La Sombra Del Amor

capítulo 23: Ecos Del Pasado

Narra Alice
El aire en la fábrica seguía pesado, como si las sombras mismas hubieran cobrado vida. Mis manos temblaban ligeramente mientras trataba de asimilar lo que acabábamos de descubrir.  Había una especie de  sala improvisada que estaba en penumbras, apenas iluminada por la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas desgastadas. El eco de nuestras respiraciones resonaba en la oscuridad, creando una atmósfera inquietante.

—¿Estás segura de que quieres seguir, Alice? —preguntó Zack, su voz temblorosa revelando la mezcla de miedo y determinación que todos sentíamos.

—No tenemos otra opción. Si el diario de Olivia es la clave, tenemos que encontrarlo —respondí, sintiendo cómo la adrenalina empezaba a correr por mis venas. Era el momento de enfrentar lo desconocido.

A medida que nos adentrábamos en el pasillo, una brisa helada nos rodeó, como si la propia mansión intentara advertirnos. Las paredes estaban cubiertas de retratos antiguos que parecían seguirnos con la mirada, sus ojos vacíos reflejando siglos de secretos. Mis pensamientos se interrumpieron bruscamente cuando escuché un susurro detrás de mí.

—Alice...

Me detuve en seco. La voz era suave, casi un murmullo, pero reconocí esa cadencia. Giré lentamente, y allí estaba, como una sombra etérea, el fantasma de Olivia. Su figura era translúcida, pero sus ojos brillaban con una intensidad que atravesaba la penumbra.

—Olivia… —dije, incapaz de ocultar la mezcla de sorpresa y miedo en mi voz.

—Debes escucharme —dijo, su voz reverberando en el aire frío—. Hay cosas que deben ser reveladas, pero la verdad es peligrosa.

—¿Qué verdad? —pregunté, sintiendo que la tensión en el ambiente crecía.

—El diario… no es solo un objeto. Es un vínculo entre este mundo y el siguiente. Hay fuerzas que quieren que permanezca oculto.

Los otros se agruparon a mi alrededor, sus miradas fijas en el espectro. Leo dio un paso adelante, mostrando su valentía.

—¿Qué fuerzas? ¿Quiénes quieren que permanezca oculto?

Olivia sonrió, pero su expresión era sombría.

—Los que se alimentan del miedo. Si deseas conocer lo que ocurrió, debes estar dispuesta a arriesgarlo todo.

El aire pareció volverse aún más frío y un silencio denso nos envolvió. Las luces parpadearon, y un estremecimiento recorrió mi columna.

—¿Qué debemos hacer? —pregunté, mi voz casi un susurro.

—Sigue el camino que lleva al sótano. Allí encontrarás respuestas, pero ten cuidado: no estás sola.

De repente, una ráfaga de viento apagó las luces y una risa burlona resonó en la oscuridad. Sentí que el pánico se apoderaba de mí, pero la determinación de descubrir la verdad superó mi miedo

Narra Zack.
No puedo mentir