Capitulo 4

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Mientras esperaban en el despacho del director, Sofía tenía la cabeza baja, limpiándose las lágrimas de las mejillas. Alex, con el ceño fruncido, no podía dejar de mirar la puerta, impaciente por la llegada de su madre. El silencio en la habitación se rompió cuando la madre, Elena, entró con una presencia imponente. Su cabello oscuro caía en ondas perfectas y su elegante conjunto resaltaba su figura esbelta. Al ver a Sofía con la cara llena de lágrimas y una ligera marca roja en su mejilla, se acercó rápidamente.

—¡Sofía! —exclamó, preocupada, abrazando a su hija con fuerza—. ¿Qué te ha pasado, cariño?

Sofía, entre sollozos, intentó hablar, pero Alex, que había estado conteniendo su rabia, no pudo más.

—Mamá, fue Camila. Se peleó con Lily, y Sofía intentó detenerlas. Al final, Camila le dio una bofetada.

Elena miró a su hijo, y luego al director, que se encontraba observando la escena con seriedad.

—Esto es inaceptable —dijo Elena, su voz temblando de enojo—. Nadie debería permitir que eso ocurra, menos aún en este lugar.

El director levantó la mano en un gesto de calma.

—Por favor, señora, necesitamos tranquilizarnos. Estoy seguro de que tomaremos las medidas adecuadas para resolver esta situación.

Pero Elena, sin escuchar, tomó la mano de Sofía con firmeza.

—Vamos a buscar la clase de Sofía —dijo con determinación—. Necesito saber quién se atreve a tocarla.

Mientras caminaban hacia las aulas, Alex miraba a su madre con admiración y preocupación. Cuando llegaron, la escena era la de un aula típica: estudiantes sentados, algunos murmurando, todos escuchando atentamente a la profesora.

Elena se plantó frente a la clase, su mirada atravesando a cada uno de los estudiantes. Sofía y Alex estaban justo detrás de ella, sintiendo la tensión en el aire.

—Escuchen todos —comenzó Elena, con voz firme—. Soy Elena, la madre de Sofía. Estoy aquí porque alguien en esta sala ha tenido la osadía de levantarle la mano a mi hija.

Los murmullos aumentaron, y los estudiantes comenzaron a mirarse entre ellos, claramente incómodos. Sofía, apenada, se inclinó un poco hacia atrás, deseando que todo se desvaneciera.

—¿Quién fue? —preguntó Elena, girándose hacia Sofía—. Dímelo, por favor.

Sofía, susurrando y con voz temblorosa, respondió:

—No es para tanto, mamá. No hace falta que hagas un escándalo...

Alex la miró, exasperado. Era demasiado buena persona, y eso le preocupaba.

—No, Sofía. Esto no se queda así.

Liam y Ethan, desde el fondo del aula, comenzaron a señalar a Camila.

—Fue ella —dijo Liam, claramente disfrutando del espectáculo—. Ella le dio una bofetada a Sofía.

Elena se giró rápidamente, mirando a Camila con ojos ardientes.

—Tú —dijo, avanzando con una actitud desafiante—. No voy a permitir que levantes la mano a mi hija. No puedo creer que este lugar, que debería ser seguro, esté lleno de violencia.

Camila se enderezó, un poco asustada pero tratando de mantener su postura desafiante.

—Ella solo... no sabe cómo defenderse.

Elena, sin perder un instante, replicó:

—Eso no es una excusa. Nadie tiene el derecho de golpear a otra persona, especialmente a una niña tan dulce como Sofía. Así que te aconsejo que pienses bien en lo que haces la próxima vez.

Entre Sombras y LucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora