5

26 4 0
                                    

Estoy solo viendo el juego de Chicago en el sofá. Aunque los juegos en vivo son más emocionantes, hay algunas ventajas en la privacidad de mi propia sala de estar.

Puedo gritarle a la televisión y nadie observa.

—¡Vamos, bebé! —grito, aplaudiendo en apoyo, incluso si nadie puede escucharme—. ¡Va a funcionar una de estas veces!

Jungkook ha tomado un millón de tiros de punto esta noche, pero el mayor arquero de la NHL sigue dándole manotazos como moscas, maldito sea. Durante el corte de comerciales, corro a la nevera y agarro una cerveza. El juego transcurre sin anotaciones hasta el tercer periodo, y estoy muy tenso. Jungkook toma otro giro en la segunda línea, y contengo el aliento.

Cuando su siguiente oportunidad aparece, prácticamente estoy levitando de anticipación. Jungkook atrae al arquero fuera de la línea con un largo y riesgoso cruce por el ala izquierda. Pero funciona. Cuando el ala regresa de nuevo a Jungkook, él es capaz de deslizarse en la esquina trasera de la red antes de que el arquero pueda reaccionar.

Ahora estoy saltando del sofá y derramando un poco de mi cerveza, pero vale la pena.

Otra anotación, otra muesca en el cinturón de Jungkook. De verdad está haciéndolo. Está teniendo una temporada fenomenal, de la clase que podría terminar en el libro de récords. Y estoy tan emocionado por él.

La cámara se enfoca en la gigante cara sudada del arquero, y me imagino que puedo oír los pensamientos del tipo. Montaña debe quedarse enfrente de la red. Riéndome para mí mismo, me siento de nuevo y subo mis piernas sobre la mesa de centro. Mi hermana me preguntó el otro día si me daban celos, si lamentaba haber dejado pasar la oportunidad, y fue fácil decir que no. No puedo mentir, a mi pobre cuenta bancaria podrían haberle servido los signos de pesos. Pero si hubiera ido a Detroit —donde los arqueros del año pasado se veían tan sólidos como siempre— habría extrañado ser parte de esto.

Eso es de lo que me arrepentiría.

Miro el resto del juego con el corazón en la boca, preguntándome si el liderazgo de Jungkook continuará. Y esos últimos quince minutos de juego son emocionantes. Qué bueno que no tenga una condición cardíaca, porque Chicago responde con una anotación, y Toronto consigue un penalti. Casi me muero de estrés mientras que el equipo de Jungkook mata el penalti.

En los últimos dos minutos Eriksson anota, y evitan la situación de tiempo extra. Toronto gana el juego 2-1.

Sin fuerzas por el alivio, caigo en el sofá. Y ahora la verdadera espera comienza. Jungkook pasará una buena hora o dos con sus compañeros, sus entrenadores y la prensa. Luego, como es un viaje corto hasta Toronto, el equipo viajará en jet esta noche.

Paso la mayor parte del tiempo limpiando el apartamento. La cocina está limpia porque hice eso antes, así que abro nuestras apps de servicios y frunzo ceño con la cuenta de la luz. Pago la mitad de los servicios públicos y una parte de nuestra renta, pienso que, si fuera por Jungkook, él estaría pagando por todo. Me puse firme cuando lo sugirió, porque no puedo estar en este apartamento y no contribuir.

Puede que el nombre de Jungkook esté en el contrato, pero esta es mi casa también.

La gigante maleta de Jungkook todavía está al lado de la puerta principal donde la dejó después de su largo viaje por carretera. He tenido una pequeña guerra interna sobre si debo dejarla ahí o no. Me parece mezquino lavar mis cosas y dejar las suyas sucias. Pero no estoy muy seguro de qué piensa Jungkook que sucede con su ropa sucia cuando la deja en una maleta o una pila en el piso de nuestra habitación. Puede que de verdad crea que hay un hada de la lavandería que pasa de vez en cuando para mantener limpia su ropa interior.

U SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora