Un viento estruendoso y gélido irrumpió con gran ferocidad dentro de la remolcadora, la luz de las lámparas cegó a ambas personas, pronto se apagaron, sin embargo, tanto Juan como Pancho no eran capaz de ver debido a las manchas negras en sus ojos, unas manos los jalaron y los arrastraron para bajarlos, apenas lograron pisar se dieron cuenta que toda la zona estaba nevada se encontraban en medio de una tormenta fuerte, confiando en el paso de sus compañeros de expedición se dejaron guiar, el frio se llegaba a sentir hasta los huesos, poco a poco la mancha negra desaparecía, sin embargo, era imposible ver más allá de unos escasos metros debido a la tormenta, los soldados lograban guiarse a gracias a unas poderosas lámparas que ayudaban a la visión. No paso mucho tiempo para que pasaran por una puerta metálica y se sintiera una calidez en el ambiente. Juan se volteó y vio como entraban el resto de los soldados con Pancho y cerraban de inmediato la puerta para evitar que mas nieve entrara. Un hombre se acercó para asegurarla y cerrar el cerrojo, estaba asegurado y tapado desde los pies hasta la cara, movió su mano sobre su cara y retiro el casco y la protección que llevaba para la nieve, detrás de todos esos artilugios se escondía una cara que mostraba años de experiencia, marcas de batallas y arrugas, rasurado con gran detalle, no se asomaba ni un pelo, y con el cabello corto, como cualquier militar. Tus ojos deberían de estar bien, no podemos perder el tiempo, apenas se termine la tormenta conectaremos todo al generador, y bajaremos a la cueva—dijo el hombre—Juan y Pancho—siguió diciendo—necesito que vean esto—El hombre caminó hasta una mesa, donde había un gran mapa. Juan y Pancho se acercaron. El hombre comenzó a señalar el mapa mientras explicaba que un equipo se adelanto para ver que nos esperaban en el primer kilómetroEllos bajaron hace una semana, nos dieron todos los datos en estas hojas y se regresaron para el frente, en pocas palabras, este es el punto de descenso, es a unos cien metros de la entrada—señalo el mapa con su dedo—de aquí la baja es sencilla, no ocuparemos equipo de alpinismo. Uno de los soldados se acercó con varias tazas con café. El hombre aprovechó para tomar un gran sorbo de la taza. Juan intentó lo mismo, pero se dio cuenta que era recién hecho y el agua estaba casi hirviendo, prefirió esperar.—Mas les vale calentarse de una vez, no sea que se enfermen y luego no puedan bajar—dijo mientras terminaba de tomarse la taza de café—Soy Met por cierto, capitán de la misión, a lo que íbamos. Después son varios metros sin nada de importancia, se hicieron pequeñas explosiones para ver si se encontraba algún mineral, pero fue puro polvo, según estos documentos, los minerales se encuentran mas en el fondo, pero son inconclusos, estoy casi seguro de que les entregaron unos antes de venir, poco antes del kilometro pusieron un puesto de avanzada, llegaremos ahí en nuestro primer día y veremos la mejor forma de avanzar. Iremos acompañados de casi todos los hombres que están aquí, solo un trio se quedara para tomar los datos que les vayamos transmitiendo.¿Cómo dijo? —preguntó—¿Cómo espera que les pasemos los datos si estaremos adentro de la cueva, no creo que estemos mandando a alguien caminar un kilómetro cada que encontremos algo con potencial para ser analizado? Y tampoco parece que haya cableado para telegrama, así pasemos más de un kilómetro tendríamos que regresar al puesto de avanzada—comentó Pancho.Vera—dijo Met mientras caminaba hacia un almacén. El lugar al que habían llegado era bastante completo, tenia luz eléctrica, calefacción y varias puertas, en una de las esquinas tenían colgado un tendido de cable, Juan intuyo que seria usado para conectarlo a la remolcadora y alimentar las maquinas. Algunos de los soldados se relajaban frente a una chimenea construida con metal mientras bebían te o café. Otros cargaban varias cajas entre las diferentes habitaciones del recinto. Pasaron unos minutos antes de que Met regresara del almacén, cargaba una mochila, se veía a simple vista que era pesada, contaba con un pedazo de aluminio que sobresalía de ella. Met la puso sobre la mesa. Con esto nos comunicaremos—dijo Met—Lo que sus ojos están viendo no es más que tecnología desarrollada en secreto para los esfuerzos de la guerra, este pedazo de aluminio lo llamamos antena, por lo que me explicaron transmite la información en formas de ondas y aquí otra antena recibirá la información, algo así funciona, estará transmitiendo desde el momento que salgamos de este lugar y no dejara de hacerlo, no se cuanto aguante, ya lo hemos probado, nuestras voces se escuchan, es una cosa muy loca que se anda probando en el frente para misiones iguales de secretas, nos dieron acceso a usar cosas muy raras, lo único que no me gusta es que no podemos escuchar, ninguno de nosotros la llevaremos, un soldado ya la tiene asignada. Regresemos al mapa, es importante que entendamos. Después del kilometro es incierto lo que encontremos, el equipo no tenia tanques de oxigeno o protección para ir mas a fondo, tenemos fortuna de nuestro lado, y nos hemos adelantado, mande esta mañana a soldados a dejar los tanques y el equipo necesario en el puesto de avanzada, ¿Alguna pregunta?¿Por qué es necesario que vayamos con escolta, que quieren los militares? podemos ir solos Pancho y yo, somos especialistas—preguntó Juan.Met se aclaró la garganta.—Tenemos que saber bien que es lo vamos a encontrar, ten por seguro que esta no es la única misión de exploración, bien podríamos estar diferentes misiones en el frente, pero aquí estamos, buscando en lugar pocos pensados para solventar la guerra, las industrias están cayendo, no hay otra opción, los remolcadores son maquinas increíble para romper y penetrar en las líneas enemigas, pero son unas perras caras de crear, y la aristocracia de este maldito país no quiere cooperar, hacen caso omiso y siguen consumiendo recursos, ustedes mismos llegaron en un tren creado para su uso, un tren que podría estar llevando víveres, municiones a los hombres y mujeres que dejan su vida para que tengamos una libertad y vengar las vidas de las personas que fueron arrebatadas en los primeros años. Ese tren bien podría nunca haberse creado y podría ser ahora un sinfín de cosas que ayuden allá. Hemos realizado grandes avances, estamos en la ofensiva, sin embargo, el tiempo se nos acaba necesitamos un golpe certero para forzar una mesa de diplomacia favorable. Espero que entiendas la razón—Tanto Juan como Pancho mantuvieron el silencio.—Bien, hemos visto a grandes rasgos lo que necesitábamos, les sugiero que descansen, mañana terminaremos de montar las maquinas que necesitemos y apenas terminemos saldremos con dirección a la cueva—dijo Met.Met se volteó y siguió estudiando el mapa y los documentos que estaban sobre la mesa. Un soldado se acercó a Juan.—Les mostrare donde están sus dormitorios, síganme.Ambos comenzaron a moverse a través del recinto, pasaron por una de las tantas puertas que los condujo a un pasillo largo pero estrecho, este pasillo también estaba lleno de puertas, pero estas estaban colocadas a lo largo y había mucha separación entre ellas. El soldado se detuvo apenas entraron al pasillo, se giró y abrió una puerta.—Esta es la habitación de Pancho—dijo el soldado.Pancho no dijo ni una palabra, el cansancio era evidente en su cara y entro a su habitación. Apenas entro el soldado cerró la puerta.—Su habitación es un poco más adelante.—Las instalaciones están muy bien equipadas, ¿no le parece un poco excesivo para una simple misión de exploración? —preguntó Juan.El dúo siguió caminando, la habitación de Juan estaba pasando el pasillo. Ambos cruzaron otra puerta delante de ellos había otro pasillo igual de largo que el anterior. El soldado se detuvo.—Yo la verdad no sé porque estén así de grandes las instalaciones, el pelotón no logra llenar todas las habitaciones, solo agradecemos que tengamos un lugar donde dormir, tienen todos los servicios, la habitación es grande, la cama es muy cómoda, incluso tenemos baños propios, esto es como los hoteles que hay en los centros de las grandes ciudades, agradezco que antes de una misión podamos tener un buen descanso, en el frente es muy diferente.El soldado abrió la puerta, aun portaba el equipo de protección para la nieve. Juan entro y agradeció con un gesto moviendo la cabeza. Acto seguido, la puerta fue cerrada. Lo que había dicho el soldado no era mentira. Las paredes de la habitación están forradas de gruesos paneles de cobre envejecido, con tuberías de bronce visibles que recorren las esquinas, silbando vapor de vez en cuando. Los engranajes de distintos tamaños están incrustados en las paredes, girando con suavidad, conectados a complejos mecanismos que controlan la calefacción y la ventilación del espacio. Los ventanales, grandes pero reforzados con gruesos barrotes de hierro, permiten ver el implacable exterior, con copos de nieve arremolinándose con ferocidad contra los cristales empañados. El centro de la habitación está dominado por una estufa de carbón con detalles en latón, emitiendo un calor acogedor. Cerca, un escritorio de madera oscura, tallada con patrones intrincados, sostiene un conjunto de instrumentos científicos y mecánicos: relojes de bolsillo abiertos, brújulas y mapas plegados junto a complejas máquinas que miden la presión atmosférica y la intensidad de la tormenta. La iluminación proviene de lámparas de gas, con bombillas incandescentes que proyectan un brillo cálido y dorado, suspendidas por cadenas de hierro desde el techo, que a su vez está cubierto por paneles de vidrio manchado y rejillas de ventilación que regulan el aire caliente. El suelo, hecho de tablones de madera maciza, cruje bajo el peso de cualquier paso, pero está cubierto por alfombras gruesas de tonos burdeos y dorados, que añaden un toque de lujo y confort. La cama, un armazón de hierro forjado con detalles de cobre y bronce, parecía sacada de una era industrial perdida. Los postes altos sostenían pequeños faroles de gas, mientras que el cabecero de cuero oscuro, adornado con tachuelas de bronce, mostraba una ventana circular con un antiguo barómetro, como si fuera la escotilla de una nave. Las mantas gruesas y los edredones de terciopelo, en tonos burdeos y esmeralda, ofrecían un refugio cálido contra el frío implacable.Juan, cansado por el turbulento viaje decide cerrar los ojos, no tardo quedarse dormido. A la mañana siguiente Juan estaba limpiándose la cara, la tenia empapada de sudor, durante la noche había tenido un sueño pesado, el se encontraba en el medio de una sala imponente, rodeado de muchas personas las cuales no podía reconocer, el ruido retumbaba por toda la sala, pero al entrar a sus oídos era incapaz de entender que decían las personas, no lograba comprender que hacia el ahí, ¿Le estaban preguntando cosas? ¿Lo estaban enjuiciando? Era incapaz de contestar tantas preguntas de aquel sueño, como era costumbre cada que tenia un sueño que no entendía lo escribía antes de que desapareciera de su memoria, así con lo poco que lograba entender y desvaneciéndose cada vez mas plasmo en letras lo que soñó la noche anterior antes de irse a reportarse para la misión. El tiempo paso rápido por la mañana, al reportarse les dieron la instrucción de ir a desayunar, pues su ayuda no era tan necesaria en la previa de la misión, los soldados ya se habían ocupado de la mayoría de las tareas. La remolcadora fue colocada mas cerca del complejo y conectada mediante grandes cables de cobre. La única solicitud que les dieron a Juan y a Pancho era que al momento de reportar por la tarde ya tuvieran puesto el traje de protección, así como todas las herramientas que necesitaran para la expedición. Juan regresó a su habitación, el traje se encontraba a la altura de la cama. Ahí había un abrigo largo y pesado, de lana gruesa en tonos tierra, diseñado para resistir las inclemencias de entornos hostiles. Los detalles mecánicos saltaban a la vista: engranajes de bronce dispuestos sobre el pecho y abdomen. Mangueras flexibles serpenteaban desde el chaleco, conectándose a dispositivos de respiración y filtrado. El casco podía ver que cubría por completo la cabeza, con un conjunto de gafas protectoras que incluían múltiples lentes intercambiables, listos para adaptarse a las cambiantes condiciones de luz en la profundidad de la cueva. La máscara de gas que cubría su rostro parecía algo sacada dese el mismo frente; de un futuro oscuro: gruesa, con varias válvulas y tubos que se conectaban a las mangueras del chaleco y al final estos terminaban en el mismo respirador. Para las manos se tenían guantes de cuero curtido, estaban equipadas para manipular herramientas pesadas o piezas de maquinaria delicada, siempre preparado para cualquier imprevisto. El conjunto de prendas, con sus detalles metálicos y su aire imponente, transmitía una sensación de seguridad a Juan. Listo para enfrentarse a un ambiente, si bien, desconocido, por resultados preliminares poco hostil. El día avanzó. El grupo se encontraba a escasos metros de la entrada de la cueva. Siete habían sido los elegidos para bajar. Dos científicos, Juan y Pancho iban con los trajes de protección y con herramientas, mientras que el resto del grupo eran los soldados, portaban el mismo traje de protección, sin embargo, estaban armados, como arma secundaria llevaban una pequeña pistola capaz de disparar perdigones que electrificar cuerpos completos y paralizar durante un buen rato los cuerpos, fue probada en animales grandes y era igual de efectiva que en humanos. A Juan no le causaba preocupación el arma pequeña, el arma principal de los soldados se mantenía en los cabezas de Juan.—Es por precaución, son directivas, mira si a alguien se rompe una pata por que piso mal, a todos nos ira mal, al ser una misión del alto interés, por la más mínima cosa que no cumplamos, la tomaran como excusa durante un juicio, yo no estoy de humor para esa mierda—dijo Met mientras fumaba.Uno de los soldados cargaba una mochila diferente a la de los demás, portaba el comunicador, a todos les habían dado un pequeño aparato para que lo colocaran cerca del cuello. Según Met funcionaria junto al comunicador. El tanque de oxígeno con el comunicador sería muy pesado, sin embargo, el soldado se encontraba expectante. —Soy el único con suficiente fuerza y aguante—le había dicho a Juan.Los tanques fueron dejados antes, el grupo iba con un pequeño filtro, los tanques eran en caso de que los filtros quedaran inútiles durante la misión.Mel hasta el frente visualizo su reloj y después de revisar que todo estuviese listo se aclaro la garganta. Aun no portaba su casco y seguía fumando. Tomo una gran cantidad de humo y pasado de unos segundos exhalo.—Ahí va el ultimo—dijo mientras tiraba el resto al suelo.Observo la hora en su reloj. Con un movimiento en la mano todos los soldados comenzaron a avanzar, Juan y Pancho los siguieron pocos segundos después. Met comenzó a hablar mientras caminaba y se colocaba el casco.—La guerra arrasa campos y vidas, sin gloria, solo heridas. El frío acero corta el alma,y en la trinchera, muere la calma. Los gritos se pierden en la tierra, donde la esperanza no regresa. Se lucha, se cae, sin razón, en el frente solo queda desolación. Y henos aquí caminando a la oscuridad.El camino al kilometro fue de relativa calma, los rayos de luz cada vez llegaban en escasez, durante varias partes del trayecto Juan y Sancho se detuvieron a ver ahí donde la misión anterior hizo pequeñas explosiones, tenían la poca esperanza de encontrar alguna mena, pero fue en vano, todo pareciera indicar que tendrían que entrar más allá del puesto de avanzada. Un punto lejano daba algo de luz.—Ahí es nuestro destino—dijo Met.—¿Saldremos de inmediato o descansaremos? —preguntó Pancho.—Ustedes son los expertos, si creen que dentro de este kilometro no encontraremos algo de valor, lo mejor es avanzar lo más pronto posible, allá tenemos de todos, generadores portátiles, los tanques de oxígeno, marcadores, cables, gas, pensamos en todo cuando dejamos los materiales. Agarren cuanto sea necesario, regresaremos hasta que el paso se nos sea imposible, se tienen muchas esperanzas de esta cueva—dijo Met.—¿Dejaron cigarros? —pregunto Pancho. Met le dirigió la mirada sin decirle nada, el grupo siguió el camino hasta el puesto de avanzada.El grupo agarro todo el equipo dejado, montaron los tanques de oxígeno y decidieron que era mejor que sobrara equipo en la profundidad de la cueva, que faltara.Así, se dieron los primeros pasos hacia lo desconocido.Met se aclaró la garganta.—Los gritos se pierden en la tierra, donde la esperanza no regresa. Se lucha, se cae, sin razón, y se camina hacia la oscuridad y la desolación. Ruegos al cielo, sin salvación, Dios calla en medio de la destrucción. Se marchitan las almas sin redención, pérdidas entre sombras, sin absolución.
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La cueva infinita
TerrorEn medio de una devastadora guerra, un grupo de exploradores y soldados se adentra en una misteriosa cueva en busca de recursos minerales cruciales para mantener el conflicto. La misión, vital para la supervivencia de su nación, pronto se transforma...