Capítulo 3- El cuaderno

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Tras terminar nos pusimos buscar por la casa, su habitación, el salón... pero no estaba. Volvimos a subir a su cuarto a revisar otra vez, entre en la habitación seguida de Ethan, cuando entré pisé una tabla que sonó hueca.

- Has escuchado eso, esa tabla está hueca – me dijo Ethan

Al principio no me di cuenta, hasta que la volví a pisar

- Es verdad – dije con voz sorprendida

Empezamos a intentar quitarla, levantarla. Cuando Ethan se hartó y cogió un cuchillo de la cocina y lo clavó en la tabla. Había un hueco pequeño por donde mire.

- Espera creo que veo algo

- ¿Qué es?

- No lo sé, pero creo que es el cuaderno– respondí, tratando de sacar lo que pudiera ser. Ethan se agachó a mi lado, curioso.

Con mucho cuidado, logré introducir los dedos en el pequeño hueco y tirar del cuaderno. Era viejo, con la tapa desgastada y un poco de polvo acumulado. Al abrirlo, el olor a papel envejecido me envolvió.

- ¿Qué dice? – preguntó Ethan, inclinándose para ver.

Las páginas estaban llenas de garabatos, dibujos extraños y fragmentos de texto que parecían ser escritos de alguien que había perdido la cordura. Algunas partes estaban rasgadas, pero pude distinguir frases que me helaron la sangre:

"No confíes en la oscuridad. Ella te observa..."

- Esto es raro, Ethan. Debemos enseñárselo a alguien – dije, sintiendo que la inquietud comenzaba a apoderarse de mí.

- Espera – me interrumpió Ethan, señalando una de las páginas. – Hay un dibujo. ¿Ves eso? Es como un mapa.

Mis ojos se agrandaron mientras miraba el boceto. Representaba la casa, pero había marcas que no reconocía. Unas flechas llevaban a un punto específico en el sótano.

- ¿Por qué alguien dibujaría un mapa de la casa? – musité.

Ethan frunció el ceño.

- Tal vez hay algo más escondido. Debemos ir al sótano.

El corazón me latía con fuerza mientras cerraba el cuaderno. Sabía que debíamos tener cuidado, pero la curiosidad nos empujaba hacia la siguiente pista. ¿Qué más podría haber oculto en la casa?

Ambos nos dirigimos hacia la escalera que llevaba al sótano, cada escalón crujía bajo nuestro peso. La oscuridad se espesaba a medida que descendíamos, y el aire se volvía más frío. La luz del pasillo apenas alcanzaba a iluminar el umbral del sótano.

Ethan se detuvo y me miró.

- ¿Estás lista para esto?

- Tomé una respiración profunda. – Más que lista.

Al llegar al fondo, la penumbra se hizo más densa. Saqué mi teléfono y encendí la linterna. La luz titiló y se deslizó por las paredes húmedas, revelando cajas apiladas y viejos muebles cubiertos de polvo.

- Según el mapa, el lugar marcado debería estar... – murmuré, recorriendo las paredes con la luz. – Ahí, detrás de esa estantería.

- Ethan me siguió mientras nos acercábamos, el ambiente cargado de misterio. Al mover la estantería, un crujido resonó, y de repente, el suelo tembló levemente.

- ¿Escuchaste eso? – pregunté, conteniendo la respiración.

- Sí... algo no va bien aquí – respondió Ethan, mirando a su alrededor con desconfianza.

Sombras por el lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora