Capítulo 2: En las sombras de Gotham

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El cielo de Gotham era un lienzo de sombras y luces titilantes. Desde lo alto de un edificio en ruinas, Damara observaba la ciudad con una mezcla de curiosidad y cautela. Había llegado días después de que Damian fuera entregado a su padre, y aunque aún no había tenido contacto directo con él, sabía exactamente dónde estaba.

Bruce Wayne. El Caballero Oscuro. Batman.

Damara había oído de él toda su vida, una figura de leyenda en el mundo de los asesinos. Talia había hablado de él no solo como el padre de su hijo, sino como uno de los hombres más formidables y peligrosos del planeta. Sin embargo, para Damara, Bruce era un completo desconocido. No era su padre, no realmente. No como lo era para Damian. Y aunque sentía curiosidad por conocer al hombre detrás de la máscara, no podía permitirse ser descubierta. No todavía.

Desde las sombras, Damara había seguido a Damian en sus primeras patrullas con Batman. Lo observaba en su nuevo rol como Robin, evaluando cada movimiento con precisión. Sabía que él estaba más seguro aquí que en la Liga, pero no podía evitar preocuparse. Siempre había sido así. Ella en las sombras, vigilándolo, cuidándolo sin que nadie más lo supiera.

Una noche, mientras Damian y Bruce patrullaban una de las zonas más peligrosas de la ciudad, Damara notó algo que la inquietó. Un grupo de criminales se había estado moviendo de manera demasiado organizada, una estrategia que le resultaba familiar. Se deslizó entre los tejados, siguiendo de cerca los movimientos del dúo, hasta que lo vio: uno de los asesinos de la Liga.

Deathstroke había fallado en destruir a la Liga por completo, pero algunos asesinos habían logrado escapar, y ahora parecían estar detrás de Damian. Damara lo comprendió de inmediato. Talia los había dejado escapar intencionalmente. Quería poner a prueba a Damian, ver si sobrevivía al desafío, y si no lo hacía... bueno, siempre estaría Damara como seguro.

Eso la enfureció. No solo la disposición fría de su madre para sacrificar a su hermano, sino también la indiferencia con la que había sido usada como peón.

Damara descendió silenciosamente por el costado de un edificio, sus movimientos rápidos y sigilosos. No dejaría que estos asesinos se acercaran a Damian. No esta vez.

Los atacó antes de que pudieran llegar al callejón donde Batman y Robin estaban interrogando a otro grupo de criminales. Su espada brilló bajo la luz tenue de la luna, cortando con precisión milimétrica. Los asesinos apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que cayeran uno a uno.

Cuando el último de ellos cayó al suelo, inconsciente, Damara se giró hacia el borde del edificio para desaparecer nuevamente en las sombras, pero escuchó una voz familiar que la detuvo.

— Sabía que estabas aquí — susurró Damian desde la oscuridad.

Damara se detuvo, aunque no se volvió hacia él de inmediato. Sabía que su hermano la encontraría tarde o temprano, pero había preferido evitar este encuentro. Aún así, no había nada que pudiera ocultarle a Damian. Él la conocía demasiado bien.

— No soy tan fácil de ocultar, ¿verdad? — respondió Damara, girándose finalmente para mirarlo.

Damian había crecido, aunque solo fuera por unos meses lejos de la Liga. Su postura era más firme, su confianza más evidente. Pero sus ojos, esos ojos verdes que compartían, reflejaban la misma preocupación de siempre. Sabía que su hermana había intervenido para protegerlo.

— Estás en peligro si te quedas aquí — dijo él, caminando hacia ella.

Damara lo miró en silencio, sus ojos fríos y calculadores. La Liga había intentado inculcarle que su vida no tenía valor comparada con la de Damian, pero para ella, eso no importaba. No se veía a sí misma como una herramienta, al menos no cuando estaba con su hermano. Y si Talia pensaba que ella sería un sacrificio, Damara se encargaría de que no fuera así.

— No me quedaré mucho tiempo — dijo finalmente — Solo vine para asegurarme de que estabas bien.

Damian frunció el ceño. Siempre había detestado cuando ella intentaba minimizar su importancia, como si fuera reemplazable. Pero sabía que discutir con ella no cambiaría su forma de pensar. En cierto modo, ambos compartían esa obstinación, herencia directa de su madre.

— Si padre se entera de ti, hará todo lo posible para protegerte — dijo Damian, intentando que su tono no sonara tan desesperado como se sentía — No tienes que seguir escondiéndote.

Damara negó con la cabeza, firme.

— No confío en él. No confío en nadie aquí... excepto en ti.

El silencio entre ellos fue tenso, pero no incómodo. Ambos entendían lo que implicaba la situación. Damian sabía que ella nunca había recibido el mismo trato que él en la Liga. Siempre había estado sola, enfrentando su propio infierno. Pero al mismo tiempo, Damian no podía permitir que se alejara más. No ahora que sabía que los asesinos de la Liga estaban tras ellos.

— Si madre te envió aquí como carnada, no puedo dejar que eso siga así — dijo Damian con seriedad — No somos sus peones, Damara. Nunca lo fuimos.

— Pero ella lo cree — respondió Damara, con una sonrisa amarga — Y mientras ella lo crea, seguiremos en peligro.

Damian apretó los puños, furioso con su madre, con la situación, y con su impotencia ante la voluntad implacable de Talia. Sabía que tenían que enfrentarse a ella, pero no era el momento.

— No importa lo que ella piense — susurró finalmente Damian, su tono más suave — Yo estoy aquí para ti. Siempre lo estaré.

Damara bajó la mirada, dejando escapar un leve suspiro. A pesar de todo lo que había vivido, esas palabras seguían teniendo un efecto en ella. Damian era lo único que había logrado mantener su humanidad intacta. Y aunque no confiaba en Bruce ni en los demás, sabía que mientras su hermano estuviera cerca, no todo estaba perdido.

— Yo también estoy aquí para ti — respondió Damara — Y siempre lo estaré, desde las sombras o donde sea que me necesites.

Ambos se quedaron en silencio, con la oscura ciudad de Gotham extendiéndose frente a ellos. La batalla apenas comenzaba, pero sabían que juntos, podrían enfrentarse a cualquier amenaza que viniera, ya fuera desde las sombras de la Liga o las profundidades de Gotham.

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