9. La última noche.

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En la última noche, bajo un cielo estrellado que parecía eterno, se abrazaron sin saber que el tiempo se les escapaba. Rieron, compartieron secretos y sueños, ajenos a que cada instante era un susurro del final. La luna, testigo silencioso, guardó su secreto mientras sus corazones danzaban en la ilusión de la eternidad.

El sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. La cabaña, que había sido nuestro refugio durante unos días, parecía despedirse con un último susurro de calma. Matteo había ido a recogernos,así que nos encontrábamos recogiendo nuestras pertenencias.

—No puedo creer que ya se acabe —dijo Valeria, cerrando su mochila con un ligero gesto de tristeza.

—Siempre podrán volver —respondió Matteo, sonriendo. —Además, tengo algo que contarles.

Lucas levantó la mirada.

—¿Qué pasa? ¿Algo emocionante?

Matteo se acercó a nosotros, bajando la voz como si estuviera a punto de contarnos un secreto.

—Mañana llega Sergio,dijo que quería unirse a nosotros para el fin de semana.

Fruncí el ceño, curiosa.

—¿Sergio? No lo conozco.

Lucas asintió con una mezcla de nostalgia y alegría en su rostro.

—Sí, es mi amigo de la infancia,es todo un aventurero y un mujeriego también sin dudas. Siempre está buscando la próxima emoción. Lo extrañaba un montón.

Matteo sonrió con complicidad.

—No te preocupes, Valeria. Es un buen tipo, aunque a veces puede ser… un poco intenso.

Mientras continuábamos empacando, Matteo se acercó a Lucas con preocupación .

—Hey ,ya le contaste?

—Aún no.

—Se supone que este viaje a pesar de todo era para que le contaras antes de que fuera demasiado tarde.

—No tuve oportunidad, te juro que muero por contarle ya que mis sentimientos han cambiado,no puedo mentirle más.

—Por eso nunca ligo el trabajo con el amor,nunca imaginé que tú te enamorarías y mucho menos de tu secuestrada ¿cuando fue que llegamos a esto?

—No lo sé amigo ,no lo sé.

Lucas se acercó a mi, buscando un momento a solas, moría por escuchar si conversación pero no me fue posible.

—Oye, ¿quieres hacer algo especial antes de irnos? —preguntó, con un brillo en sus ojos.

Mi corazón dio un vuelco.

—¿Qué tienes en mente?

Lucas sonrió y tomó mi mano.

—Vamos a dar un último paseo por el bosque. Podemos ver el atardecer desde el mirador.

La idea era perfecta. Juntos caminamos por el sendero cubierto de hojas crujientes, el aire fresco llenaba nuestros pulmones mientras la luz del día se desvanecía lentamente.

  Desde el momento en que Lucas y yo llegamos a la cabaña, sentí que algo especial iba a suceder. Mientras me preparaba para salir hacia el mirador, no podía evitar mirar a Lucas. Su sonrisa iluminaba la habitación y su mirada me hacía sentir mariposas en el estómago. Al llegar al mirador, el espectáculo era deslumbrante. Nos encontrábamos en una pequeña plataforma de madera elevada, rodeada de árboles altos que parecían tocar el cielo. Desde allí, podíamos ver todo el valle extendiéndose ante nosotros como un lienzo pintado por la mano del artista más hábil. El sol se sumergía en el horizonte, bañando todo en tonos dorados y violetas. Las sombras alargadas de los árboles danzaban suavemente con la brisa, creando un ambiente mágico.

Era un espectáculo digno de admirar, pero lo que realmente me cautivó fue Lucas. La forma en que su figura se recortaba contra el horizonte me hizo sentir un deseo ardiente. Me acerqué un poco más, sintiendo cómo la electricidad entre nosotros crecía.

  —Es hermoso, ¿verdad? —dijo Lucas, su voz era suave, casi como un susurro que solo yo podía escuchar. 

Asentí con la cabeza, pero mis pensamientos estaban lejos del paisaje. Todo lo que podía pensar era en él, en cómo mi corazón latía más rápido cada vez que me miraba.

—Valeria —dijo Lucas, tomando mi mano con delicadeza—. Te amo más de lo que puedo expresar.

  Sus palabras resonaron en mi corazón como una melodía perfecta. En ese momento, todo cambió. El deseo ardiente se apoderó de mí y no pude resistirme. Me acerqué a él y nuestros labios se encontraron en un beso lleno de pasión. Sentí cómo mis piernas temblaban mientras el calor entre nosotros aumentaba.  Lucas me abrazó con fuerza mientras nos besábamos, sus manos explorando mi espalda y mis caderas. Cada roce enviaba ondas de placer a través de mi cuerpo. La conexión era tan intensa que parecía que el mundo exterior había desaparecido por completo. Mis manos se deslizaron por su pecho tonificado, sintiendo cada músculo bajo mis dedos mientras lo atraía hacia mí con más fuerza. El aire estaba cargado de una mezcla de deseo y emoción palpable; podía sentir su corazón latir con fuerza contra mi pecho.  Nos movimos lentamente hacia un rincón del mirador donde las estrellas brillaban intensamente sobre nosotros. La luz plateada iluminaba su rostro mientras me miraba con una intensidad que hacía que mi corazón se acelerara aún más.

  —Eres todo para mí —susurró Lucas con voz profunda y llena de amor—. Quiero estar contigo siempre. 

No necesitaba palabras para responderle; simplemente lo besé nuevamente, dejando que la pasión hablara por mí. Nuestros besos se volvieron más profundos y las caricias más atrevidas mientras nos dejábamos llevar por el momento.  Sentí cómo sus manos acariciaban mis muslos mientras yo envolvía mis piernas alrededor de su cintura. La calidez de su cuerpo contra el mío era electrizante y cada caricia provocaba escalofríos de placer en mi piel. En ese rincón del mirador, rodeados por la belleza del universo, nos entregamos al fuego de nuestra pasión.  La intimidad creció entre nosotros como una tormenta desatada; los besos eran ardientes y llenos de deseo mientras nuestras manos exploraban cada rincón del cuerpo del otro. Cada roce encendía llamas dentro de mí; cada susurro llenaba el aire con promesas no dichas.  Lucas comenzó a besarme suavemente el cuello mientras sus manos recorrían mis brazos y espalda, haciendo que mi piel se erizara con cada toque delicado pero firme. Sus labios bajaron hasta mis hombros, dejando un rastro cálido que me hacía suspirar profundamente. 

Me perdí en su mirada intensa mientras nuestras respiraciones se aceleraban y nuestros cuerpos se movían juntos al ritmo del deseo compartido. Cada movimiento era una danza sensual donde nos encontrábamos y entrelazábamos en perfecta armonía.  Con cada beso, cada caricia y cada roce entrelazado, sentí cómo nuestras almas se conectaban aún más profundamente. Era como si estuviéramos creando nuestro propio mundo donde solo existíamos nosotros dos.  Finalmente, cuando estuvimos completamente inmersos en esa experiencia única e intensa, nos detuvimos por un momento para mirarnos profundamente a los ojos. En ese instante comprendimos lo que significaba ser uno para el otro: prometernos amor eterno sin importar lo que el futuro pudiera traer. 

—Valeria —dijo Lucas con ternura—.  siempre estaré a tu lado, pase lo que pase.

  Con esa promesa sellada entre miradas ardientes y corazones latiendo al unísono, supimos que habíamos creado algo hermoso e inquebrantable esa noche mágica bajo las estrellas. 

—¿Sabes? —comenzó Lucas—. A veces me pregunto cómo será nuestra vida dentro de unos años.

Lo miré, sorprendida por la profundidad de sus palabras. Los colores del atardecer reflejaban en sus ojos, dándole un brillo especial.

—No lo sé. Pero espero que sigamos teniendo noches como esta —respondí con sinceridad.

Lucas sonrió y, sin pensarlo dos veces, tomó mi mano. La conexión entre nosotros era palpable; cada latido parecía resonar con la suavidad del viento y el murmullo lejano de un arroyo.

—Quiero que recuerdes esta noche como algo especial. No solo por el paisaje, sino porque quiero que sepas cuánto significas para mí y también porque no sé qué pueda pasar después de está.

La Marioneta Del Mafioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora