Capitulo 6: Hada... hadita

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Severus siempre soñó con  casarse con su apuesto príncipe, formar una familia y presentarlo ante sus padres, no ambicio con la corona, el quería un hogar. Sus planes cambiaron un poco el día que lo encerraron en la torre, ya no esperaba a un apuesto ni mucho menos príncipe quería ser libre.
La llegada de Sirius fue interesante, no era lo que esperaba, una figura desaliñada, grosero y sin modales, no. No era lo que le quería. Pero se enamoro como un idiota que se olvidó lo cruel e insensible que podría ser.
Después de abandonar el comedor, subió apresurado a su antigua habitación. Las lágrimas desbordaba de sus ojos, sus sollozos eran amortiguados por su puño, mientras se deslizaba por la puerta.
Las puertas del balcón se abrieron de golpe, el ojinegro dio un repingo,lo que más le desconcertó fue el canto de la mujer que entró por allí. Piel morena, cabello largo negro ondulado que caía sin cuidado por sus hombros, portaba un vestido carmesí que se amoldaba a su figura, era una mujer bellísima.
—Tus lagrimas me traen aquí, con un remedio para ti, se lo que una príncipe así, desea para ser feliz.— conturreo con ojos cerrados, dando vueltas por la habitación, dejaba  motas de brillos a su paso.—Oh, querido, niño. Qué barbaridad, eres todo una señorito.—balbuceo al abrir los ojos, notando a Severus
—Ah ¿y tú eres?—cuestiono el pelinegro.
— Ay mi muñequito. Yo soy tu Hada Madrina.—garraspeo antes de contestar, tratando de mirar al príncipe a los ojos
—¿Tengo Hada madrina?—indagó, se había limpiado los restos de lágrimas, aunque sus ojos permanecían un poco abultados, seguía viéndose hermoso, claro con el bonus extra de sus cuernos y colmillos.       —¡¡¡sh, sh, sh, sh... No digas nada, estoy aquí para solucionarte la vida.—demando la hada madrina mientras le ponía un dedo entre los labios a un desconcertado severus.
—Hoy. Vas. A. Ver mi varita usar, tus penas vas a olvidar, mi muñeca al girar con distinción traerá a tu príncipe ricachón— canto melodiosamente sacando una varita de la manga de su vestido haciendo levitar algunas cosas alrededor de ellos.— ratones tu atuendo van a coser, con magia el estrés vas a vencer, no mas problemas en tu alma habrá, confía en tus amigos los muebles y ya— los cajones de los closets comenzaron a moverse para consternación de severus; los cajones salion desprendidos regando la ropa que contenía, con un movimiento de varita la mujer toma una prenda modificando tanto la forma como el color, creando un elegante conjunto de dos piezas color zafiro, No era ni su color ni su estilo, estaba apunto de negarse pero la hada hizo un moviento de muñeca sustituyendo su ropa, era muy apretado.
—Podrás lograr la moda encantar. Yo te hare hermoso una deidad. Al príncipe le gustará. Tu nombre veras en cualquier pared— Estaba dispuesto a huir pero los muebles le cerraron el paso.
—Para pasear carruajes pop con un sexy conductor. Barros y caries olvidaras, esas caderas rebajaras. Vas a ver lo que puedo ofrecer.— trato de tocar un hombro de la mujer pero esta salio volando hasta el otro lado de la habitación mientras canta su canción.
—Hay que hacer aquí haya te espera un príncipe si igual, rímel, sombras y labial, lo atrapará tu toque sensual. Día feliz, gozarán. —había hechizado una silla y lo obligó a tomar asiento, un par de brochas y labiales levitaron hasta él, sintió un leve cosquilleo en la cara.
—Sobre Enero, los gorros darán.
Sentirás su pasión al oír mi canción no seas gris se feliz tendrás príncipe en un tris, un querubín de san Valentín y tu amor será su fin, hay que hacer aquí y allá, te espera un príncipe sin igual.— cantaba con voz chillona rápida, se sentía irritado, trataba de ponerse de pie pero era imposible.
—¡YA!,— grito, la hada madrina se detuvo , todos los objetos que levitaban calleron abruptamente  – es que te lo agradezco mucho, hada madrina, pero no necesito nada de esto.—dijo lo más amable posible,  no quería hacer sentir mal a la mujer.
— ¿Sev?, ¡Verus!—su esposo lo llamaba dando golpes a la puerta, estaba bloqueada por un mueble que terminó cayendo cuando la hada dejó de cantar. Sus esposo tan obstinado y terco que era logró mover la puerta para poder pasar minimamente.
—¡Ah!, hada madrina,le presento a mi esposo. Siruis Black.—mencionó caminado hasta posarse alado de su esposo, tomándole la mano.
—¿Tu esposo? ¿Qué? ¿Qué has dicho? ¿Y cuando pasó esto?— cuestiono totalmente exasperada.
— Sirius fue el que me rescató.
—Eso no puede ser. —negó con  la cabeza , retrocediendo, tenía una mano en el pecho y una cara de espanto.
—Ay que bien, más parientes.—rechisto sirius soltando la mano de sus esposo para atravesar la pared dirigiendo a lo que quedaba de su closet.
—Ella solo quiere ayudar.— dijo escuetamente no quería pelear de nuevo, pero estaba siendo un reverendo idiota.
—Bien, que nos ayude a empacar. Trae tu abrigo, querido, nos vamos.— demando mientras saca sus maletas y aventaba ropas dentro de esta.
—¿Qué? ¿Y cuándo lo decidiste?
—Desde que llegamos. —contestó irritado.
—Bueno, lo siento.— se disculpo con la hada madrina.
—No, no te preocupes, yo ya tenía que irme.— dijo mientras se deslizaba por la habitación hasta el balcón—Pero recuerda querida, si algún día me necesitas, la felicidad está al alcance de una lagrima—indicó tendiendole una tarjeta que no pudo llegar Asus manos, por que su esposo se lo arrebató.
—Gracias, pero ya tenemos la felicidad que necesitamos. Vivimos  muy felices.—Bramo enfurecido, quien se creía para meterse en su matrimonio.
—Se nota jaja. —se burlo —Vámonos Kyle.,—dijo para desaparecer por el balcón con su elfo.
—Ya estarás contento.—Vocifero Severus sus ojos están rojos tanto por su llanto como su enojo.
— ¿Qué? Te dije que venir no era una buena idea.
—Al menos hubieras intentado llevarte bien con mi padre.
—Sev, no creo que tu papá me hubiera dado su bendición, aunque yo hubiera querido.— alegó sirius, su Verus era un necio.
—¿Y no has pensado qué sería lindo que me preguntaras lo que yo quiero? —se quejo su estúpido esposo podía ser muy cruel sin notarlo.
—Claro, ¿quieres que empaque tus cosas?
—¡Eres increíble! Te comportas como un….— grito indignado Sirius no lo estaba escuchando, estaba acostumbrar hacer las cosas cuando el quería, como el quería sin importar la opinión de los demás. Saca lo peor de él, no quería decirlo pero una vez que empezó solo pudo callar en el último segundo.
—Anda, dilo.—gruñó enfurecido.
— ¡Como un Loco!— grito dejando salir una llamarada de fuego.
— Noticia de última hora, aunque a tus padres no les guste, ¡yo soy un Black! Y la locura bien incluida AAAAAAHHHHH
¿Y adivina qué, príncipe? ¡Eso no cambiara nunca!—contestó sin pensar como las mayoría de las veces, el rostro de severus se contrajo y sus orbes se inundaron de nuevo.
—Yo sí cambié por ti Black … piensa en eso. —  dijo en tono firme mirándolo a los ojos, pero su esposo no se inmutó, suspiro y salió de habitación, necesitaba pensar.
—Fuiste rete-tierno, Canuto“Aaah soy un Loco” ¡¡¡AAAAAAHHHH!!!”— lo imito James que había aparecido cundo severus salió, Sirius le tiro la maleta medio hecha a la cara de su mejor amigo por que aunque le costaba admitirlo su mejor amigo tenia razón.









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