Capítulo 21: Incertidumbres

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Kang Yeosang ingresó al hospital de Pohang con muchos nervios dentro suyo. Aquellos latidos un poco más acelerados de lo normal en su pecho no se habían calmado durante el trayecto en el automóvil de su hermana, ni mucho menos cuando llegó a la recepción, en busca de su padre.

-Piso 5, habitación 75 -le indicó la mujer encargada. Yeosang asintió y tomó un respiro, antes de darse la vuelta.

La sonrisa de Seonghwa lo tranquilizó de inmediato. El pelinegro se acercó para tomar sus mejillas.

-Te esperaré aquí, ¿sí? -le dijo tras un suave beso.

-Gracias -Yeosang lo abrazó de inmediato.

Luego de otro corto beso, el castaño tomó el camino directo hacia las escaleras. No tenía ganas de utilizar el ascensor, ya que aquello solo aceleraba el tiempo. Aún así, sabía que tarda temprano tendría que enfrentar esa situación.

Cuando llegó al piso cinco, avanzó por un largo pasillo de color blanco, con distintas puertas que llevaban números en ellas. Pudo visualizar varias personas en las bancas, familiares de los enfermos que estaban dentro de las habitaciones. Supuso que en ese piso probablemente tenían a todos los pacientes en crítico estado de salud, ya que las familias lloraban y se abrazaban entre ellos.

Yeosang no pudo evitar sentir miedo. No quería perder a su padre.

Finalmente encontró la habitación. Kang se quedó en frente de aquel letrero circular con el número "5-75" mientras pensaba que le iba a decir al hombre que llevaba años sin ver.

Cansado de huir, tomó el picaporte de la puerta y entró.

La habitación olía a hospital. El aroma a medicamentos y a extrema limpieza era hasta agobiante. Habían dos camillas atestadas a la pared, del lado derecho, mientras que una fina cortina las separaba en un vago intento de privacidad. En la primera, la que se visualizaba a penas entrar, había una mujer de edad avanzada que dormía plácidamente.

-¿Quién es? -preguntó la persona de la segunda camilla, al que se le veían solo los pies. Yeosang reconoció esa voz de inmediato y se tensó- He pedido estar solo, ¿no entiendes eso?

Yeosang supuso que le hablaba a la enfermera que lo cuidaba. Tragó saliva antes de decidir acercarse poco a poco, enseñándole su silueta a su padre.

-¿A mí tampoco me quieres ver? -dijo cuando estuve frente a él. El hombre estaba mirando hacia un costado, pero en cuanto escuchó la voz grave de su hijo, volteó inmediatamente.

Haber llegado hasta ahí, solo para verlo postrado en una cama de hospital, destrozó por dentro a Yeosang. Su corazón estaba lleno de mezclas de emociones.

El señor Kang no podía creer ver a quien tenía enfrente. Llevaba años sin ver a su hijo. Estaba mucho más alto y fuerte. Sin embargo, su rostro angelical seguía siendo el mismo, al igual que su color natural en el cabello. El hombre no pudo evitar respirqr más fuerte, no solo por tener a su hijo ahí, sino porque podía ver, en su rostro, que no le guardaba el rencor que él se imaginaba.

-Hijo mío... -susurró.

El castaño se acercó a su padre con cuidado y lo abrazó, sintiendo una mezcla de amor y dolor. Estaba frío, pálido y débil. Era hasta un insulto para el fuerte hombre que había sido en el pasado.

-Estoy aquí, papá -el moreno comenzó a soltar lágrimas. Sentía los débiles brazos de su padre, en su espalda, corresponderle al abrazo-. Estoy aquí.

-Yeosang... -tartamudeó, separándose un poco de él. El mencionado se sentó en la cama y tomó la mano de su padre. El señor miró hacia arriba, con ojos llenos de arrepentimiento-. Lo siento, hijo. Lo siento mucho... -susurró sin dudar-. Llevo años intentando disculparme contigo pero nunca he encontrado el valor. Lo siento.

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