Capitulo 5:Querido suegro

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Después del incómodo reencuentro, decidieron seguir con lo programado. Después de una vista breve al gran salón, lo cual no salió como esperaban, Sirius se burlaba de los retratos de los antiguos reyes, soltando comentarios sarcásticos y mordaces. Su esposo lo interrumpía ya sea con palabras o con golpes. Un elfo anuncio que el comedor se encontraba listo.
El Gran Comedor pintado de un color verde y plata con serpientes de oro en los bordes, el techo abovedado del cual desendian  lámparas de araña dando una leve iluminación, la gran mesa adornada con cubiertos de plata y copas de cristal. El rey tomó asiento en la cabecera de la mesa, a su lado la reina y enfrente los dos príncipes.
Los elfos fueron entrando con los paltillos y llenando sus copas, severus que se encontraba muy nervioso se tomó de un solo trago el contenido de su copa, ocasionando que se le saliera un pequeño eructo.
—perdón.—sus mejillas se habían coloreado de un rojo sutil, estaba muy a vergonzosado,
—Yo siempre digo mejor afuera que adentro, jajajaja— sirus soltó una risa nasal para nada sutil—¿es bueno no?... creo que no.—dijo cuando todos lo ojos se posaron en él,un silencio incómodo se instalo en el salón hasta que fue interrumpido por unos gritos.
— ¿Cómo que no estoy en la lista de invitados? ¿Que no sabes quién soy?—los gritos de James inrumpieron en el salon al igual que dos pobres elfos que le negaban la entrarda—HEEEEY QUIBOLE COMO ESTAN? Gracias por esperarme, es que no había lugar para estacionarse. —dijo mientras se sentaba en la otra punta de la mesa.
— ¡No no! ¡elfo  malo! ¡Bájate, bájate de ahí!—grito el Rey, James lo miro indignado por compararlo con un elfo.
—No, no, no, no papá, esta bien, James  viene con nosotros, el ayudó a rescatarme de la torre.— intervino para ayudar al tonto amigo de su esposo.
—Sip, soy yo, el noble caballero. ¡Mesero! ¡Traite un platito pal valiente heroe!—dijo en tono burlón, los Reyes estaban confundidos, severus avergonzado y sirius irritado.
—Que pesadilla…
—Y bien Severus, platíquennos, ¿en dónde viven?—pregunto el Rey. Imaginaba que vivían el palacio de los Black, en el reino de Slytherin.
—Bueno… Sirius es dueño de unas tierras, ¿verdad, tesoro?— comentó  en tono sereno mientras ponía un poco de puré en su plato.
— ¡Aah sí! Soy dueño de un Palacio  enorme, abundante en ardillas y lindos patitos.—trato de impresionar, ya sabía que sus suegros pensarían que todavía tenía lazos con su familia, tal vez no pudieron asistir a la ceremonia que hicieron para borrar su nombre en el árbol familiar.
—¿QUÉ? Jajaja ¿no me digas que hablas de la Mansion en la Hilandera?— tan imprudente como siempre su miope amigo hablo, se preguntaba si su hermano le perdonaría si llegara a matarlo, los Reyes se escandalizaron de manera dramática el Rey soltó el cubierto que tenía en la mano y la Reina se cubrió la boca con la servilleta.
— James…
—El Black deshonrado, ja, que original.
—Supongo… que es un bueno lugar para criar a sus hijos—La Reina Eileen que hasta el momento se había encontrado callando trato de cambiar de tema para quitar la tensión.
—Es un poco precipitado pensar en eso, ¿no creen?…—mascullo sirius mientras cogia un pedazo de pierna de pavo.
—En efecto, estamos comiendo…—chillo el Rey.
— ¡Tobias!— Regaño la Reina, llamó a los elfos para que treran el plato principal un cerdo asado.
—¿Y qué significa eso?—dijo indignado Sirius mientras tomaba un par de langostas y las partía de forma brusca.
—papá, es maravilloso, ¿sí?— grito para ser escuchado.
—bueno, para alguien de su tipo— contestó molesto mientras abría las ostras de golpe.
—¿mi tipo? — chillo indignado tomando su copa para tomar su vino, por la fuerza que uso rompió el cristal. Todos lo veían entre preocupados y asustados, severus trataba de sacar del trance en que su esposo y su papá estaban.
—eeehm.. voy a mi arbolito.— James trato de huir de la pelea, se disponía a salir cunado los elfos entraron con el platillo principal.
—La cena esta lista.
—Mejor, aprieto cuerpo.
—Bon appetiu—susurro el elfo
— Ooh, bon apeti, comida griega.—dijo James tomado asiento de nuevo en la mesa.
—Bien que estamos esperando si tenemos hambre, que empiece todo el mundo.— dijo la monarca.
—Yo sí le entro, Eileen.
—¿Y supongo que cualquier nieto que esperaría de ustedes sería…
—Bestia…. ¡sí!— la discusión seguía no podían pararlos.
—Aunque eso no tendría nada de malo. ¿o sí, Tobias?— trato de razonar con su esposo.
—Oh, no, no, no. Claro que no. Bueno, eso si no se comen a sus propios hijos. La locura Black no es mito —soltó de manera ácida viendo fijamente a Sirius.
— ¡Papá!
— Ah, ahora resulta que es peor comérselos que encerrarlos en una torre.
—Sirius, basta.— las lágrimas se acumulaban en los ojos de su verus pero el era incapaz de  verlo.
—Yo hice eso porque la amo.—grito mientras se ponía de pie.
—Claro, y la llevó a la guardería del dragón.— dijo poniendo de pie también con tanta fuerza que terminó tirando la silla.
—No lo entenderías porque no eres su padre.— dijo tomando la pierna del cerdo.
—Qué gusto que la familia se reúna para cenar.—murmuró la reina, Sirius tomó la otra pierna del cerdo y los dos tiraron al mismo tiempo, como consecuencia el cerdo salió volando, aterrizando en un desastre de mesa.
— ¡Tobias!—grito la Reina
— ¡Siruis!— sollozo severus
—¡Verus!—dijo afligido pues había volteado a verlo y para su desgracia su precioso esposo estaba llorando.
—  ¡Severus!—susurro su padre viendo lo que había ocasionado. Su pequeño niño había salido corriendo del comedor  mientras retenía sus sollozos. Siruis se sentía el peor esposo del mundo.

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