Jeonghan, algo cansado, caminó sin ánimos hasta su hogar. Desde lejos vio a un pelirrojo jugando con una consola en el televisor. Cerró lentamente la puerta y dejó sus cosas en el piso, algo confundido por el silencio. No quiso preguntar, pero esperaba que el pelinegro se pronunciara. Sin embargo, la puerta de su habitación estaba cerrada; intuyó que ya se había ido.
Se dirigió lentamente hacia el mayor, abrazando su torso, lo que hizo que este sonriera y lo mirara por encima del hombro.
-¿Agotado?
-Y mucho. Realmente sentí que estaba cargando piedras. Los chicos no hacen el favor de dejar las cosas en orden; siempre tengo que resolverlo yo.
-¿Ya les dijiste?
-Más de tres veces. Creo que los amenazaré.-Sonrió algo burlón, poniendo sus ojos en blanco-.
Movió el cuello algo brusco, sintiendo la tensión que lo rodeaba. Luego, fue a la cocina en busca de algo de fruta, esperando activarse un poco.
-Jeonghan, ¿por qué no me dijiste que Seungcheol iba a quedarse?
El castaño dio un mordisco a la manzana, masticando suavemente para no atragantarse ni irritarse la garganta con el ácido de las manzanas verdes.
-Supuse que ya estabas dormido, además a mí también me sorprendió verlo por aquí -suspiró, dejando que su cuerpo se relajara-. Vino a la cafetería casi llorando, no supe cómo reaccionar.
Jun se levantó del sofá y fue a la cocina, mirando seriamente a su hermano, dejando claro su desacuerdo.
-Entiendo que quieras ayudar. Eres un ángel y sé que quieres hacer lo correcto-tomó aire antes de continuar-. Pero no olvides lo que te hizo hace unos años. Tú perdonas, pero no olvidas.
- Lo sé y lo entiendo, pero perdió a su esposa e hijos. ¿Tú qué harías?
-Dependería de mi situación, pero lo último que haría sería pedir hospedaje a alguien a quien hice daño.
-Yo le ofrecí, Jun.
El pelirrojo abrió los ojos un poco más, desviando la mirada. No quería parecer protector, pero desde aquel día juró que nada malo le pasaría a Jeonghan mientras él pudiera intervenir.
-Solo recuéstate un rato, veo que no tienes energías ni para hablar -ablandó la mirada y le dio una sonrisa de confianza -. Descansa, Hannie.
El castaño asintió con la cabeza. Sin nada más que decir, caminó lentamente hacia la habitación con la puerta cerrada. Notó que parecía que nadie había dormido en esa cama además de él. Se quitó la ropa, quedando en ropa interior, y se metió bajo las sábanas, sintiendo un calor ajeno que reconoció al instante.
Su mente no pudo evitar pensar que tal vez sería la primera y última vez que se verían en mucho tiempo. Soltó un último suspiro antes de cerrar los ojos.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Seungcheol estaba desempacando en una habitación no muy grande pero cómoda, pensando en qué haría después de esos días. No sabía si mudarse completamente o buscar otros lugares. No quería estar con esa gente; sonaba denigrante, pero bastó con encontrarse a su ex suegra, esa vieja estúpida
Cuando terminó, se sentó en la cama con su computadora. A los segundos de iniciar sesión, una foto de él y sus hijos apareció en la pantalla. Evitó pensar demasiado en ello; tenía que trabajar y solucionar su tristeza no era una de sus prioridades.
Pasaron varios minutos. El tecleo fue intenso, estaba atrasado en el trabajo y tenía unos informes que le habían asignado ese mismo día. Seungcheol estaba exhausto y hambriento, tecleando por última vez antes de salir del programa.
Apagó su computadora y miró de reojo su celular. Había llegado una notificación de una cuenta de noticias de la ciudad. El post mencionaba un apartamento de buena calidad a un bajo precio, que aumentaría con el tiempo.
Pensó unos minutos. No debía apresurarse, pero era una buena oferta. Decidió guardar el post y luego abrió su app de mensajes. Quería escribirles a sus hijos, esperando que le respondieran.
