—¿Por dónde se metieron tú y Jennie? – preguntó Lisa, pasándole un plato a su hermana para que colocará la arepa de su madre. La mayor frunció el ceño y miró a su hermana al no recibir respuesta. — Epa.
—¿Ah? – respondió la rubia, volviendo a la realidad.
A ver, ella no iba a caerse a mentira a sí misma. Decir que sentir a Jennie tan cerca a ella, su respiración acelerada y ese pequeño olor a perfume mezclado con sudor no le afectó era una gran mentira. Estaba en las nubes, eso era obvio, pero no lo iba a decir en voz alta y mucho menos a su hermana.
—Ah, vaina, chica. – Lisa volvió a fruncir el ceño. — Tas como que enamorada. – se burló, estuvo en silencio durante unos segundos, esperando a que su hermana le respondiera. La miró incrédula cuando la respuesta nunca llegó. — Habla bieeeen.
—¿Qué pasa?
—¿Por dónde se metieron tú y Jennie después de salir de la cancha?
—Por la Simón Bolivar.
—Voy a matarla. – murmuró Lisa, dándole un lepe a su hermana antes de darse una palmada en la frente. — ¿Cómo te vas a meter en el callejón, Rosé, por favor?
—Ok, mira, Felix y sus dos amigos venían detrás de nosotras y teníamos que perderlos ¿de acuerdo? – comenzó a rallar queso. — Además de que ella estuvo todo el tiempo conmigo y no se separó de mí en ningún momento. – dijo esto último con una voz risueña que fue notada por Lisa de una vez.
—Epa, epa, cuidao' con ese tonito ah.
—¿Cuál tono, loca?
—Con ese tono de "Jennie me encanta, me gusta, la amo, quiero casarme con ella y tener mil hijos". – Rosé miró a Lisa durante unos segundos pensando en si realmente su hermana estaba hablando en serio. — No me mires así.
—Te estoy mirando como lo que eres, una loca.
—Mira ve, tú a mí no me vas a venir a cagar la cara, ¿bien? – apagó el budare antes de girarse y ver a su hermana con total seriedad. — Yo no soy boba y sé desde hace mucho tiempo que tú tienes este tipo de atracción por Jennie desde pequeñas y ella podrá ser mi mejor amiga y todo, pero no voy a dejar que se relaciones más de lo necesario contigo.
—¿Más de lo necesario?
—Sí, y así como le voy a poner las vainas claras a ella, te las pondré a ti también. – Rosé quiso hablar pero Lisa levantó la mano, callandola. — Jennie es un palito de agua, acostumbrada a tener una y otra, vacilarselas un rato y después de que consiga lo que quiere, botarlas, dejándolas enamoradas y con todo el amor en las manos.
—¿Y tú cómo sabes?
—Porque yo era la misma porquería, igualita. – confesó. — Todavía no había terminado de dejar cuando ya estaba agarrando a la otra. Y me estuve en eso desde que tenía 15 hasta el año pasado, cuando conocí a Jisoo y resulta que después de que la agarre no la quise soltar más.
—Si tú decidiste ponerte seria, ¿quién dice que Jennie no?
—Porque ella todavía tiene muchos demonios que matar, Rosé, no seas necia. – dijo cansada de la necedad de su hermana. — Solo hazme caso, ¿Está bien? No quiero que tú pases por lo mismo que pasó Chaewon, Yeri, Somi, Soyeon, Eunha y las demás. Solo... Hazme caso.
➪➪➪➪➪
Jennie salió de la ducha con un top y una toalla envuelta en la cintura. Ya eran pasadas las 11 de la noche cuando, después de una harta de su mamá y de que JiSoo se burlara de ella, se fue a su habitación.
Se sentó en su cama, mirando al vacío, pensando en todos los acontecimientos del día. Desde la pelea y la huída, hasta la regañada que le había dado Nayeon y, bueno, sabía que no podía molestarse con ella pues porque en cierta parte tenía razón. Demasiada para su gusto, pero no iba a admitirlo en voz alta.
Pero hubo un acontecimiento fuera de lo común que hasta ahora la tenía inquieta.
No debía, era incorrecto y rompía todos los códigos de amistad posibles habidos y por haber. Pero coño, el haber tenido a Rosé, la hermanita de su mejor amiga, tan cerca, se había sentido tan malditamente bien.
Ese rico perfume de lavanda, ese calorcito que desprendía a pesar de estar en un momento de alta tensión como aquel, ese casi imperceptible temblor que le recorrió el cuerpo al momento en que pegó su cuerpo al de ella.
Jennie cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, sintiendo como su miembro comenzaba a endurecerse ante el morbo que le provocaba pensar en Rosé de esa manera. Sus manos se apretaron con fuerza sobre la sabana que cubría la cama, la misma cama por dónde habían pasado chicas y chicas y chicas.
Su mente estaba dividida. Una parte le decía que estaba bien, Rosé era una chama linda, asendosa, inteligente y demás, pero era la hermana de su mejor amiga. Una paja por Rosé no tenía nada malo, sobretodo si nadie se enteraba sobre ella, pero... Era la hermanita de su mejor amiga.
Aún dura, se levantó de su cama y caminó hasta la mesita de noche que allí tenía. Del primer cajón saco la llave del segundo, dónde tenía las cosas con las que debía tener más cuidado que nunca, desde documentos y dinero hasta la única foto que conservaba de su familia. Estuvo mirando la foto durante algunos segundos hasta que la volvió a poner al fondo del cajón, muy lejos de su vista y sacó una pequeña caja negra que allí escondía.
Cerró el cajón y volteó el contenido de la caja en la cama. Ante sus ojos aparecieron cintas de brasier, cada una con un nombre escrito y una fecha. Aquello era algo que había empezado a hacer después de la tercera chica con la que había estado, no sabía porqué las conservaba, simplemente lo hacía y ya.
Eunha, Soyeon, Yeri, Somi, Wheein, Eunbi, Gaeul, Minju, Siyeon, Haseul, Hoyeon, Gyuri, Dahyun, Seungyeon y, la más reciente, Chaewon.
Las miró una a una, volviendo a guardarlas con cuidado en la caja. Hasta que...
Bueno, ¿Qué tan malo sería tener una tira con el nombre de Park Rosé en ella?
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𝙿𝚘𝚗𝚝𝚎 𝚙𝚒𝚕𝚊' - ᶜʰᵃᵉⁿⁿⁱᵉ
Fiksi Penggemar𝙳𝚘́𝚗𝚍𝚎 𝙹𝚎𝚗𝚗𝚒𝚎 𝚎𝚜 𝚕𝚊 𝚙𝚛𝚘𝚙𝚒𝚊 𝚙𝚕𝚊𝚜𝚝𝚊 𝚎 𝚖𝚒𝚎𝚛𝚍𝚊 𝚢 𝚁𝚘𝚜𝚎́ 𝚞𝚗𝚊 𝚏𝚛𝚎𝚜𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚎𝚛𝚎 𝚟𝚊𝚌𝚒𝚕𝚊𝚛. 𝙾 𝚍𝚘́𝚗𝚍𝚎 𝙻𝚒𝚜𝚊 𝚕𝚎 𝚊𝚌𝚘𝚗𝚜𝚎𝚓𝚊 𝚊 𝚜𝚞 𝚑𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚊 𝚜𝚘𝚋𝚛𝚎 𝚗𝚘 𝚑𝚊𝚌𝚎𝚛𝚕𝚎...