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En una bella cuidad vivía un feliz matrimonio, el hombre se llamaba Daniel y la mujer Isabel. Ambos sin duda eran una pareja incomparable y ese gran amor que se tenían sería compartido con su bebita que estaba en camino.

Isabel se encontraba en el cuarto de su bebé, sonreía al ver todo e imaginaba todos los momentos que vivirían siendo una bonita familia. Un beso fue depositado en su mejilla y las manos de su esposo acariciaban su pequeña pancita.

-¿Cómo están las mujeres de mi vida?- preguntó Daniel.
-Pues ahora que llegó papá estamos muy felices- dijo Isabel dándole un beso a su esposo-. ¿Cómo te fue, cariño?
-Muy bien, hoy saqué buenas fotos en el evento al que asistí. Cuando se note más tu pancita estoy pensando en hacerte una sesión de fotos, embarazada te ves mucho más hermosa.
-Eso suena maravilloso, ya me imagino las preciosas fotos que sacarás cuando nuestra bebé ya esté con nosotros.

Daniel era fotógrafo, lo contrataban en muchos eventos sociales y estaba tan ilusionado con la llegada de su hija al igual que su esposa.

Después de un rato ambos alistaban unas cosas ya que saldrían a comprar unas cosas, Isabel tomó su bolso cuando repentinamente sintió una punzada en su vientre. Al principio pensó que era algo normal, pero casi enseguida el dolor comenzó a hacerse mucho más fuerte.

-¡Ayyy!- gritó-. ¡Daniel! ¡Amor, sube!

Isabela se sentó un momento en la cama, pero al hacerlo sintió algo húmedo entre sus piernas y se asustó por lo que veía. Daniel se había alarmado por el grito de su esposa y subió rápido a la habitación.

-¿Qué ocurre?- preguntó Daniel y vio que su esposa sangraba, eso lo asustó-. ¿Qué te pasó, mi amor?
-No lo sé- dijo Isabel quien continuaba con los dolores-. Vamos al hospital, no quiero que le pase algo a nuestra bebé.
-Tranquila, vamos a llegar a tiempo.

Daniel cargó a su esposa y la subió al auto para irse de rápido al hospital.

Ya en el hospital, en cuanto llegaron se llevaron a Isabel a urgencias y Daniel se quedó en la sala de espera. Ya había pasado un rato desde que se llevaron a Isabel y Daniel aún no recibía noticias, pero cuando la espera parecía no tener fin un doctor apareció, era el que llevaba la etapa del embarazo de Isabel.

-Doctor, ¿cómo está Isabel?- preguntó Daniel.
-Daniel, tienes que ser fuerte para esto- dijo el doctor-. Isabel perdió a la bebé.

La noticia cayó como un balde de agua fría para Daniel, tanta ilusión que tenía de tener a su bebé y ahora tenían que vivir con ese dolor.

-Pero, ¿cómo fue qué sucedió?- preguntó Daniel.
-La placenta se desprendió, eso generó los dolores y el sangrado- dijo el doctor-. Tuvimos que inducirle el parto, pero tu hija nació sin vida.
-Mi niña no. ¿Y mi esposa ya lo sabe?
-Si. Siento mucho decirte esto pero tu esposa ya no podrá tener hijos.

Esa última noticia terminó destrozándolo y su sueño de formar una familia junto a su esposa se había roto.

Después de un rato Daniel fue a la habitación donde se encontraba su esposa y al abrir la puerta le destrozó el corazón ver a su esposa llorando con gran dolor, al abrazarla rompió más en llanto.

-Nuestra niña no, mi amor- decía Isabel llorando.
-Tranquila, te vas a poner mal- dijo Daniel dándole muchos besos para tranquilizarla-. Escucha amor, va a ser difícil para nosotros superar esto, pero quiero que sepas que voy a estar a tu lado y juntos saldremos adelante.

Ambos se abrazaron, sabían que iba a ser difícil superar eso pero no se separarían por nada.

El destino puede cambiar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora