03. Motivos ocultos

30K 3.3K 14.7K
                                    

Por primera vez, en mis cortos y traumáticos diecisiete años, puedo decir que aún tengo cerebro y que, además, ¡sirve!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Por primera vez, en mis cortos y traumáticos diecisiete años, puedo decir que aún tengo cerebro y que, además, ¡sirve!

Casi nunca comprendo nada de lo que los maestros explican, y como no entiendo, dejo de prestar atención a las clases, tal vez esa sea la razón por la que no entiendo en primer lugar, pero gracias a las tutorías de Edward pude comprender los temas a la primera. No me costó tanto como otras veces y eso es un milagro. O Edward es muy bueno enseñando o es la reencarnación gay de Jesucristo.

Los primeros tres días de tutorías fueron un poco incómodos porque aún no me acostumbraba del todo a la cercanía de Edward, además, mi mamá nos vigilaba demasiado pese a que le expliqué que no pasó nada de las cosas que ella se imaginaba por la posición embarazosa en la que nos encontró (no pude convencerla de lo contrario); sin embargo, los siguientes días me la pasé mejor: presté más atención a sus explicaciones y no al movimiento de su boca cuando hablaba, también estuve más atento a la información de la libreta y no a su bonita caligrafía y claro que mi vista estaba enfocada en lo que escribía y no a como se veía con las mangas arremangadas cuando anotaba. Hice mi mejor intento.

No puedo negar que su atractivo acaparó la mayor parte de mi atención; tiene un no sé qué que provoca que sea imposible apartarle la mirada. La última vez que me pasó algo similar fue en una convención de anime donde un chico hizo un cosplay muy realista de Marshall Lee de Hora de Aventura, se veía muy guapo y durante toda la convención no le quité un ojo de encima, si no fuese porque me daba pena, le habría pedido una foto. Creo que lo que me pasa con Edward es justo lo que me pasó con él, así que asocio ambas situaciones con el hecho de que me provocaban... ¿admiración? No sé, no ves chicos atractivos todos los días.

Bueno, en mi caso sí cuento con ese privilegio. ¿Debería abusar de mis privilegios como amigo de alguien atractivo y cobrar cuando alguna chica me pida su Instagram? Ah sí, olvidé mencionarlo, ya nos seguimos en insta, incluso me agregó a close friends. ¿Debería cobrar el contenido que suba a su close? No es una mala idea de negocios.

Un molesto chirrido me saca de mis cavilaciones. Alzo la vista en dirección del sonido y me topo con los ojos cafés de Jean, quien acaba de hacer la silla a un lado para sentarse junto a mí. Él alterna la mirada entre mi rostro y la libreta y luego alza las cejas con ligera sorpresa.

—¿Estás haciendo la tarea? —curiosea. El tono incrédulo en su voz es casi palpable. Me abstengo de rodar los ojos, sé con qué intención me lo pregunta.

—Sí, ¿por qué?

—Eso es raro, ¿te sientes bien?

Coloca su palma fría sobre mi frente, comprobando mi temperatura. Hundo las cejas con irritación y lo aparto de mí con un manotazo que provoca que se ría con sorna. Sé que es extraño que me vea hacer algo en la escuela que no sea quejarme, pero a veces también puedo concentrarme y ser responsable si me lo propongo. Y si tengo un incentivo que me motive.

La conquista perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora