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Christopher había hecho esto una docena de veces antes, no robar un auto, sino manipular a una persona para que siguiera sus reglas. Y con el tiempo, había mejorado.
A la gente como Christopher se les llamaba sociópatas, pero sabía que sus tendencias se limitaban a psicóticas. Lo que sea que quisiera en la vida, lo consiguió y si no lo hizo, se aseguró de robarlo.
Condujo por la ciudad pensando en lo estúpido que era de su viejo amigo enviar a alguien para advertir a Felix, y sobre todo, alguien tan estúpido como ese maldito Jaehyun que probablemente estaba lloriqueando en el estacionamiento como un niño, pensando que Christopher iba a matar a su novio. Christopher lo haría si el querido Jaehyun no tomara sus advertencias en serio. Había llegado hasta allí para convencer a Felix de que lo amaba y no estaba dispuesto a que algún idiota lo arruinara.
A continuación, abandonó el Jaguar en una zona apartada y decidió caminar hasta la estación de autobuses más cercana. Luego se consiguió un boleto a algún lugar lejos de la ciudad. Cuando se metió dentro del autobús, vació la billetera de Jaehyun, que consistía en tarjetas de débito y crédito que Christopher arrojó por la ventana. Decidió quedarse con el dinero que tenía en el bolsillo, no porque le gustara robar dinero, ya tenía dinero suficiente, pero esto era un robo en el estacionamiento, debía hacer las cosas bien. Christopher decidió dejar la billetera vacía de Jaehyun en el asiento y bajó a la siguiente estación.
En todo caso, la policía pensaría que el ladrón abandonó el automóvil, se llevó el dinero y desapareció en el viaje en autobús.
Cuando Christopher bajó del autobús, marcó con velocidad a Morgan, su chófer, que llegó al lugar una hora más tarde. Morgan era bueno, era un hombre de confianza y un maniquí en su mayoría durante su trabajo, lo que fue bueno para Christopher. En su camino de regreso a casa, Bang decidió detenerse en el Burger Palace para darle una comida rápida. El camino de entrada estaba lleno, así que le dijo a Morgan que esperara en el auto y entró al restaurante.
Una chica con piernas largas le daba la bienvenida, sus dientes eran como Bugs Bunny y necesitaban desesperadamente un par de aparatos ortopédicos. Su delgado cabello oscuro recogido en una cola de caballo y apenas había maquillaje en su rostro, mientras que sus cejas no parecían haber visto una esteticista en su vida. Christopher pensó que las mujeres debían mantenerse preparadas adecuadamente, era lo mínimo que podían hacer. Felix, por ejemplo, parecía bastante raído cuando lo conoció, pero después de vivir con él durante dos meses, se había dado cuenta de cómo mantenerse presentable.
Esta chica detrás del mostrador, quienquiera que sea, Christopher sabía que si no conseguía que le hiciera ningún trabajo en la cara, sus cejas arruinarían su vida o cualquier posibilidad de follar.
- Hola. Buenas tardes, señor. ¿Qué puedo traerle?
Christopher plasmó su sonrisa más dulce y encantador. - ¿Qué tal dos hamburguesas de queso, papas fritas grandes, Coca Cola y un batido doble de chocolate? - Ella marcó su pedido y le dijo la cantidad que pagó.
Unos minutos más tarde, recibió su orden. - Aquí tienes - La chica de la caja dijo con una sonrisa. Sus dientes también necesitaban un dentista.
Christopher se encogió y decidió darle propina, mientras educadamente empujaba una tarjeta de visita hacia ella. La niña parecía confundida al principio. Christopher vio el nombre en la etiqueta. - Lety, dulzura, ¿quieres morir virgen?
Lety enrojeció, probablemente avergonzada por el hecho de que Christopher sabía que ella era virgen - No - ella dijo.
- Llama a este número, ella te pondrá en forma y estoy segura de que dentro de un mes, ese no sería el caso - Christopher salió del restaurante con una Lety muy enojada, taladrando agujeros de humo en su espalda. Estaba contento de no haberle dado la tarjeta antes de preparar su orden, no quería que la chica escupiera en ella. A Christopher le gustaba un hombre u mujer que sabía cómo cuidarse solo, y le molestaba ver a mujeres y hombres como Lety, que nunca se esforzaban y tenían la audacia de lloriquear acerca de hombres que no miraban en su dirección.
Bang se deslizó dentro de su auto, pasó un paquete a Morgan y comenzó a tomar un bocado de su hamburguesa.
A veces necesitaba un descanso de toda esa mierda de gourmet saludable.
- Llévame a casa, Morgan.
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