XVII.

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Volvía a llover en Mónaco

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Volvía a llover en Mónaco. Tenía la sensación de que la lluvia no había cesado desde la discusión con Lily.

Apenas nos hablábamos. Ella llegaba cuando yo tenía que ir a entrenar, y cuando volvía a casa, se marchaba sin decir ni adiós.

Yo, por mi parte, tenía la sensación de siempre estar buscando las palabras correctas para acercarme a ella, pero nunca reunía el valor suficiente.

Era sorprendente, porque yo nunca había sido así. ¿Qué me importaba a mi que alguien estuviese enfadado conmigo? Nada. Siempre me había dado absolutamente igual. Pero con Lily era diferente. Saber su historia solamente había conseguido que sintiese una cierta debilidad por ella.

Esa mañana, como todas las demás, sonó el timbre de casa y, al abrir la puerta, me saludó con una sonrisa forzada que tenía muy poco de sincera. Tomé aire profundamente, intentando convencerme a mi mismo de que no era buena idea abrir la boca.

Pero no fui capaz.

–Oye, Lily... ¿Podemos hablar? –la morena se volteó una vez dejó la chaqueta sobre el sofá.

–No creo que haya nada que hablar... –respondió casi en un susurro. ¿Desde cuándo había esa timidez dentro de ella?

–¿Ah, no? Claro... no hay que hablar de lo callada que estás últimamente, ¿verdad? Ni tampoco del hecho de que me ignoras en todo momento, ni de que has cambiado por completo de un día para otro...

–Mira, se acabó –me interrumpió antes de que pudiese continuar. –No tengo porqué darte ningún tipo de explicaciones. No eres nadie para meterte en mi vida. No somos nada, Max. Nada.

–Sí, me ha quedado bastante claro después de que huyas de mi cada vez que nos vemos, teniendo en cuenta que, hasta hace unos días, nos veíamos para follar –las palabras se me escapaban de entre los labios sin que pudiese hacer nada por evitarlo.

–Exacto, para follar. Nada más allá de sexo. Entre tú y yo no hay nada. Ni lo hubo, ni lo hay, ni lo habrá.

–Eso lo tenemos muy claro los dos pero, ¿qué ha pasado para que ahora huyas de mi? –sonará estúpido, pero sentí cierto vértigo al hacer la pregunta.

–No ha pasado nada...

–Por favor, Lily... Sé sincera –pedí prácticamente derrotado.

–He conocido a alguien.

–Ah.

Silencio.

Se hizo el puto silencio en la casa. Incluso Ivy, que solía hacer ruiditos con la boca, se había callado. Joder, ¿quién no lo haría con la bomba que acababa de soltar Lily?

"He conocido a alguien".

¿Qué se responde a eso? "Oh, genial. Mucha suerte". Era increíble, pero era incapaz de reaccionar de aquella manera. No me salía natural. ¿Estaba enamorado de Lily? Absolutamente no. ¿Quería que Lily estuviese con alguien? Tampoco. Me había convertido en un puto adicto a lo que había entre nosotros. Era la mezcla perfecta: una especie de amistad cargada de sinceridad absoluta y un sexo que no me habían dado en mi vida.

Y se había terminado.

Así, de la noche a la mañana, Lily se había terminado para mi. Porque con cualquier otra mujer lo hubiese intentado de todas formas, pero no con ella. A Lily no quería complicarle la vida.

–Vaya, pues... qué bien, ¿no?

"¿En serio, Max? Qué bien, ¿no? Ridículo".

–Si... emm... –¿intentaba decirme algo? Era prácticamente inaudible. –Lo nuestro... termina aquí.

–Sí, claro – "Mantén la dignidad, Max. Mantén la dignidad". –Bueno, Ivy...

–Sí, a Ivy seguiré cuidándola –afirmó con una sonrisa forzada. Era jodidamente forzada. ¿No se supone que, cuando alguien está enamorado, no deja de sonreír?

–Tú... ¿eres feliz?

"Oh, por favor..."

Quise abofetearme a mi mismo en ese instante. ¿Qué clase de pregunta era aquella? ¿Desde cuándo me importaba a mi cómo se sintiese?

–Sí, claro –joder... era la respuesta menos convincente que había escuchado en mi vida. Y eso, en parte, me preocupó. Lily ya había sufrido suficiente en su vida como para añadir aún más sufrimiento.

–Sabes que, si te pasa algo, puedes contármelo, ¿verdad?

–Oh, por dios, Max... Deja de hacer esto –protestó sentándose en el sofá, mostrándose completamente derrotada.

–¿Hacer el qué?

–Actuar como si yo te importase algo.

–Pero... es que me importas de verdad –un nudo se formó en mi garganta y me impidió casi respirar. Tenía la sensación, por primera vez en mi vida, de que había hablado de más. ¿Qué clase de respuesta era aquella? De las que te dejan en evidencia.

Su mirada tensa se relajó por unos segundos, permitiéndose mostrarse vulnerable. Contuve la respiración, sintiendo un alivio inexplicable. Aquella sí era la Lily que yo conocía. La de verdad. Aunque duró muy poco.

–Pues estoy perfectamente. Mejor que nunca –respondió recomponiéndose, volviendo a construir aquel muro de hormigón que nos separaba más que nunca. Lo hacía para alejarme de ella, para dejarme bien claro que todo entre nosotros había terminado. Lo que sea que hubiese habido.

–Ya... –susurré, dándome completamente por vencido. Poco más podía hacer si ella no quería abrirse. –Ivy ya ha desayunado. Volveré en un par de horas.

Lily tan solo asintió, manteniéndose en completo silencio. ¿Quién era aquella persona que quedaba en mi salón mientras yo me alejaba? No era ella; al menos no la que yo conocía. No quedaba nada de aquella persona que me ponía en mi sitio cuando lo necesitaba o que sabía cuándo y cómo pararme los pies.

–Lily.

–¿Sí? –preguntó levantando la mirada.

–Creo que... no quiero irme –era una locura, pero era la verdad. Había algo que me impedía abandonar aquella casa, y ese algo era ella. No estaba bien; lo podía notar. Pero también sabía que no lo admitiría; no a mi. –Sé que no estás bien y...

–Max, vete ya, por favor –pidió casi en un susurro, removiéndome por dentro. ¿Por qué, de pronto, pretendía alejarme de ella todo lo posible? Que estuviese conociendo a alguien no tenía porqué significar que tuviese que dejarme a un lado. –He... he quedado con Alfie.

Alfie.

Vaya...

–Eh... sí, claro. Estaré de vuelta cuanto antes –lo último que quería era joderle la vida. Ella era la persona que más me estaba ayudando.

–Gracias.

Sonrió una vez más, pero la luz que siempre había en sus ojos (tanto de enfado como de alegría) se había apagado. Poco quedaba de la Lily que yo conocía.

Y por primera vez en mi vida, no era la velocidad lo que oprimía mi pecho. Era el simple hecho de pensar en Lily.

Me tenía completamente jodido.

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¡Hola a todo el mundo!

Sí, amores... las cosas se están complicando, y esto no ha hecho más que empezar. Max va a tener muuuchas sorpresas (de las buenas y de las malas). ¿Y quién va a estar a su lado...? ;)

Espero que os haya gustado el capítulo y que estéis preparadas para todo lo que está por venir, porque esto es solamente el principio ;)

OS AMO 🧡

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