Justo en el momento en que pone una mano encima de la maleta suena su teléfono, era su hijo, preocupado y de manera inmediata responde la llamada:
-Fer, ¿dónde estás?, ¿estás bien?. A lo que su hijo contesta
-Claro, papá, solo quería saber por dónde ibas, voy a llamar el taxi ahora pero si estás cerca puedo esperar, ¿Pero qué, pasó algo?, ¿tú estás bien?. Le devuelve la pregunta extrañado:
-Sí, hijo, yo estoy bien, por favor espérame, ya estoy llegando.
-¿Entonces qué pasa, papá?, estás muy raro, ¿seguiste bebiendo alcohol?, papá, por favor, déjalo ya, ven a casa, me quedaré contigo si quieres. Resignado respondió su hijo, a lo que Luis apurado aclara:
-No, Fer, no seguí bebiendo, estoy ya de camino, solo que tengo un mal presentimiento, te hablo después, ¿sí?, ahora mismo no puedo seguir hablando, te quiero hijo.
Rápidamente cuelga la llamada pensando en que esa podría ser la última vez que hablase con su hijo mientras ve a Héctor volver, esta vez tenía otra ropa, al parecer se había cambiado en el baño mientras Luis hablaba con su hijo, ya no traía su mochila pero sí venía con paquete de cervezas en la mano y una ya abierta en la otra, coloca la cerveza abierta en el techo del coche para abrir la puerta y al subirse el coche la deja en el portavasos del lado del conductor, Héctor no solo había cambiado de ropa, parecía otra persona, su actitud era mucho más confiada, Luis arranca el coche de nuevo y emprende el viaje rápido para terminar con el agobio que le generaba tener a Héctor en su coche, en medio del camino, Héctor abre otra cerveza y toma de ella, extrañado Luis le pregunta:
-¿No te vas a tomar esa?. Señalando a la lata que estaba en el portavasos y Héctor como si fuesen amigos de toda la vida responde:
-No, claro que no, esa es tuya. Al ofrecérsela, Luis nota, gracias a un anillo que tenía en el meñique de la mano derecha de Héctor le falta parte de ese dedo, no se lo cortó hace poco porque estaba ya cicatrizado pero se notaba que no era de nacimiento, lo había visto antes porque Héctor tenía su mano derecha escondida todo el rato o simplemente no se había fijado, pero el hecho de haberlo visto disparó de nuevo su temor hacia él.
-Muchas gracias, pero estoy conduciendo, no debería tomar.
-¡Sí, claro!, déjate de bromas, el coche huele a alcohol a dos kilómetros a la redonda, ¿me vas a decir ahora que no tomas?, ¿O es que no quieres beber conmigo?. Luis sin poder negar haber bebido confiesa:
-Antes de subirte al coche estaba en un bar de la ciudad pero, mi hijo me llamó, me dijo que ya no quería que siguiera haciéndolo, porque ya tenemos malas experiencias con el alcohol y la carretera. Empatizando con él, Héctor deja la cerveza otra vez en el portavasos y pregunta:
-¿Qué fue lo que pasó?. A lo que Luis se queda callado unos segundos y responde:
-Mi mujer, su madre, murió por mi culpa, estábamos en un fiesta y discutimos, eso fue hace once años, borrachos los dos, empecé a conducir sin pensar y en un semáforo en rojo no paré y tuvimos un accidente; fueron tres heridos, la pareja del otro coche y yo, la única que falleció fue ella. Fui a la cárcel, me dieron seis años pero, salí en cuatro por buen comportamiento y me habilitaron el permiso de conducir el año pasado.
El coche se quedó en silencio, la tensión que sentía Luis fue opacada por sus sentimientos de culpa y tristeza, solo pensaba en aquella noche, ni siquiera se dio cuenta de que Héctor lo estaba mirando con indiferencia, como si estuviera esperando a que se callase de una vez.
-¿Cuál es tu historia?. Pregunta Luis para intentar sacarle algo a Héctor pero, este responde con la misma indiferencia que su rostro emanaba:
-No tengo ninguna historia interesante. Luis sigue preguntando:
-¿Seguro?, ¿Qué pasó con tu novio?, ¿Por qué viniste con todo esto?, la maleta y la mochila que, por cierto, ¿Dónde la dejaste?. De manera fría y tajante Héctor responde:
-Yo no traje ninguna mochila. Luis se impresiona, él estaba seguro de que había traído una mochila pero, piensa que pudo haber sido su imaginación, ya que el alcohol seguía en su organismo. Repite la pregunta:
-¿Y qué pasó con tu novio?.
-Peleamos. Luis insiste en saber más:
-¿Y estaban viviendo juntos?, ¿o por qué tenías tanta ropa ahí?. De la misma manera cortante contesta:
-Sí, vivíamos juntos. Luis empieza a notar que había discrepancias en lo que Héctor decía.
-¿Pero no estabas cuidando la casa de tu mamá?. Héctor contesta inmediatamente y exaltado aclara:
-¡No!, la estaba visitando en el centro de rehabilitación. A continuación Luis vuelve a preguntar:
-¿Y tu novio?, me dijiste que estaban haciendo un trabajo de la universidad.
-Sí, lo hacíamos.
-¿Mientras vivían juntos?. Vuelve a preguntar Luis.
-Sí, ¿algún problema?.
-No, era solo por saber. Después de unos minutos en silencio, donde lo único que se veía en todo el camino eran los tramos de carretera iluminadas con la tenue luz de la farola logran ver a lo lejos la luz de las casas del pueblo, estaban a punto de llegar.
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Autostop
Mystery / ThrillerUn padre borracho y arrepentido decide llevar a un joven consigo una noche de lluvia sin saber a quién realmente está ayudando.