Capítulo 2: El Enigma del Bosque

3 0 0
                                    

La tormenta había amainado al amanecer, dejando tras de sí una calma inquietante. Alejandro y Valeria, después de haber pasado la noche analizando el diario, se preparaban para adentrarse en el bosque. El diario mencionaba un claro cerca de los acantilados, un lugar que, según la autora, tenía una energía extraña y parecía estar relacionado con las desapariciones.

El aire fresco del amanecer llenaba sus pulmones mientras caminaban hacia el bosque. Alejandro llevaba una mochila con provisiones y una linterna, mientras que Valeria sostenía el diario con fuerza, como si fuera una guía en la oscuridad.

—¿Estás segura de que quieres venir conmigo? Podría ser peligroso —dijo Alejandro.

—No puedo quedarme de brazos cruzados. Este lugar ha sido mi hogar durante años. Si hay algo que pueda hacer para ayudar a resolver estos misterios, lo haré —respondió Valeria.

El bosque, con sus altos árboles y su denso follaje, parecía más ominoso de lo habitual. La luz del sol apenas penetraba el dosel, creando sombras que parecían moverse con vida propia. Alejandro no pudo evitar recordar su infancia, cuando solía explorar el bosque con sus amigos, inventando historias de tesoros escondidos y criaturas mágicas.

—Recuerdo haber jugado aquí cuando era niño. Nunca pensé que volvería por algo tan siniestro —comentó Alejandro.

—Este bosque siempre ha tenido algo especial. La gente dice que está encantado, pero nunca había sentido miedo hasta ahora —añadió Valeria.

Avanzaron en silencio, atentos a cualquier señal. El diario mencionaba un claro cerca de los acantilados, un lugar que, según la autora, tenía una energía extraña. Valeria consultaba el mapa dibujado en una de las páginas, intentando seguir el camino descrito.

Tras una hora de caminata, llegaron al claro. El lugar tenía una belleza inquietante; la hierba era más verde y los árboles formaban un círculo perfecto, como si la naturaleza misma hubiera creado un santuario. En el centro del claro, una roca grande y plana se destacaba, cubierta de musgo y runas antiguas.

—Aquí es. Tal como lo describe el diario —dijo Alejandro.

—Estas runas... nunca había visto algo así. Parecen muy antiguas —comentó Valeria.

Alejandro se arrodilló para examinar las runas de cerca, pasando sus dedos por las inscripciones. Sentía que había algo profundamente significativo en ellas, algo que estaba más allá de su comprensión inmediata. Valeria, mientras tanto, sacó una libreta y comenzó a copiar las runas, con la esperanza de poder descifrarlas más tarde.

De repente, un sonido suave pero distintivo rompió el silencio. Ambos se giraron, sus corazones latiendo aceleradamente. No muy lejos de ellos, una figura se movía entre los árboles, observándolos.

—¿Quién está ahí? —preguntó Alejandro.

La figura se acercó lentamente, revelándose como una anciana de rostro arrugado y ojos penetrantes. Llevaba una capa oscura que se confundía con las sombras del bosque. Valeria dio un paso atrás, sorprendida por la aparición repentina.

—No deberían estar aquí —dijo la anciana.

—¿Quién es usted? —preguntó Valeria.

—Eso no importa. Lo que importa es que están en peligro. Este lugar no es para los vivos —respondió la anciana.

Alejandro se levantó, manteniendo la calma.

—Estamos aquí buscando respuestas sobre las desapariciones. ¿Sabe algo al respecto? —inquirió Alejandro.

La anciana los miró con una mezcla de compasión y advertencia.

—Las respuestas que buscan no les traerán paz. Este bosque guarda secretos que es mejor dejar enterrados —advirtió la anciana.

—Pero necesitamos saber la verdad. Por favor, ayúdenos —suplicó Valeria.

La anciana suspiró y se acercó a la roca, tocando las runas con reverencia.

—Estas inscripciones cuentan una historia de pérdida y sufrimiento. Aquellos que desaparecieron fueron atraídos por promesas de poder y conocimiento. Pero el precio que pagaron fue alto —explicó la anciana.

—¿Qué quiere decir? —preguntó Alejandro.

—Que el bosque no es solo un lugar físico. Es una puerta a otra realidad, una realidad que consume a los desprevenidos. Si realmente desean continuar, deben estar preparados para enfrentar lo desconocido —advirtió la anciana.

Valeria y Alejandro se miraron, comprendiendo la gravedad de sus palabras.

—Estamos preparados. Díganos qué debemos hacer —dijo Valeria con determinación.

La anciana asintió lentamente.

—Entonces, sigan las runas. Ellas los guiarán a través de la oscuridad. Pero recuerden, cada paso que den los acercará más a un punto sin retorno —dijo la anciana antes de desvanecerse en las sombras, dejándolos con más preguntas que respuestas.

Alejandro y Valeria se armaron de valor y decidieron seguir adelante, confiando en que las runas los llevarían a la verdad que tanto anhelaban.

Sombras del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora