El ruido detrás del escenario era ensordecedor, la gente corriendo de un lado a otro, los técnicos ajustando los últimos detalles, las luces deslumbrantes, pero mi mente estaba en otro lugar. O, mejor dicho, en otra persona.
Yujin.
Llevaba días sin poder sacarla de mi cabeza. Cada vez que estaba cerca de ella, sentía que me faltaba el aire, como si algo dentro de mí estuviera a punto de explotar. La forma en que me miraba, la manera en que sonreía, me hacía creer que tal vez... solo tal vez, yo no era la única que sentía esta conexión entre nosotras. Pero también sabía que ella siempre me veía como su "hermana pequeña", y eso me frustraba. Quería ser más que eso, necesitaba ser más.
Mi respiración se aceleró mientras caminaba por el pasillo del backstage. Sabía que iba a verla antes del concierto, pero no sabía cómo enfrentarla, cómo decirle lo que realmente sentía. Mis manos temblaban, y no era por los nervios del show. Era por ella.
Entré en el baño, tratando de calmarme, pero justo cuando iba a darme un respiro, la vi. Yujin estaba ahí, frente al espejo, lavándose las manos. El agua corría por sus dedos, y por un segundo, me quedé paralizada. Era tan hermosa, tan serena, y no pude evitar sentir esa mezcla de admiración y deseo ardiendo dentro de mí.
Tenía que decírselo. No podía esperar más.
Sin pensarlo, me acerqué a ella, mis pasos rápidos resonando en el pequeño baño. Antes de que pudiera detenerme, ya la había tomado del brazo y, sin decir una palabra, la jalé hacia uno de los cubículos.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó sorprendida, mientras la empujaba suavemente dentro y cerraba la puerta detrás de nosotras.
Mi corazón latía descontroladamente. La miré a los ojos, y el mundo pareció detenerse. Ahí estábamos, en un pequeño espacio, tan cerca que podía sentir su respiración contra mi piel.
—Wonyoung... —empezó a decir, con un tono confuso, pero la interrumpí.
—No puedo más, Yujin. No puedo seguir pretendiendo que esto es solo una amistad... que solo somos compañeras de grupo —le dije, mis palabras saliendo atropelladamente, pero cargadas de emoción.
Apoyé mis brazos en la parte superior de la puerta del cubículo, bloqueando su salida, aunque sabía que no intentaría irse. La tensión en el aire era palpable, casi asfixiante. Su mirada me atravesaba, y yo sentía cada fibra de mi ser vibrar de la ansiedad y el deseo de confesar lo que llevaba tanto tiempo ocultando.
—Wonyoung, esto... no sé a qué te refieres —respondió ella, su voz temblando levemente, pero su mirada era firme.
—¿De verdad no lo sabes? —susurré, acercándome un poco más—. Todo este tiempo, he sentido algo más por ti. No puedo seguir fingiendo que solo somos amigas. Yo... yo quiero más.
Yujin me miraba, su respiración acelerada, y por un momento, pensé que tal vez, solo tal vez, ella también sentía lo mismo. Pero entonces, vi la duda en sus ojos, la confusión.
—Wonyoung... no puedes sentir eso por mí —dijo, tratando de sonar racional, pero sus palabras solo encendieron más mi desesperación.
—¿Por qué no? —pregunté, inclinándome hacia ella, mis labios peligrosamente cerca de los suyos—. Dime por qué no debería sentir esto. Dime que no sientes lo mismo, y te dejaré en paz.
Ella apartó la mirada por un segundo, y su silencio me dio la respuesta que necesitaba. La atracción entre nosotras era innegable, estaba ahí, justo frente a nosotras, pero algo la detenía. Algo en ella no quería admitirlo.
—Eres como una hermana para mí, Wonyoung. Siempre lo has sido —respondió finalmente, su voz suave, pero cargada de emoción.
Esas palabras me dolieron más de lo que esperaba. Hermana. Odiaba esa palabra en ese momento. ¿Cómo podía verme solo como eso cuando yo sentía tanto más? Pero incluso mientras la rabia y la frustración ardían dentro de mí, supe que no podía forzarla. No podía hacer que sintiera lo mismo.
Suspiré, bajando la cabeza por un momento. Me retiré un poco, dándole el espacio que necesitaba, aunque cada fibra de mi cuerpo quería seguir ahí, tan cerca de ella.
—Solo... quiero que lo pienses —dije en voz baja, rompiendo el silencio—. Lo que podríamos ser juntas. No solo en el escenario... fuera de él también.
El sonido de la puerta del baño abriéndose nos interrumpió, y ambas nos quedamos quietas, conteniendo la respiración mientras alguien entraba. Por un segundo, todo se sintió irreal. Yo, aún bloqueando el cubículo con Yujin atrapada dentro, ambas en medio de una conversación que lo cambiaba todo.
Cuando la persona finalmente salió, Yujin me miró nuevamente, esta vez con una mezcla de tristeza y comprensión en sus ojos.
—Wonyoung... no quiero que te lastimes —dijo suavemente, su voz casi un susurro—. Esto no es lo que piensas.
Sus palabras resonaron en mi mente, pero no me alejé por completo. Solo quería que entendiera lo que yo veía. Lo que sentía.
—Piensa en ello, por favor —le pedí, finalmente apartándome para dejarla salir.
Ella asintió ligeramente, con una expresión que no pude descifrar del todo, y salió del cubículo. Yo me quedé ahí, sola, con mi corazón latiendo en mis oídos y la sensación de haber puesto todo en juego.