Cowboy - ZeeNuNew 🍼 2

06 Final 06

9 meses después…

—¡Este bebé necesita nacer, ahora! —Gruñí, flotando en la superficie de la piscina. —He estado estreñido y he estado usando pantalones de mezclilla de embarazo. He terminado. Malditamente he terminado.

—Lo sé, amor. —Zee suspiró. Se sentó bajo la sombrilla bebiendo limonada. —Si pudiera hacer que el bebé saliera de ti, lo haría.

Sostuve mi vientre redondo, mis ojos se cerraron con fuerza.

—Quiero decir, la fecha límite fue el lunes pasado. ¿Por qué este bebé querría quedarse dentro de mí una semana más?

—Lo siento, NuNew. Sé que es frustrante.

Nadé torpemente hacia el borde de la piscina. Fue difícil atravesar el agua con gracia con mi enorme vientre. Lentamente salí de la piscina y goteé hasta la mesa donde estaba Ze3. Me senté lentamente, mi silla crujió bajo mi peso.

—¿De qué sirven los médicos si ni siquiera pueden predecir cuándo nacerá un bebé?

—No es una ciencia exacta. He oído que los bebés pueden llegar fácilmente una semana o dos tarrde.

—¿Dos semanas de retraso? Oh, diablos no. —Fruncí el ceño.

Zee no respondió. Me acaba de pasar un vaso de limonada helada.

Bebí un sorbo de la bebida agria sintiéndome horriblemente malhumorado. Solo quería sacarme el bebé para poder sentirme como una persona normal de nuevo. La sola idea de poder sentarme con las rodillas contra el pecho, o subirlas escaleras sin sonar como si fuera a perder un pulmón, me mareaba. Y la indigestión constante definitivamente me estaba afectando. Comía tentempiés todo el tiempo porque me ayudaba brevemente a la indigestión, pero luego la acidez siempre regresaba. Entonces repetiría el ciclo.

—Al menos sabemos que es un niño y el cuarto del bebé está listo. — Zee sonaba alegre.

—Sí, eso es una cosa —murmuré.

—¿Quieres que te haga algo de comer?

Me animé.

—Oh, bueno. —Mi estómago gruñó como si tuviera hambre, pero eso era imposible. Ya había comido tres hot cakes sin gluten y cuatro trozos de tocino. Además, también había tomado un batido de arándanos y mango. Hice una mueca y miré mi enorme barriga. —No quiero engordar.

Él sonrió.

—¿Qué tal un sándwich de queso a la plancha con queso extra y unas papas fritas?

—¿De Verdad? —Lo miré con sospecha. Por lo general, me regañaba para que comiera cosas saludables. ¿Por qué estaba sugiriendo algo tan decadente?

Me dio una mirada comprensiva, su expresión gentil.

—Estás sufriendo mucho. Quiero hacerte feliz.