Buscó entre sus contactos el número de Jihoon. No hacía mucho que había recibido su celular y vio su foto de perfil, que era de él con su madre. Sonrió débilmente; al menos él estaba bien.
"Hola hijo, ¿cómo estás? ¿Estás bien con tu hermano y mamá?" No, sonaba mal. "Hola hijo, te amo mucho, por favor cuídate." Demasiado preocupado. Se rindió, apagó el celular y lo dejó a un lado, quejándose internamente. Pensó de nuevo en Jeonghan, que había mejorado mucho desde que dejaron de verse, superando el daño que él mismo causó.
Antes de desaparecer, quiso decirle lo que no pudo, pero sus palabras nunca fueron suficientes para advertirle del daño tan grande que causaría con aquella boda sorpresa, algo que el sabia que Jeonghan no perdonaría.
La familia de Seungcheol no era millonaria, pero tenían buenos negocios que el abuelo de Seungcheol había dejado antes de morir. Los "Choi", siempre fueron reconocidos por su representación del respeto y dinero. El termino de homosexualidad nunca encajaría allí.
Sus padres no fueron los peores, lo admite, pero siempre exigieron una apariencia social impecable. Siendo el primogénito, Seungcheol era la cara visible de la familia.
Sintió rabia e impotencia cuando le dijeron que debía casarse sin otra opción. No aceptarían un "no" por respuesta, aun cuando él solo tenía 20 años.
Actualmente, no les guarda rencor. Sabe que lo amaban, pero no podían amar todo de él. Nunca aceptarían que a su hijo le gustaban los hombres, y que nunca logró superar a su primer amor.
Volvió a tomar su celular, buscando el contacto de su madre. Decidió llamarla; solo quería escuchar su voz.
-¿Mamá?-dijo, esperando la respuesta al otro lado de la línea-.
-Hijo mío, cuánto tiempo -se alegró, soltando una pequeña risa-. Extrañaba escuchar tu voz. ¿Por qué no me habías llamado? ¿Jihoon y Wonwoo están bien?
Suspiró, pensando lentamente en su respuesta. Si se lo decía por teléfono, ella podría asustarse, así que decidió que hablarían en persona.
-¿Podríamos hablarlo en persona, mamá? No es la mejor de las noticias, y solo quiero tu consejo.
-¿Pasó algo malo? -preguntó preocupada- ¿Sucedió algo con Minji y los niños?
-Mamá, por favor, no quiero decírtelo así.-su voz se volvió más tenue, intentando no llorar-.
- Cariño, como mamá sé que no estás bien, pero entiendo que quieras hablarlo en persona. Solo que ahora debo acompañar a tu tía Seongji, que está en la ciudad.
-También estoy aquí, mamá.-humedeció sus labios, eligiendo sus palabras-. He vuelto a la ciudad por un tiempo indefinido. Quería visitarte.
La mujer mayor quedó en silencio unos segundos. Definitivamente sabía lo que estaba pasando, pero quería escucharlo de él.
-¿Recuerdas el restaurante al que me llevabas de niño después de la escuela? Veamonos allí a las 3:00.
-Está bien, cariño. Me alegra mucho que hayas vuelto. Te amo.
-Yo también, mamá.
Colgó la llamada, algo ansioso por que llegara la hora. Tendría que decirle la verdad a su madre, incluyendo por qué no volvería con su esposa.
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𝐄𝐥 𝐚ñ𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐞𝐣é 𝐦𝐢 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳ó𝐧.- J.G
Fiksi Penggemar𝘛𝘳𝘢𝘴 𝘴𝘶 𝘥𝘪𝘷𝘰𝘳𝘤𝘪𝘰 𝘺 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘩𝘪𝘫𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢𝘥𝘢, 𝘚𝘦𝘶𝘯𝘨𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘢 𝘢 𝘴𝘶 𝘤𝘪𝘶𝘥𝘢𝘥 𝘯𝘢𝘵𝘢𝘭 𝘦𝘯 𝘊𝘰𝘳𝘦𝘢. 𝘋𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘑𝘦𝘰�...