𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏

24 6 2
                                    

𝐖𝐡𝐨'𝐬 𝐭𝐡𝐞 𝐜𝐮𝐭𝐞 𝐛𝐨𝐲 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐭𝐡𝐞 𝐰𝐡𝐢𝐭𝐞 𝐣𝐚𝐜𝐤𝐞𝐭 𝐚𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐞 𝐭𝐡𝐢𝐜𝐤 𝐚𝐜𝐜𝐞𝐧𝐭?


Amelie había crecido rodeada de códigos legales, audiencias y casos judiciales. Su padre, un reconocido abogado, había construido un bufete que se ganó un nombre respetado en la ciudad. Desde pequeña, la presión para seguir sus pasos había sido palpable. Nunca le había faltado nada en lo material, pero en lo emocional, siempre sintió un vacío. Estaba destinada a ser abogada, pero su corazón siempre había pertenecido a otro lugar.

Cantar era lo único que la hacía sentir verdaderamente viva. Desde que tenía memoria, las canciones eran su refugio, su escape. Solía encerrarse en su habitación, escuchar sus discos favoritos y perderse en la música, soñando con un mundo donde pudiera subirse a un escenario y vivir bajo las luces de colores. Pero sabía que esos sueños eran solo eso: ilusiones. Su padre siempre había dejado claro que el camino a seguir era el del derecho, y Amelie, en un intento por no decepcionarlo, había seguido ese camino.

Ahora, recién licenciada, trabajaba en el bufete familiar, manejando casos que no le provocaban más que indiferencia. No odiaba la abogacía, pero tampoco la amaba. Sentía que algo dentro de ella se apagaba lentamente cada vez que firmaba un contrato o discutía los términos de un acuerdo. Sabía que era buena en lo que hacía, pero no se podía quitar la sensación de que estaba viviendo una vida que no le pertenecía.

Aquel caso de Nicholas Chavez, sin embargo, había llegado en un momento inesperado. Aunque a primera vista parecía una simple transacción inmobiliaria, Amelie pronto descubrió que había algo más detrás de ese encuentro con el famoso actor. Nicholas, con su carisma y franqueza, representaba algo distinto a los casos fríos y distantes que solía manejar. Y mientras se preparaba para su siguiente reunión con él, no podía evitar preguntarse si este caso cambiaría algo en su vida, o si simplemente sería otro episodio más en su carrera como abogada.

Había una verdad que Amelie aún no se atrevía a decirse a sí misma: cantar seguía siendo su verdadero deseo, y cada día en la oficina la alejaba más de esa posibilidad. Pero mientras tanto, continuaba con su vida tal y como se esperaba de ella, con un corazón que, aunque encerrado, aún latía por algo más.


Amelie llegó al despacho esa mañana como cualquier otra, saludando rápidamente a los asistentes y sumergiéndose en su rutina de revisar correos y documentos. El edificio tenía ese aire impersonal de oficinas de abogados, con tonos grises y beiges, y su escritorio estaba ordenado de manera casi clínica. La monotonía de su día a día la envolvía como una neblina.

Al cabo de unos minutos, recibió la llamada que le cambió la mañana.

—Amelie, pasa a mi oficina, por favor —la voz de su padre, firme pero amable, resonó por el intercomunicador.

Ella suspiró y dejó los documentos que estaba revisando, caminando por el pasillo con el maletín en la mano. Entrar al despacho de su padre siempre la hacía sentirse pequeña. El bufete lo había construido él con esfuerzo, dedicación y un cierto orgullo que siempre le recordaba. Sabía que Amelie tenía talento, pero también sabía que su padre nunca le permitiría olvidar las expectativas que pesaban sobre ella.

Al abrir la puerta, su padre estaba sentado en su amplio escritorio, con una carpeta de aspecto elegante en la mano. La saludó con una leve sonrisa y le indicó que se sentara.

—Tengo algo interesante para ti —dijo él, mirando la carpeta por un segundo antes de entregársela—. Es un caso importante, así que quiero que lo lleves con cuidado.

Amelie tomó la carpeta y la abrió, esperando encontrar algún caso legal denso o un contrato comercial más. Pero lo que vio fue inesperado.

—Nicholas Alexander Chavez —leyó en voz alta, frunciendo el ceño al reconocer el nombre—. ¿El actor?

Su padre asintió, reclinándose en su silla con un aire de satisfacción. Nicholas Chavez era uno de los actores más famosos del momento, conocido por protagonizar la nueva serie más vista de Netflix . Su vida personal estaba constantemente en las portadas de las revistas, y era objeto de constante interés para la prensa.

—Así es. Está comprando un apartamento aquí en la ciudad y necesita que alguien se encargue del trámite legal de la transacción. Es un asunto simple, en realidad, pero la discreción es clave —explicó su padre—. Tiene que hacerse de manera rápida y sin problemas, especialmente para alguien de su nivel.

Amelie asintió, manteniendo la compostura mientras su mente intentaba asimilar lo que acababa de escuchar. Trabajar con un cliente tan famoso no era común, ni siquiera en el bufete de su padre, y mucho menos para ella. Aunque en teoría se trataba de un caso sencillo, sabía que con figuras públicas nada era realmente simple.

—Quiero que lo lleves tú —continuó su padre—. Has demostrado que puedes manejar los detalles con precisión, y este es un cliente que necesita precisamente eso. Y, bueno, tenerte como su abogada puede ser beneficioso para tu carrera. Es un buen nombre para tu historial.

Amelie asintió de nuevo, aunque no podía evitar sentir una ligera punzada de incomodidad. **"¿Qué sabrá de mí Nicholas Chavez?"**, pensó. En el fondo, había algo en la idea de trabajar con él que le producía nerviosismo, aunque no sabía bien por qué.

—Por supuesto, me encargaré de todo —dijo finalmente, intentando sonar segura—. ¿Algún detalle en particular que deba tener en cuenta?

—Solo lo habitual. Discreción, rapidez, y asegúrate de que todo esté claro en los documentos. Ya tienes su información de contacto, así que coordina una reunión cuanto antes.

Amelie recogió la carpeta y se levantó, pero antes de que pudiera salir de la oficina, su padre la detuvo.

—Amelie, este es un buen paso para ti —dijo, con ese tono paternal que usaba cuando quería remarcar la importancia de algo—. Estoy seguro de que lo harás bien.

Ella esbozó una sonrisa ligera, pero al salir de la oficina, la sensación de presión sobre sus hombros era inevitable. **Nicholas Alexander Chavez**, pensó mientras caminaba de regreso a su escritorio. La imagen del famoso actor rondaba en su mente, junto con las preguntas sobre cómo sería trabajar con alguien tan diferente a los clientes que había conocido hasta ahora.

Sentándose de nuevo, abrió la carpeta y revisó la información. Era una transacción de propiedad relativamente sencilla, pero lo que la inquietaba no eran los trámites, sino la inevitable reunión que tendría con Nicholas. Algo en su interior le decía que este caso sería distinto a cualquier otro que hubiera manejado antes.

𝐌𝐎𝐎𝐍 𝐑𝐈𝐕𝐄𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora