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SeongHwa volvió a su casa furioso, tomó el libro y arrancó sus hojas. Estaba en las últimas páginas cuando pudo ver la inscripción

“Placentero dolor, nauseabunda fragancia, luz oscura, te veo a los ojos y cómics labios diré:

—Te deseó mi rey, espero el placer, dame todo lo que pida y te daré mi placer.

SeongHwa repitió las palabras sin querer, de pronto cayó hacía atrás, sus pupilas se dilataron al igual que su iris, la como piedras preciosas color lavanda. Vio un gran manto de estrellas, algo caía desde el cielo envuelto en telas delgadas, pero que no lo dejaban ver nada. SeongHwa vio todo sin poder moverse.

—Aceptó tu oración —respondió una voz grave.

SeongHwa sintió sus ojos llenos de lágrimas. Una mano se estiró de entre las telas, estiró la suya, ambas manos se tomaron, levantó su cabeza poco a poco.

—Por el placer de mi rey.

SeongHwa despertó tirado en el suelo las hojas del libro estaban entre sus manos, mantenía una abrazada, SeongHwa se levantó sintió sus piernas débiles, volvió a caer al suelo, jadeo, y volvió a tratar de levantarse

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SeongHwa despertó tirado en el suelo las hojas del libro estaban entre sus manos, mantenía una abrazada, SeongHwa se levantó sintió sus piernas débiles, volvió a caer al suelo, jadeo, y volvió a tratar de levantarse.

—Nunca había visto una casa tan ordenada.

SeongHwa levantó su cabeza rápido en busca de quien provenía esa voz, su piel se erizó al igual que su cabello, sintió ganas de gritar y sin embargo de su garganta solo salió un leve gemido de temor.

—Oh, vamos precioso. Sé que mi voz es atractiva, pero ¿para que te cedan las piernas?

SeongHwa vio al intruso, buscó su celular.

—Lárgate. O llamaré a la policía.

El intruso se rió.

—Diré que eres mi novio, que estás loco y estás teniendo un brote psicótico.

SeongHwa se sintió más vulnerable.

—¿Quién eres?

—¿Yo? Mejor dime, ¿quién eres tú?

SeongHwa apretó sus puños en su regazo, sus labios temblaron, no estaba decidido sobre si llamar a la policía o no.

—¿Quién eres?

SeongHwa se sintió como si su cuerpo se volviera de gelatina, su labios se movieron sin que se diera cuenta.

—SeongHwa, tengo 27 años.

El intruso se movió por la oscuridad y finalmente salió, la luz reflejo una cabellera morada oscura, una piel pálida piel como la de una serpiente blanca, sus ojos gris verdoso, su cuerpo era musculoso, sus manos grandes y fuertes, las venas se marcaban desde sus dedos hasta arriba.

—Dios —susurró.

—No. Soy YeoSang, el rey del deseó.

 Soy YeoSang, el rey del deseó

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