Capítulo II

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Sombras en la Noche

La noche había caído en Eldermoor, y una niebla espesa se cernía sobre el pueblo, como si el mismo aire estuviera esperando a que algo sucediera. Había pasado horas desde mi encuentro con Dixon, y la ansiedad y la emoción se mezclaban en mi interior. Sabía que tenía que cumplir con su advertencia y dirigirme al bosque, pero no podía hacerlo sin hablar con Kelsie primero.

Me cambié rápidamente y salí de casa, buscando la calidez de su compañía antes de adentrarme en la oscuridad. Al llegar a su casa, encontré las luces encendidas y el sonido de música suave flotando en el aire. Golpeé la puerta con suavidad, y Kelsie apareció casi de inmediato, su rostro iluminado por una sonrisa.

—¡Leyla! Justo estaba pensando en ti. —Me abrazó con fuerza—. ¿Cómo te fue hoy?

—Tuve un encuentro con Dixon. —La miré a los ojos, midiendo su reacción.

Su expresión cambió de alegría a preocupación en un instante.

—¿El chico del cementerio? ¿Qué quieres decir con "encuentro"?

—Me habló sobre las desapariciones. —Hesité, sintiendo la necesidad de compartir todo, pero no quería asustarla—. Dijo que hay algo oscuro en Eldermoor, y que debo ir al bosque esta noche.

Kelsie palideció, sus ojos se abrieron de par en par.

—¿El bosque? ¿Estás loca? Leyla, no puedes ir sola.

—No tengo opción. Necesito respuestas.

Kelsie cruzó los brazos, como si estuviera buscando la manera de argumentar, pero sabía que era inútil. La curiosidad había tomado posesión de mí, y ya no había vuelta atrás.

—Si insistes en hacerlo, al menos déjame acompañarte. —Su voz era firme, y no había espacio para discutir.

Asentí, aliviada de tener su apoyo. Juntas, nos adentramos en la noche, el aire fresco y húmedo envolviendo nuestros cuerpos. La ruta hacia el bosque era familiar, pero esta vez se sentía diferente, como si los árboles estuvieran susurrando secretos a medida que avanzábamos.

—No puedo dejar de pensar en lo que escuché en la plaza. Las desapariciones no son algo de lo que debamos tomar a la ligera. —Kelsie miró hacia atrás, como si esperara ver algo acechándonos.

—Lo sé. Pero si hay respuestas, necesitamos encontrarlas. —Mi corazón latía con fuerza, impulsado por una mezcla de miedo y determinación.

A medida que nos acercábamos al borde del bosque, la niebla se volvió más espesa, envolviendo todo en una atmósfera de misterio. Los árboles se alzaban como sombras amenazantes, y cada crujido bajo nuestros pies resonaba como un eco en la oscuridad.

—Leyla, tal vez deberíamos reconsiderar esto. —Kelsie titubeó, mirando a su alrededor—. No me gusta cómo se siente este lugar.

—No puedo dar marcha atrás ahora. —Le sonreí para tranquilizarla—. Estaré bien, y tú también.

Finalmente, llegamos al arroyo, y allí, el viejo puente de madera se alzaba frente a nosotras, cubierto de musgo y con las tablas crujientes al paso. La luna iluminaba la escena, proyectando sombras largas y alargadas que parecían bailar en la superficie del agua.

—Es aquí. —Dije, sintiendo que la tensión en el aire aumentaba—. Dixon dijo que buscaría respuestas.

Cruzamos el puente con cautela, el sonido del agua fluyendo debajo nos envolvía. En el centro del puente, el aire se volvió pesado, y una sensación de ser observadas nos hizo detenernos. Miré hacia la orilla del arroyo y vi una figura. Era un chico que reconocía de inmediato: Nicolás, el hermano de Kelsie, quien siempre había sido un poco el "misterioso" del pueblo.

DESTINOS ENTRELAZADOS "El lado oscuro del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora