*Sonido de objeto pequeño siendo lanzado a gran velocidad*
— ¡Ja! ¡Fallaste! ¡Tonta miko!
— Tch, maldito espíritu aberrante, ¡Te juro que te haré descansar en el sello eterno!
Una doncella del santuario vistiendo una versión de su atuendo característico más adecuado para el combate, de ojos cafés, y de un largo cabello café amarrado por un listón que hacía juego con su ropa. Tenía por profesión el exorcismo.
Tratando de erradicar un espíritu maligno al cual llevaba días persiguiendo.
Finalmente lo había llevado a un parque de la ciudad, viendo como este se perdía entre los frondosos arboles del área.
Sin embargo, en la cara de la doncella...
Había una sonrisa.
— ¡Finalmente te tengo, desgraciado! —la doncella junto sus manos— Oh dioses benevolentes, limiten la libertad de lo que se puede y no se puede ver, de lo que se puede y no se puede tocar, de lo que tiene y no tiene vida.
Una barrera espiritual fue formada alrededor del parque.
Con eso hecho, se adentró en el parque lista para terminar el trabajo de una vez por todas.
Sin embargo.
En lugar de de buscarlo por todo el parque, la chica en traje de doncella se sentó en una de las tantas bancas del parque, con la confianza de que él sería quien la buscara. Preparando varios hechizos mientras esperaba.
Y así, lentamente los minutos se convirtieron en horas.
— Bien, hechizo antiposesión, listo —la chicas se puso el trozo de papel en el que había grabado los símbolos de dicha magia en su cintura—Hechizo de retención, listo. Hechizo de sellado, listo... Fuu, en serio, ese maldito fantasma, mira que hacer esperar a una dama como yo.
Mientras la exorcista hablaba para sí misma y guardaba sus hechizos en un sobre protector.
*Sonido de objeto pequeño siendo lanzado*
Tres estacas de madera salieron lanzadas en su dirección, pero.
*Sonido de golpe*
Fueron destruidas rápidamente.
— ¿Eso es todo lo que tienes?
— ¡Maldita, deshaz la barrera! ¡Si lo haces te dejaré vivir!
— Tonto espíritu, la barrera no solo-
*Sonido de objeto pequeño siendo lanzado*
Otras tres estacas fueron lanzadas, pero también fueron destruidas fácilmente otra vez.
— ¡Déjame terminar! —la chica gritó enojada.
*Sonido de objeto pequeño siendo lanzado*
Más estacas salieron disparadas en su dirección.
Y todas y cada una de ellas fue destruida.
Sin embargo.
La exorcista se dio cuenta de algo.
A este ritmo su cacería se convertiría en una batalla de desgaste, y ella sabía perfectamente que no hay manera de ganar una batalla de desgaste contra los espíritus malvados.
De hecho, contrario a su estilo de lucha, esta persecución se había extendido demasiado.
Sabía que debía terminar esto rápido, y que si quería hacerlo entonces tendría que disipar aquella barrera.