Relaciones

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{POV: CC}

Me sentía atrapada por algo que me atormentaba sin tregua, un peso que cargaba en silencio y que, a decir verdad, no era algo fácil de compartir. Tal vez, en el fondo, resultaba imposible. No quería hablar de ello, o quizá aún no estaba preparada para desnudar mi alma. Era evidente, incluso para mí, que estaba haciendo justo lo contrario a lo que mi hermana me había pedido. Ella me pidió que tratara bien a Cairo, pero yo me empeñaba en mantenerla a raya. No deseaba que supiera lo que sentía ni lo que pasaba por mi cabeza; no quería que se adentrara en mi mundo, ni que intentara entenderme.

Esa noche, lo único que hice fue aferrarme a la luz azulada de mi teléfono hasta que el sueño finalmente me venció. Al despertar, un cansancio agotador se había instalado en mi cuerpo, un agotamiento tan profundo que me pareció casi tangible. Me despabilé como pude y me lavé la cara en el baño, esperando que el agua fría me devolviera un poco de claridad. Al salir, encontré a Cairo en la cocina, preparando un desayuno que, aunque no quisiera admitirlo, se veía tentador.

—Buen día, CC. ¿Cómo dormiste? —me dijo con una leve sonrisa, sin apartar la vista de la sartén.

—Mm, bien, supongo —respondí con sequedad mientras me dirigía a la mesa y me dejaba caer en una de las sillas.

—Me alegro mucho —replicó, acercándose a mí con un plato que tenía toda la apariencia de ser un pancake cubierto de frutas.

Se sentó frente a mí, observándome con esa mirada expectante que buscaba una respuesta en cada bocado que iba a dar. La miré con seriedad y tomé un primer mordisco. Estaba delicioso, probablemente lo mejor que había probado en mucho tiempo, pero no iba a admitirlo.

—Está bueno —dije, forzando una sonrisa que no alcanzó a mis ojos.

—¿De verdad? Me alegra, CC. Disfruta —dijo ella, mientras sus ojos seguían cada movimiento de mis labios al masticar, como si quisiera leer la verdad oculta detrás de mi indiferencia.

No voy a negar que su forma de observarme me incomodaba un poco. Parecía querer confirmar si lo que decía era sincero o no, pero decidí ignorar la sensación y terminé el desayuno rápidamente. Me levanté de la mesa, agradeciendo de forma sutil, y me dirigí a mi cuarto para alistarme para la preparatoria.

Cuando terminé, me importaba poco mi aspecto. Siempre había sido así, no por egocentrismo, sino porque sabía que, hiciera lo que hiciera, no solía verme mal. Al salir de mi habitación, Cairo ya estaba esperándome, las llaves del auto en la mano.

—Te llevo en mi auto —dijo, haciendo girar las llaves con un leve movimiento de la muñeca.

—Cairo, me viene a buscar mi novio. No puedo ir contigo —respondí mientras me alejaba hacia la puerta.

—¿Tienes pareja, CC? —preguntó con una nota de descontento en su voz.

—Sí, adiós, Cairo —le respondí sin detenerme, mientras caminaba hacia una parada de autobús a unas cuadras de casa, donde había quedado en encontrarme con Jake.

Los minutos pasaban y él no llegaba. Sentía cómo la incertidumbre comenzaba a filtrarse en mis pensamientos cuando un auto se detuvo frente a mí.

—Sube —dijo Cairo, con una mano firme en el volante y la otra extendida hacia mí, como una invitación que no admitía negativas.

—No, en serio, estoy esperando a mi novio —le contesté, manteniéndome firme en la acera.

—Vamos, CC. Lleva más de veinte minutos haciéndote esperar. Sube —insistió con una determinación que me hizo dudar.

En ese momento, sentí que la opción de quedarme allí, esperando en vano, se tornaba más absurda con cada segundo que pasaba.

Una vez dentro del auto, Cairo puso una canción que llenó el espacio con un ritmo suave. Intenté no mirarla, pero era imposible. Había algo hipnótico en la forma en que conducía, mascando chicle con calma, mientras los rayos de sol se reflejaban en sus lentes oscuros que le quedaban perfectos, como si hubieran sido diseñados para ella. Sus ojos permanecían fijos en la carretera, ajenos a mi mirada furtiva.

—¿Qué pasa, CC? ¿No te gusta la música? ¿Quieres poner algo tú? —me preguntó con una sonrisa que tenía un dejo de coquetería.

—Oh, sí… yo la cambio —respondí un poco nerviosa, sintiendo que mi voz se quebraba por un segundo.

Elegí una canción que resonaba con una parte de mí, con recuerdos que no se desvanecían del todo.

—¿Por qué te gusta esa canción, CC? —preguntó, sin apartar la vista del camino, sus palabras flotando en el aire con una naturalidad que me desarmó.

—No lo sé, me trae recuerdos… me da un poco de nostalgia —dije, esforzándome por mantener la compostura, aunque sentía el peso de mis propias palabras.

—Hemos llegado, CC —anunció Cairo, aparcando el auto frente a la entrada de la preparatoria. Salió y rodeó el coche para abrirme la puerta, un gesto tan cortés que me tomó por sorpresa.

Mientras nos acercábamos al edificio, noté que a nuestro alrededor se alzaba un murmullo casi ensordecedor. Voces masculinas y femeninas, todas susurrando con admiración, como si ella fuera una aparición fascinante. "Qué hermosa es, mírala, su vestimenta es impecable… ¿quién será?", se repetía una y otra vez. Cairo, por su parte, permanecía apoyada brevemente en el auto, con los brazos cruzados y una calma que casi parecía desafiante, esperando a que yo me adentrara en el colegio.

Mis amigos me esperaban en la entrada, sus rostros dibujando expresiones de asombro.

—CC, ¡¿quién es esa mujer tan hermosa?! —exclamó mi amigo Félix, aún con los ojos abiertos de par en par.

—Sí, ¿quién es? ¡Es increíblemente hermosa! —añadió Mishell, sin poder contener el entusiasmo.

—Es una amiga de mi hermana. Está quedándose en casa para cuidarme mientras mi hermana está de viaje —respondí, intentando sonar indiferente, aunque la admiración de mis amigos me hacía sentir una extraña mezcla de orgullo y nerviosismo.

—Vaya, así que es tu niñera… Creo que me he enamorado —bromeó Matheo, esbozando una sonrisa tonta.

—Sí, algo así se podría decir. Bueno, entremos, no tenemos todo el tiempo del mundo —dije empujándolos con suavidad hacia la entrada, adoptando un tono sarcástico para disimular mi incomodidad.

Antes de entrar, volteé la cabeza y vi que Cairo me saludaba con un gesto de la mano. Le devolví el saludo y crucé la puerta de la preparatoria, sintiendo aún las miradas de todos clavadas en ella, como si su presencia hubiera dejado un eco que tardaría en desvanecerse.

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My Sister's Friend ||Jemmaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora