Capitulo 4: Llegamos

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A lejos se observaba un pequeño pueblo, con casas pintorescas,que parecían pequeñas a comparación del gran castillo que se levantaba en la colina más alta del reino.
—¡ira! ”bienvenidos a muy muy lejano”  órale… oooh! —James era el más  emocionado señando el letrero, a severus se le podía ver nostálgico y a Sirius irritado.
— Aquí debe haber tamales de caviar y atole de champaña.— balbuceaba James observando todo a su paso, abrió la ventanilla para poder sacar su cabeza—¡Rora! ¿A qué hora vas por el pan?—le grito a una viejita que iba pasando.
Todo era tan diferente a su mansión, había destellos de color, sonidos fuertes y lo peor de todo muchas personas, era irritante pero  con solo voltear miraba una fuente de belleza, su Verus se veía magnífico sus ojos miraban con alegría y entusiasmo el reino que lo vio nacer y sólo eso bastaba para calmarlo.
— ¡Mapas! ¡Como llegar a las estrellas!—grito un vendedor muy cerca del coche, un niño se acercó a James para darle un panfleto.
— “Para vivir felices para siempre, Hada madrina.” Ya veo que ya no estamos en la Hilandera.—susurro sirius de manera pesada. La Hilandera era el pueblo que estaba más cerca de la mansión no era tan grande, no había  riquezas ni casas tan grandes, tenían lo justo y necesario para vivir. 
—Adiós, muñecas. Gócenme que me les voy. Órale, ¿quién te puso los cuernos’— su amigo se la pasaba gritándole a cuanta persona viera en este caso fue el turno de una mujer con un peinado exótico que se asemejaba a unos cuernos, le parecio ridiculo no habia cuernos hermosos mas que el de su verus.
—Miren, allí vive la greñuda de Bellatrix. Y allí a la izquierda está el cantón de los Malfoy . Esto sí que es visitando a las estrellas. — James se metió en el papel de guía turística, hacia observaciones y comentaba  sobre la arquitectura de las casas como de las personas que las habitan.
Severus tomo la mano temblorosa de su esposo, se había dado cuenta que al entrar el reino sus manos comenzaron a temblar, él igual estaba nervioso  no había visto asus padres en años se moría de ganas por verlos de nuevo y presentarle a su magnífico esposo.
El coche se detuvo frente a un portón de oro custodiado por dos guardias con uniformes dorados. Tras intercambiar algunas palabras con el chófer,  las puertas se abrieron, el coche avanzo hasta la puerta principal en donde el rey y la reina aguardaban su llegada.
— Anunciamos el tan esperado regreso de el hermoso  Príncipe  Severus  y su nuevo esposo.— anunció un guardia mientras otro abría la puerta del coche.
—Bueno, enos aquí.— pronunció severus con tono tranquilizador, poniendo una sonrisa leve en sus labios, tirando de la mano de su esposo dicieron salir del coche.
Por otro lado los reyes se les observaba nerviosos y desesperados por ver a su vástago.
—Elos aquí.— susurro el rey cuando diviso el coche en el que venía su primogénito.
—Elos aquí.—grito el vocero cuando lo vio bajar desafinado en la última palabra, toda la servidumbre se quedó conmociona; No podían despejar la vista del príncipe ni de su acompañante.
— ¡Heee! Adelántense, yo voy a estacionar el coche.—grito James desde adentro notando la tensión que existía en el retorno de los príncipes.
— Cielo, ¿sigues creyendo que es buena idea?
— Claro, mira, mis papás están felices de vernos. — señaló Severus a unos Reyes tensos que sonreían falsamente.
— ¿De dónde salió ese par?— murmuró el rey sin quitar su sonrisa mientras hacía un ademán con la mano para que avanzarán.
— Me parece que es nuestro pequeñito—dijo quedito la Reina.
— Nada de pequeñito. Es un problema mayúsculo. ¿Que no iba a besarlo el Príncipe Encantador y a romper el hechizo?
—Bueno, no es un Príncipe Encantador—dijo mirando de arriba a bajo a sirius, ropas modestas, cabello largo y alborotado contenido apenas por una goma , tenía un semblante aristocrático pero no reconocía de donde provenia— pero al menos Severus se ve...
— ¿Contento? Ya venimos, ya los vimos. Vámonos antes de que empiecen a encender las antorchas.— Severus apretó mas fuerta la mano de su esposo cuando esté trato de retroceder.
— Son mis padres.
—Amor, te encerraron en una torre.
— Sí, pero fue por mi propio...— estaban teniendo su discusión en susurro mientras daban pequeños pasos.
—Bien. Ahora es cuando. Regresemos adentro y que les digan que no estamos.—la Reina impidió que su esposo entre de nuevo al castillo, lo retuvo firme a su lado.
— Tobias. Tienes que ser...
—Rápido. Están distraídos. Podemos salir corriendo.—Siruis trato de persuadir a Su Verus
—Ya, chucho. Ya basta. Todo va a resultar...
— Un desastre! De ninguna manera...—pronunció el Rey.
— Puedes hacerlo...— le animo severus a unos pasos de llegar con sus padres.
—Pero de verdad...—dijo sirius
—De verdad...— ladró severus
— Yo...— empezó a decir el rey siendo cortado por un leve empujón que le dio la reina .
—... no...—pronunció sirius.
—... quiero...—El rey insistió.
—... estar...—Sirius seguí negándose.
— ... aquí.— Estando más cerca se pudo escuchar la misma palabra pronunciada por ambos. Las miradas eran matadores  con un toque de vergüenza.
—¡Mamá! ¡Pá! Les presento a mi esposo… Sirius Black.—Severus trato de aligerar el ambiente, pero las caras que pusieron sus padres al escuchar el apellido de su esposo le demostró que se había equivocado.
—Bueno, ahora veo, de dónde sacó Severus sus encantos.— dijo juquetonamente al observar la mueca de la reina.
Que Merlín les ayude, esto va a ser un desastre.

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