La noche en Gotham se volvía más oscura y mientras la lluvia empezaba a caer, Jason Todd y Damara corrían por los tejados de la ciudad, alejándose de la mansión. Jason había conseguido llevarla a un lugar seguro temporalmente, un viejo almacén en las afueras de Gotham que él mismo usaba como escondite. Damara, aunque estaba acostumbrada a mantenerse en las sombras, no podía evitar sentirse expuesta. La situación era mucho más grave de lo que había anticipado.
Dentro del almacén, Jason la observaba mientras revisaba sus heridas. Aunque no se preocupaban ella, había algo en Damara que lo hacía estar en alerta. No solo por su conexión con Damian, sino porque ella misma era un enigma, alguien que había sido criada en las sombras como él. Había una especie de respeto silencioso entre ambos, a pesar de que apenas se conocían.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó Jason, limpiando una de las heridas de Damara con un botiquín improvisado.
Damara apretó los dientes, soportando el dolor. No quería mostrar debilidad.
—He tenido peores días —respondió con frialdad, aunque su respiración agitada decía lo contrario.
Jason sonrió de lado, reconociendo esa actitud. Él mismo había sido igual en sus primeros años bajo la tutela de Bruce, ocultando el dolor y fingiendo que todo estaba bajo control. Sabía que Damara estaba herida, pero también sabía que tenía la misma resistencia y orgullo que su hermano.
—Tienes agallas, eso te lo concedo —dijo Jason mientras terminaba de vendar una herida en su brazo— No muchos sobrevivirían a un ataque de la Liga de Asesinos en esas condiciones.
Damara lo miró con una mezcla de desconfianza y curiosidad. Sabía que Jason era impredecible, pero en ese momento, lo único que importaba era mantenerse viva.
—¿Por qué me ayudas? —preguntó finalmente. Era una pregunta que no había podido quitarse de la cabeza desde que él apareció en la mansión.
Jason se detuvo un momento, pensativo. A menudo, ni él mismo podía entender por qué tomaba las decisiones que tomaba. Pero en ese caso, había algo que lo impulsaba a actuar.
—Digamos que no me gusta cuando la Liga juega con la gente como si fueran peones —respondió con un tono serio— Y tú, Damara, estás en medio de un juego peligroso. Además, nunca he sido fan de cómo Talia maneja sus asuntos.
Damara frunció el ceño al escuchar el nombre de su madre. Sabía que Talia tenía sus propios planes, pero no estaba segura de cuánto Jason sabía sobre esos planes.
—No necesito que me protejas —respondió ella con firmeza— Mi misión es proteger a Damian y haré lo que sea necesario para cumplirla.
Jason se inclinó hacia atrás, cruzando los brazos mientras la observaba con interés.
—¿De verdad crees que puedes seguir protegiendo a Damian desde las sombras? —preguntó— Ahora que Bruce sabe de tu existencia, las cosas van a cambiar.
Damara lo sabía. Sabía que, Talia tenía planes de los que ella no era consiente, pero no podía permitir que su madre la usara como una herramienta más. No esta vez.
Antes de que pudiera responder, un ruido en el exterior llamó su atención. Ambos se tensaron, preparados para un nuevo ataque. Pero, en lugar de asesinos de la Liga, fueron Bruce y Damian quienes aparecieron en la entrada del almacén.
—Red Hood —dijo Bruce con su voz grave y autoritaria, mientras entraba al lugar, sus ojos evaluando rápidamente la situación— Debería haber sabido que estabas involucrado.
Damian, que estaba justo detrás de él, corrió hacia Damara, preocupado por su estado.
—¿Estás bien? —le preguntó, su tono lleno de preocupación genuina.
Damara asintió, aunque no estaba completamente bien. Las heridas dolían más de lo que dejaba ver, pero estaba decidida a no preocupar a su hermano.
—Estoy bien —respondió con suavidad, mirando a Damian— Solo necesitamos un plan.
Bruce, por su parte, no perdía de vista a Jason, quien, a pesar de todo, mantenía su actitud relajada.
—No estoy aquí para interferir en tus asuntos, Bruce —dijo Jason, levantando las manos en señal de paz— Solo estoy asegurándome de que la Liga no capture a mi nueva hermanita. Puedes agradecerme después.
Bruce lo miró con desconfianza, aunque sabía que Jason decía la verdad. A pesar de sus métodos poco convencionales, Red Hood había evitado una catástrofe.
—¿Qué más sabes sobre la Liga? —preguntó Bruce, directo al punto.
Jason se encogió de hombros.
—Solo que están más interesados en Damara de lo que pensaba. Talia no suele enviar a tantos asesinos por alguien a menos que tenga un plan mayor en mente.
Esa declaración hizo que Bruce se tensara. Sabía que Talia no hacía nada sin una razón y si había enviado a la Liga para recuperar a Damara, eso significaba que había algo más detrás.
—Tenemos que prepararnos —dijo Bruce, su mente ya trabajando en el siguiente movimiento— La Liga no se detendrá hasta conseguir lo que quiere.
Damara, aunque agradecida por la protección, sabía que no podía quedarse a esperar que la Liga la encontrara. Tenía que tomar la iniciativa.
—No puedo seguir escondiéndome —dijo con firmeza, mirando a Bruce y a Damian— Se cómo es mi madre y tengo que enfrentarme a ella directamente.
Damian frunció el ceño, preocupado por lo que eso implicaba.
—¿Estás segura de eso? —preguntó, sabiendo lo peligrosa que podía ser su madre.
Damara asintió.
Bruce observó a su hija por un momento, reconociendo la determinación en sus ojos. Sabía que no podía protegerla para siempre y aunque la idea de enfrentar a Talia de nuevo no le agradaba, tampoco podía dejar que Damara siguiera siendo un objetivo indefenso.
—De acuerdo —dijo finalmente Bruce, su voz firme— Pero lo haremos a mi manera.
Damara asintió, sabiendo que Bruce tenía un plan. Sin embargo, no pudo evitar preguntarse qué tan lejos estaría dispuesta a llegar Talia para conseguir lo que quería.
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Sombras en Gotham
FanfictionDamara, la hija de Batman y hermana melliza de Damian Wayne, tuvo su destino moldeado por Talia al Ghul desde la infancia. Mientras Damian fue preparado para ser el heredero perfecto, Damara fue entrenada en secreto para ser su sombra y protectora...