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Recordé tomarme una cuarta taza de café a las tres de la madrugada y acomodarme en la silla junto a la cama donde Christopher dormía sin hacer ruido, pero sabía que ese plan de algún modo me había arruinado cuando la luz del sol que entraba por las ventanas me asaltó la cara.
Eso solo significaba una cosa, que había dormido en lugar de vigilarla.
Mierda.
Me puse de pie y miré a mi alrededor.
Las mismas cortinas beige, los muebles viejos y el sofá gastado en el otro extremo de la habitación 822-2018. Solté un suspiro de alivio cuando me di cuenta de que todavía estaba en mi apartamento.
Casi salté de mi piel cuando noté que estaba apoyado en un taburete cerca de la cocina mirándome con su intensa mirada. Tragué. Aún tenía un impacto en mí, mi corazón seguiría corriendo cuando me miraba así y todavía estaba confundido si me excitaba o simplemente me daba miedo. Iba con el último.
Tiré de las sábanas hacia mi frente para cubrirme como si estuviera desnudo a pesar de que estaba completamente vestido.
- ¿Cuánto tiempo has estado allí sentado mirándome? - parecía entretenido.
- Me desperté hace una hora - tiré las mantas y comencé a caminar hacia el baño.
- Necesitamos hablar. ¿Puedes esperar un poco más de tiempo? - él asintió. Completé mis rituales de la mañana y salí del baño humeante con una camiseta simple y pantalones cortos de mezclilla.
La cocina olía a desayuno. Christopher estaba en el mostrador de la cocina cargando lo que parecían panqueques. ¿Christopher sabía cocinar?
- ¿Qué estás haciendo? - le pregunté y rápidamente me arrepentí. Se giró para mirarme y me miró por unos segundos. Sus ojos se movieron de mis piernas y lentamente hacia mi cara. Sabía que estaba inquieto. Por supuesto que me comía con los ojos, Felix. ¿Qué más esperabas? Christopher no estaba acostumbrado a verme con ropa informal, cuando vivía con él. siempre estaba vestido con ropa formal presentable con el pelo hecho. Siempre lucí como un joven rico con ropa cara, ahora apuesto a que parecía un chico sin hogar.
Él sonrió. - Estás guapo -
- Gracias. Pero no respondiste a mi pregunta. ¿Qué estás haciendo? -
- Ya había preparado la masa para panqueques, solo estaba esperando que te despertaras para poder hacer panqueques frescos - explicó, apilando cuatro panqueques uno encima del otro. - ¿Tienes jarabe de arce y algunas fresas? -
Asentí con la cabeza, y saqué el contenido de la nevera. Me senté en la mesa de comedor para dos personas y observé cómo él enplataba y me servía tres panqueques, decorado con fresas frescas, mantequilla y jarabe de maple rezumante. Se sentó en la silla opuesta a la mía y trajo su plato. Miré los panqueques. El tenedor en mi mano se cierne sobre la comida.
