Aldara se encontraba junto a su ventana, contemplando la ciudad de Lunaris extendida bajo la pálida luz de la luna. El familiar zumbido de la magia en las calles estaba amortiguado esa noche, como si la propia ciudad hubiera tomado una profunda respiración y la estuviera conteniendo. Las palabras de Elara se repetían en su mente una y otra vez.
Vaelor.
El nombre susurraba a través de los pasillos de la historia como un fantasma. Era un nombre que había atormentado al Gremio de Magos durante siglos, una figura cuya misma existencia había sido objeto de debate. Algunos decían que Vaelor había sido un mago renegado que se adentró demasiado en las magias prohibidas; otros afirmaban que Vaelor había trascendido los límites de la mortalidad, convirtiéndose en algo mucho más peligroso. Una leyenda, un mito—o una amenaza real y latente.
Pero el Gremio estaba preocupado. Eso era evidente. Y si Elara, una de las magas más poderosas del Gremio, acudía a ella en busca de ayuda, entonces las cosas estaban mucho peor de lo que parecían.
Aldara apretó el borde de la ventana. Había dejado el Gremio por una razón. La corrupción, la política, los juegos de poder—todo había sido demasiado. Y sin embargo, allí estaba, arrastrada de nuevo al mundo del que había luchado tanto por escapar. No podía negarlo ya. El robo de los hechizos de Solon era solo el principio. Algo más oscuro, algo mucho más peligroso acechaba bajo la superficie, y Aldara sabía que ahora estaba en el centro de ello.
La pregunta era, ¿hasta dónde llegaba el problema?
Se apartó de la ventana y comenzó a pasear por la habitación, sus pensamientos corriendo. Ivar estaría reuniendo información, pero necesitaba más. Vaelor no era solo un nombre cualquiera susurrado en rincones oscuros—era una clave, una pista de algo mucho más grande. Y si había una persona que sabía más sobre Vaelor que nadie, era alguien a quien Aldara no había visto en años.
Agarró su abrigo, poniéndoselo sobre los hombros, mientras tomaba su daga y la aseguraba bajo su cinturón. No había tiempo que perder. Tenía que visitar al Maestro Thaleos.
El distrito superior de Lunaris era un contraste marcado con las regiones bajas donde Aldara había pasado la noche. Las calles aquí eran amplias, bordeadas de estatuas de mármol de antiguos magos y alumbradas por orbes brillantes que flotaban sobre las grandes avenidas. El aire era fresco, más limpio, y la magia aquí era más fuerte, más controlada. La influencia del Gremio de Magos se palpaba en cada rincón, desde las torres imponentes de las academias mágicas hasta las casas doradas de los ricos y poderosos.
Aldara mantenía la capucha baja mientras se movía por el distrito, sus ojos escaneando las calles silenciosas en busca de cualquier señal de problemas. Lo último que necesitaba era llamar la atención. El Gremio aún tenía ojos y oídos en todas partes y, aunque su ruptura con ellos había sido oficial, siempre había quienes guardaban rencor.
Llegó a las imponentes puertas de los Archivos Arcanos, la institución más antigua y reverenciada de Lunaris. Los Archivos eran una estructura masiva, una fortaleza de conocimiento donde los hechizos más poderosos, textos antiguos y magias prohibidas se guardaban bajo estricta vigilancia. Pero Aldara no estaba interesada en las bóvedas esa noche. Su destino estaba más profundo dentro de los laberintos del edificio.
Los guardias en la entrada apenas le prestaron atención cuando cruzó las puertas. Las protecciones de los Archivos reconocieron su presencia, permitiéndole el paso con solo un leve destello de luz mágica. Una vez dentro, se abrió camino por los pasillos poco iluminados, sus pasos resonando en los suelos de piedra pulida.
El aire estaba cargado con el aroma de pergaminos antiguos y el leve zumbido de magia ancestral. Estanterías llenas de libros se extendían en todas direcciones, algunas secciones selladas con poderosas protecciones, otras patrulladas por silenciosos bibliotecarios que vigilaban el conocimiento con una reverencia casi religiosa.
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El ladrón de Hechizos Vol.1
Mystery / ThrillerEn la ciudad de Lunaris, la magia es más que una herramienta: es una moneda, una fuente de poder que define el estatus y la influencia. Aldara, que alguna vez formó parte del gremio de magos de élite, ahora trabaja como investigadora independiente d...