Capítulo 5

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Sora no había tenido mucho tiempo para reflexionar desde que llegó a la U.A. Todo había sido un torbellino de clases, miradas curiosas, y el constante desafío de mantener su misión encubierta. Pero mientras el auto se acercaba a Shibuya, las luces de la ciudad comenzaban a reflejarse en los cristales del vehículo, y Sora permitió que su mente vagara un poco más. A pesar de ser hija del hechicero más poderoso de la historia reciente, siempre había una presión constante, una expectativa de que ella estaría a la altura del legado de su padre.

Sus pensamientos se detuvieron bruscamente cuando Ijichi giró en una esquina y la escena frente a ella cambió drásticamente. Aquella calle de Shibuya estaba desierta, algo raro para una ciudad tan bulliciosa. Los edificios altos y las calles iluminadas por las farolas daban un aire de tranquilidad, pero Sora sabía que esa paz era solo una fachada. El ambiente estaba cargado de energía maldita, algo que incluso alguien sin sus habilidades podría sentir.

-Estamos cerca, por suerte ya se envió a alguien para colocar el manto, de lo contrario un simple humano podría haber detectado tal energía-murmuró Ijichi mientras desaceleraba-

Sora frunció el ceño, sus instintos alertándose. Aunque podía sentir el poder de la maldición, algo más la inquietaba. No era solo una presencia maldita, había varias, y no eran débiles. Su mente comenzó a correr con posibles escenarios mientras revisaba mentalmente sus habilidades. Estaba lista para pelear, pero siempre era mejor tener un plan.

-Ijichi, mantente cerca del auto,pero lejos de la escena-ordenó, mientras abría la puerta y salía al frío aire nocturno. La mirada de Ijichi mostró un atisbo de preocupación, pero él asintió, sabiendo que discutir con la hija de Gojo Satoru era inútil.

Sora caminó lentamente por la acera, dejando que su percepción maldita se extendiera a su alrededor. Podía sentir las vibraciones de la energía maldita, como pequeños latidos que resonaban en la distancia. A medida que se adentraba más en aquella normalmente bulliciosa calle de Shibuya, una figura familiar emergió de las sombras.

¿No deberías estar en la U.A, Sousou?- La voz de la figura resonó con una mezcla de estoicismo y rigidez, pero soltando aquel cariñoso apodo que solo el se lo decía, Sora levantó la vista para ver a un hombre alto, con cabello rubio peinado hacia atrás y pómulos delgados, con aquellos lentes en sus ojos, característicos de el. Un suspiro escapó de los labios de Sora.

-Nanami Ojichan, ¿qué estás haciendo aquí? -preguntó, no del todo sorprendida de encontrar al ex-asalariado en el campo.

Kento Nanami, con su siempre impecable traje y actitud severa, la miró con los brazos cruzados.

-Misión de emergencia. Tu padre me envió como refuerzo, aunque parece que me adelanté. ¿Pensabas encargarte de esto tú sola?-dice con mirada severa pero preocupada, maldecía a Satoru internamente por dejar a su hija en esa peligrosa misión-

Sora esbozó una pequeña sonrisa.
-Vamos, sabes que no necesito refuerzos. Además, papá confía en que puedo manejarlo. ¿No te lo dijo?

Nanami la observó en silencio durante un largo momento antes de finalmente responder- Gojo Satoru confía en muchas cosas, algunas de ellas extremadamente peligrosas- Dice con notable molestia-

Antes de que Sora pudiera responder, un fuerte estallido sacudió la calle a unos metros de donde estaban. Los dos hechiceros se giraron al unísono, sus cuerpos tensos por la adrenalina. Desde la distancia, Sora vio una figura emergiendo entre los escombros: una maldición de cuasi-primer grado, con forma un poco grotesca y piel retorcida de color negro.

-Ah, ahí está-dijo Sora con tono despreocupado, mientras Nanami fruncía el ceño.

-Esto no es un juego-dijo él con seriedad.

-Oh, lo sé. Pero tú me conoces, Nanami Ojichan. Todo es más divertido si disfruto un poco-contestó Sora mientras comenzaba a quitarse la venda que cubría sus ojos, revelando un color rojo intenso junto al brillo de sus Seis Ojos que los hacían ver como un mar de sangre o un cielo ensangrentado.
El color lo había heredado de su difunta madre y junto a la unión del poder del Clan Gojo, los seis ojos, ese color intenso rojo sangre de forma irónica parecía combinar con su gran manejo de las técnicas malditas de sangre heredadas del clan Kamo-Dejame lo mejor a mi -sonríe con ese brillo intenso en sus irreales ojos radiantes de peligro-

Nanami no dijo nada más. Sabía que discutir con ella sería inútil.
En cambio, se preparó, desabotonando su traje y sacando su arma preferida, aquella espada Roma envuelta en una tela blanca con puntos negros-

La maldición rugió mientras se lanzaba hacia ellos con una velocidad asombrosa. Sora observó sus movimientos con calma, sus ojos rojos sangre analizaban cada partícula de energía maldita que rodeaba a la criatura. Con un movimiento elegante, levantó la mano.

-Infinito- susurró, activando la "barrera" invisible que detuvo el ataque de la maldición a unos centímetros de su rostro.

Nanami ya estaba en movimiento, corriendo hacia la maldición mientras su espada se movía con precisión milimétrica. Mientras él la distraía, Sora dejó que su poder se expandiera, cubriendo el área con una ligera vibración de energía maldita. Podía sentir el latido del objeto maldito que buscaba, escondido en algún lugar cercano. Pero primero, tenía que deshacerse de esta molestia.

La maldición, aunque poderosa, no tenía ninguna oportunidad contra los dos hechiceros. Con una combinación de cortes rápidos y ataques de precisión, Nanami debilitó a la criatura. Y cuando llegó el momento adecuado, Sora aprovechó la apertura.

-Rojo- La palabra salió de sus labios en un susurro, pero el impacto fue devastador. Un rayo de energía maldita roja se disparó desde su mano, atravesando la maldición y haciéndola explotar en miles de fragmentos.

Nanami se apartó justo a tiempo, limpiándose el polvo de su traje.

-A veces me pregunto si realmente disfrutas de esto- murmuró, mientras observaba cómo Sora volvía a cubrirse los ojos con su venda, era el calco femenino de su padre, pero más soportable, ya que lo respetaba-

-Tienes razón- dijo ella con una sonrisa- Me gusta más de lo que debería, son unas plagas que deben de ser exterminadas, Ojichan-

El silencio se asentó entre ellos por un momento antes de que Sora volviera a concentrarse en la tarea principal. Ahora que la maldición había sido eliminada, podía sentir el objeto maldito con mayor claridad.

-Está cerca-dijo ella, dirigiéndose hacia un callejón oscuro.

Nanami la siguió sin una palabra, manteniéndose alerta. No sabía exactamente qué buscaban, pero si Sora lo había considerado importante, entonces debía ser algo que no podían ignorar.

A medida que se adentraban en la oscuridad del callejón, la energía maldita se hacía más fuerte. Finalmente, frente a ellos, encontraron una pequeña caja metálica, cubierta de sellos malditos desgastados. La energía que emanaba de ella era abrumadora, incluso para alguien como Sora.

-Este es el objeto maldito -dijo Sora en voz baja, sintiendo una ligera emoción recorrer su cuerpo. Había estado buscándolo, y finalmente lo había encontrado, con esto no tendría que ir mas a la U.A, verdad?

Pero justo cuando se acercaba para tomarlo, una presencia oscura emergió de las sombras. No era una maldición normal, era una de grado especial, y al parecer, muy poderosa. Sora y Nanami se tensaron, listos para un nuevo combate.

-Así que finalmente has venido-dijo una voz retorcida y perversa desde las sombras-Te estaba esperando, hija de Satoru Gojo-

Sora sonrió, emocionada por el nuevo desafío que se avecinaba.

-A ti también, Nanami! Tanto tiempo!-hablo la maldición apareciendo finalmente desde las sombras, unas costuras en su piel, su largo cabello celeste y sus ojos heterocromáticos, Mahito(el cual solo Nanami conoce, Sora solo habia escuchado sobre el)

-Perfecto-murmuró, lista para demostrar una vez más por qué era digna de su apellido.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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The Infinite Heiress Among Héroes (Jjk Oc x Bnha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora