Espacios

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El grupo se reunió en el garaje de Jhosep. Aunque el espacio era reducido y estaba lleno de cajas con papeles que no se podían mover, había algo mágico en esos primeros ensayos. Con mágico me refiero a gracioso de ver como sufrían los muchachos.

Detroitt, Adita, Lincoln y Jhosep se acomodaban como podían entre las cajas, instrumentos y equipos. Lincoln afinaba su guitarra mientras Jhosep montaba su batería en un rincón. Adita observaba todo, tomando notas y sugiriendo ajustes.

—Esto va a ser complicado —dijo Detroitt, tratando de encontrar un lugar cómodo para él.

—No te preocupes, encontraremos la forma —respondió Adita, siempre optimista.

El celular de Detroitt sonó, era su padre quien lo estaba llamando pero el decidió no contestar.

—¿Quién es? —preguntó Adita.

—Nadie.

Mientras comenzaban a ensayar, la falta de espacio y la acústica del garaje complicaban las cosas. Las primeras notas fueron desastrosas, cada uno tocaba a su propio ritmo, creando una cacofonía que hacía eco en las paredes del garaje.

—¡Lincoln, sigue mi ritmo! —gritó Jhosep, tratando de hacerse escuchar sobre el ruido.

—¡Estoy tratando! —respondió Lincoln, frustrado.

Después de varios intentos fallidos, optaron por descansar un poco. La madre de Jhosep bajo al garaje al ya no escuchar el ruido y les ofreció Panelada.

—¿Ya terminaron? —preguntó la señora.

—Ni hemos comenzado —respondió Jhosep.

Lincoln se acomodó en una de las sillas del garaje y comenzó a hablar sobre la vida.

—No saben lo horrorosa que es la vida universitaria —dijo, su voz llena de frustración—. Es una pesadilla continua de exámenes y trabajos sin fin. Los profesores parecen no entender que tenemos una vida fuera de sus aulas.

Adita asintió con vehemencia, compartiendo su experiencia.

—Tienes razón. Estudié un tiempo y realmente es una locura. Recuerdo estar noches enteras estudiando y aun así sentir que no era suficiente. No sé cómo lo soportan algunos.

Jhosep se unió a la conversación, recordando sus días de estudiante.

—Yo también estudié un tiempo, pero lo dejé por problemas de mudanza. Cada vez que me estaba adaptando a un nuevo lugar, teníamos que movernos de nuevo. Al final, era imposible continuar y tuve que dejarlo.

Lincoln soltó un suspiro, apoyando la cabeza contra la pared.

—Es que a veces siento que estoy perdiendo el tiempo. Hay tanto que quiero hacer, pero me siento atrapado. ¿Alguna vez han sentido eso?

Mientras ellos conversaban, Detroitt permanecía en silencio, mirando al suelo. Lincoln se dio cuenta de su estado y frunció el ceño.

—¿Te pasa algo, Detroitt? —preguntó Lincoln, inclinándose hacia él.

Detroitt suspiró y levantó la mirada, su voz era un susurro.

—Eh? No, no pasa nada.

—Tenemos mucho en común, también me siento estancada pero esto me importa mucho, esto, ya saben, la banda. Vamos a hacer que valga la pena. —habló Adita.

Lincoln miró a Detroitt y sonrió levemente.

—Creo que Detroitt lo que quiere es que nos callemos y comencemos a tocar.

Un Mal SueñoWhere stories live. Discover now