𝐈𝐧𝐝𝐢𝐫𝐞𝐜𝐭𝐚𝐬 𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐥𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚: 𝟎𝟒

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El atardecer traía consigo una tormenta en el vecindario de Sprunkis. Las gotas de lluvia caían pesadas sobre los techos y empapaban las calles, creando charcos que reflejaban el cielo gris. OWAKCX y Brud habían decidido pasar el día en su cabaña del bosque, un refugio del ruido y la prisa de la vida en Sprunkis. Sentados en el pequeño porche de la cabaña, ambos observaban cómo la lluvia golpeaba el suelo con fuerza.

Brud, ajeno al mal tiempo, parecía encantado con el espectáculo. Se balanceaba de un lado a otro en su silla, sacando la mano para sentir la lluvia fría sobre sus dedos.

—¡Mira! ¡La lluvia suena como pequeñas piedritas! —dijo Brud, sonriendo mientras jugaba con las gotas.

OWAKCX, por su parte, no podía quitarle los ojos de encima a Brud. Desde que habían empezado a pasar más tiempo juntos, algo en su interior había comenzado a cambiar. Aún no sabía cómo expresarlo claramente, pero había una conexión con Brud que iba más allá de la amistad que siempre habían tenido. Lo que OWAKCX sentía era algo nuevo, algo que lo hacía querer estar más cerca de Brud de maneras que nunca había pensado antes.

Y hoy, en ese atardecer lluvioso, OWAKCX decidió que intentaría decirlo. O al menos, insinuarlo. Pero, claro, con Brud, nada era tan sencillo.

—Brud… —empezó OWAKCX, mirando fijamente las gotas que corrían por las ventanas de la cabaña—. ¿Alguna vez has pensado en lo que significa tener a alguien… muy, muy cerca?

Brud lo miró con sus pupilas divergentes, una hacia abajo, la otra hacia arriba, y ladeó la cabeza como si tratara de entender la pregunta.

—¿Cerca? —repitió Brud, claramente confuso—. ¿Te refieres a estar pegados, como cuando nos sentamos en el auto de Tunner?

OWAKCX dejó escapar un suspiro interno. No estaba exactamente seguro de cómo manejar la torpeza de Brud, pero decidió continuar.

—No, no me refiero a estar físicamente pegados… —dijo OWAKCX, intentando encontrar las palabras correctas—. Hablo de estar cerca de alguien de una manera diferente. Como… sentir que esa persona te entiende, que te hace sentir especial.

Brud se quedó en silencio por un momento, sus ojos desenfocados mirando hacia la lluvia que seguía cayendo. Luego, asintió con entusiasmo.

—¡Ah! ¡Ya sé! —exclamó—. Como cuando Funbot entiende mis chistes, aunque nadie más lo hace. ¡Eso es estar cerca, ¿no?!

OWAKCX lo miró, sin saber si reír o frustrarse. ¿Cómo explicarle lo que realmente estaba tratando de decir?

—No es exactamente eso… —murmuró OWAKCX, y se llevó una mano a la cabeza, pasándose los dedos por uno de sus mechones puntiagudos. Su mente, normalmente caótica, ahora estaba llena de dudas. Tal vez debería ser más directo.

Miró a Brud, que seguía jugando con la lluvia, tan despreocupado como siempre, y decidió intentar una aproximación diferente.

—Brud, lo que quiero decir es que… —comenzó OWAKCX, su voz un poco más baja—. Cuando estoy contigo, me siento… diferente. Como si… no estuviera tan solo. Como si… fuera más fácil estar tranquilo, aunque todo sea caótico a mi alrededor.

Brud volvió a mirarlo, parpadeando varias veces.

—¡Eso es porque somos amigos! —dijo Brud, riendo—. ¡Yo también me siento así contigo! Siempre estoy feliz cuando estás cerca.

OWAKCX dejó escapar otro suspiro. Amigos. Claro, eso era cierto, pero no era todo. Intentó mantener la calma y buscar una manera más clara de expresar lo que sentía.

—Sí, pero… ¿y si te dijera que es más que eso? Que lo que siento por ti es diferente a lo que siento por los demás… —dijo OWAKCX, con la esperanza de que Brud captara la indirecta.

Brud se quedó pensativo por unos segundos, lo cual ya era bastante raro. Luego, sus ojos se iluminaron.

—¡Ya entiendo! —dijo emocionado—. ¡Es como cuando Vineria teje algo nuevo y me dice que es especial porque solo yo puedo verlo primero! ¡Eso es lo que quieres decir, ¿no?!

OWAKCX lo miró, sin saber si reír o gritar, pero optó por lo primero. Brud, en su simpleza, seguía sin entenderlo, pero de alguna manera, esa misma torpeza lo hacía aún más encantador.

—Algo así… —dijo OWAKCX, aunque sabía que Brud no había captado la verdadera intención detrás de sus palabras.

La lluvia seguía cayendo, y el atardecer se volvía más oscuro. Brud, sin darse cuenta de las frustraciones internas de OWAKCX, se levantó de su silla y corrió hacia el borde del porche, extendiendo ambos brazos para sentir mejor las gotas que caían.

—¡Me encanta la lluvia! —gritó Brud, riendo con la alegría de un niño—. ¡OWAKCX, ven! ¡Si te mojas, también te sentirás mejor!

OWAKCX lo observó desde el porche, y aunque no lo entendiera, Brud tenía razón en algo: simplemente estar cerca de él, aunque no comprendiera las indirectas, era suficiente para que OWAKCX se sintiera un poco más ligero. Aunque las palabras aún no salieran como debía, aunque Brud no captara la profundidad de lo que quería decirle, el hecho de que estuvieran juntos bajo esa lluvia era lo único que necesitaba en ese momento.

OWAKCX se levantó, caminando hacia Brud, y sin pensarlo dos veces, extendió una mano hacia él. Brud, sorprendido por el gesto, lo miró, sus pupilas moviéndose de una dirección a otra.

—¿Qué pasa, OWAKCX? —preguntó, con una sonrisa inocente.

OWAKCX se limitó a mirar los ojos desenfocados de Brud y, con una leve sonrisa en su rostro normalmente neutral, respondió:

—Nada. Solo… quiero estar aquí, contigo.

Y aunque Brud no lo entendiera del todo, eso era más que suficiente para OWAKCX en ese momento.

¿𝙴𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚝𝚘𝚍𝚘𝚜 𝚕𝚘𝚜 𝚜𝚙𝚛𝚞𝚗𝚔𝚒𝚜 𝚕𝚘 𝚎𝚕𝚎𝚐𝚒𝚜𝚝𝚎 𝚊 𝚎𝚕? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora