8. Lo que nos une.

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En medio de la oscuridad, encontramos la luz en nuestra vulnerabilidad, donde el amor se convierte en un refugio inesperado.

Han pasado varias semanas desde la muerte de Elena, y las noches se han convertido en un campo de batalla. Las pesadillas me asaltan como sombras en la oscuridad. Cada vez que cierro los ojos, la imagen de su rostro se mezcla con el dolor de su partida. Pero hoy, Lucas ha decidido que necesitamos un respiro, un escape de esta agonía que nos consume.

—Confía en mí, Valeria —me dice mientras conduce hacia la finca que tiene a las afueras de Roma. Su voz es suave, pero hay un trasfondo de determinación que me hace sentir un poco más segura.

La cabaña se alza entre los árboles, envuelta en un aura de tranquilidad. Cuando llegamos, el aire fresco y el canto de los pájaros parecían abrazarnos. Lucas me tomó de la mano, y por un momento, sentí que todo estaría bien.

—Bienvenida a la cabaña del amor —dice, sonriendo con complicidad.

Me río, aunque hay un nudo en mi estómago. La idea de estar aquí con él, lejos del mundo, me da tanto miedo como emoción. Nos instalamos y comenzamos a explorar el lugar. La cabaña era acogedora, con una chimenea de piedra y ventanas que dan a un pequeño bosque.

—¿Te gustaría ver la cascada? —me pregunta Lucas, sus ojos brillaban con entusiasmo.

Asiento, y juntos nos dirigimos hacia el sonido del agua fluyendo.

La cascada caía con fuerza, creando un espectáculo hipnotizante. El agua brillaba bajo el sol. Me acerqué al borde, sintiendo cómo las gotas de agua salpicaban mi rostro. Lucas se quedó detrás de mí.

—Es hermoso —susurré, sintiendo como  la belleza del lugar me llenaba de paz.

Él se acercó más, y su mano encontró la mía. Con un gesto suave, me giró hacia él. Nuestros ojos se encontraron. Solo estábamos nosotros dos, rodeados por la naturaleza.

—Valeria —dijo con voz profunda—, este lugar es mágico. Pero tú lo haces aún más especial.

Su mirada era intensa, y mi corazón latía con fuerza. Sin pensarlo, me acerqué más a él, sintiendo su calor. Lucas me envolvió con sus brazos, y nuestras bocas se encontraron en un beso que comenzó suave, pero pronto se volvió apasionado.

El agua de la cascada caía a nuestro alrededor, y el sonido del agua se mezclaba con el latido de nuestros corazones. Cada caricia era un susurro de amor, cada beso una promesa de lo que estaba por venir.

Lucas me llevó hacia el borde de la cascada, donde el agua formaba un pequeño estanque. La luz del sol se filtraba a través de los árboles, creando destellos dorados en el agua. Con un gesto suave, me hizo girar y me empujó ligeramente hacia el agua fresca.

—¡Lucas! —exclamé entre risas mientras el agua me rodeaba.

Él se lanzó tras de mí, riendo mientras emergía de las profundidades. El momento fue perfecto, y la risa se convirtió en algo más profundo cuando nuestras miradas se encontraron nuevamente.

Con un movimiento decidido, Lucas se acercó y me tomó por la cintura. Sus labios encontraron los míos otra vez, esta vez con una urgencia que encendió una chispa entre nosotros. El agua nos envolvía, pero no había nada más que el calor de nuestros cuerpos.

El roce de su piel contra la mía era electrizante, y cada beso se sentía como una revelación. Las manos de Lucas exploraban mi cuerpo con ternura y deseo, y yo respondía a cada toque con una mezcla de pasión y vulnerabilidad.

El sonido del agua mientras caía se convirtió en nuestra banda sonora, y el sol sobre nosotros era un testigo silencioso de nuestra conexión. En ese instante, todo lo que había sido doloroso y oscuro se desvaneció. Solo quedábamos nosotros, perdidos en un abrazo lleno de amor y deseo.

La Marioneta Del Mafioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora