

-No lo sé -respondió ella, rompiéndose por completo-. Pero si algo le pasa... no sé qué voy a hacer.

La desesperación en su voz nos hizo jurar, en silencio, que no dejaríamos esto así. Jacob no iba a ser otro nombre en la lista de desaparecidos.

Esa misma tarde, después de clases, decidimos seguir la pista. No podíamos ir a la policía; era evidente que algo más estaba en juego, y cuanto menos supieran los adultos, mejor. Si esto tenía que ver con la deuda de Zack o con la desaparición de Jacob, la verdad estaba en el bosque.

-¿Estás seguro de esto? -le pregunté a Zack mientras avanzábamos por la carretera desierta.

-No -respondió él, encogiéndose de hombros-. Pero si hay algo ahí, tenemos que encontrarlo antes de que sea demasiado tarde.

Hannah se quedó en silencio, caminando cerca de Roger, que intentaba no mostrar el miedo que claramente sentía. El camino se volvió más estrecho mientras nos adentrábamos en el bosque. La luna apenas iluminaba los senderos, y la oscuridad parecía tragarlo todo.

Finalmente, llegamos al punto que había marcado la ubicación de Jacob. Un viejo almacén abandonado, oculto entre los árboles como un fantasma olvidado del pasado. La estructura estaba cubierta de grafitis y tablas de madera podridas, pero lo más extraño era que la puerta principal estaba entreabierta.

-¿Entramos? -preguntó Roger, sin sonar muy convencido.

-¿Acaso tienes una mejor idea? -respondí, tragándome el miedo.

Zack fue el primero en entrar, y nosotros lo seguimos en silencio. El aire en el interior era frío y húmedo, impregnado con un olor metálico que no pude identificar de inmediato. Caminamos con cautela, cada uno con los sentidos alerta.

De pronto, Zack se detuvo en seco y levantó la mano para que nos detuviéramos. Había algo en el suelo.

-¿Qué es eso? -susurró Hannah, acercándose lentamente.

Roger alumbró con la linterna de su teléfono. Lo que vimos hizo que mi corazón diera un vuelco: un teléfono destrozado, cubierto de barro.

-Es de Jacob -dijo Zack, levantándolo con cuidado.

Pero no era lo único allí. Junto al teléfono había algo más: un pedazo de papel arrugado. Lo desplegué con manos temblorosas. Había una dirección escrita a mano, con tinta manchada, como si hubiera sido escrita apresuradamente.

"23 Wilford Street."

-¿Qué significa esto? -preguntó Roger, mirando la nota con el ceño fruncido.

Antes de que pudiéramos responder, escuchamos un ruido detrás de nosotros. Pasos. Alguien más estaba allí.

-¡Corran! -grité, empujando a los demás hacia la puerta.

Salimos del almacén justo a tiempo para ver una silueta desaparecer entre los árboles. No alcanzamos a verle el rostro, pero algo quedó claro: alguien más sabía lo que estaba ocurriendo.

Zack apretó la nota en su mano mientras su mandíbula se tensaba.

-Vamos a esa dirección -dijo con una voz cargada de determinación-. Sea quien sea, no nos detendremos hasta encontrar a Jacob.

Y así, sin importar el peligro, nos lanzamos hacia lo desconocido

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