Viaje

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{POV CC}

"Hermana, por favor, ayúdame con esto," me dijo con una mirada suplicante que no podía ignorar. Siempre me había fastidiado tener que asistirla en todo, pero desde que nuestros padres murieron, nos quedamos solas, y el deber de cuidarnos mutuamente recayó sobre nosotras, como un pacto silencioso e inquebrantable.

La próxima semana se marcharía de la ciudad por un viaje de negocios, y aunque debería haber sentido un vacío ante su partida, en realidad la idea de quedarme sola me brindaba un extraño consuelo. Por fin, un respiro, pensé, pero mis pensamientos fueron súbitamente interrumpidos por su voz firme.

"No creas que te quedarás sola cuando me vaya, ¿oíste? Los adolescentes son un peligro cuando están solos."

Me quedé perpleja por un momento antes de esbozar una sonrisa burlona.

"¿Ah sí? ¿Y con quién se supone que me quedaré entonces? Parece que olvidas que en esta familia solo quedamos nosotras dos," le respondí con un tono desafiante, midiendo sus palabras y las mías, como quien juega a un duelo sin fin.

Ella me miró, igual de desafiante, y con voz firme me dijo:
"Vendrá mi amiga a cuidarte. Te pido que seas respetuosa durante toda la semana. El gesto que ha tenido con nosotras es muy generoso. Compórtate, ¿entendido?"

Su respuesta me dejó perpleja, una sorpresa inexplicable recorrió mi cuerpo.
"¿Qué? ¡No puede ser! Ni siquiera la conozco," protesté, dejando que el berrinche se apoderara de mi voz.

Con la calma de quien tiene las cosas decididas, mi hermana respondió:
"Aún no la conoces, pero la conocerás. Estoy segura de que se llevarán bien."

Frustrada y con un leve enfado acumulándose en mi pecho, agarré mi celular y le conté a mi mejor amiga todo lo que estaba sucediendo. No iba a rendirme tan fácilmente; ya tenía un plan en mente: escaparme. Mi amiga, fiel a nuestra complicidad, me ofreció un par de consejos. El plan era simple: al día siguiente, apenas mi hermana se marchara, yo tomaría un autobús directo a la casa de mi amiga, y pasaríamos la semana juntas, lejos de la vigilancia de esa desconocida. Así, aunque la amiga de mi hermana intentara llamarla, mi hermana no podría regresar a buscarme.

Los días pasaron con la lentitud de una cuenta regresiva, hasta que, por fin, el momento de ejecutar mi grandioso plan había llegado. Estaba lista, pero justo cuando comenzaba a sentirme triunfante, llamaron a la puerta. Mi hermana, ya con las valijas en mano, la abrió con esa familiaridad rutinaria. Y entonces, de repente, una ráfaga de viento suave me acarició el rostro, como un presagio. Al alzar la vista, la amiga de mi hermana entraba en la casa.

Era una joven de cabello castaño, largo y ondulado, que caía con gracia sobre sus hombros. Sus ojos, dos joyas resplandecientes, capturaron mi atención de inmediato. Llevaba un reloj delicado en la muñeca, y su vestimenta, impecable y encantadora, irradiaba un aire de misterio, como si viniera de otro lugar, de otra ciudad quizás. Sus labios, teñidos de un sutil tono rojizo, y las diminutas pecas que salpicaban sus mejillas y nariz, parecían dotarla de una singular belleza. Por un instante, todo mi plan se desvaneció de mi mente, perdido en la contemplación de aquella inesperada presencia.

Me vi arrancada de mi burbuja de pensamientos cuando mi hermana habló, y de pronto, me encontraba cara a cara con su amiga.
"Bueno, hermana, ella es Cairo, mi amiga, que ha venido a cuidarte esta semana. Cairo, ella es CC, mi hermana. Espero que se lleven bien estos días," dijo mi hermana, visiblemente emocionada, casi radiante.

Cairo me sonrió y extendió su mano con una suavidad que parecía natural en ella.
"Mucho gusto, CC. Tu hermana me ha hablado mucho de ti," dijo con una voz que resultaba tan hermosa como su apariencia.
Con un nudo en el estómago, le tendí la mano y le devolví una sonrisa nerviosa. Su voz era una melodía, y me preguntaba si habría notado mi estado de asombro, el trance en el que me había sumido al verla, o el nerviosismo que se apoderaba de mí. ¿Se habría dado cuenta?

Antes de que pudiera profundizar en mis propios pensamientos, mi hermana interrumpió el momento, con esa energía que siempre tenía.
"Bueno, ya me voy. Adiós," dijo mientras se acercaba para besarme la mejilla. Luego, con un gesto breve, saludó a Cairo y cerró la puerta con un suave clic, como si con ese cierre se sellara el comienzo de algo nuevo.

My Sister's Friend ||Jemmaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora