𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐

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𝐈 𝐤𝐧𝐞𝐰 𝐲𝐨𝐮 𝐢𝐧 𝐚𝐧𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐥𝐢𝐟𝐞

El sonido del tráfico de la ciudad se colaba ligeramente por las ventanas del bufete, mezclándose con el suave tic-tac del reloj en la pared. Amelie miró de reojo la hora. Faltaban pocos minutos para la reunión con Nicholas Alexander Chavez, y a pesar de que había repasado mentalmente todo lo que debía decirle, una inquietud sutil, casi imperceptible, la acompañaba. Se dio una rápida mirada en el reflejo de su computadora, ajustando su cabello castaño con delicadeza, más por nerviosismo que por vanidad. **"Es solo trabajo,"** se repitió.

Un golpe suave en la puerta la sacó de sus pensamientos. Se puso de pie automáticamente, ajustando la chaqueta de su traje y respirando hondo antes de pronunciar las palabras.

-Adelante.

La puerta se abrió lentamente, y ahí estaba él. Nicholas Alexander Chavez. La primera impresión que tuvo de él no fue la de una estrella de cine, sino la de un joven de su edad, con una presencia relajada y segura. Vestía con sencillez: una camiseta gris ajustada, jeans oscuros y unas zapatillas que parecían haber recorrido mil escenarios diferentes. Su cabello marrón caía con una especie de desorden natural que solo acentuaba su atractivo. Pero lo que realmente capturó la atención de Amelie fueron sus ojos: color caramelo, cálidos, vibrantes, y, de alguna manera, profundamente atentos.

Nicholas sonrió al verla, una sonrisa que parecía sincera, sin el aire de arrogancia que podría esperarse de alguien con su nivel de fama.

-Hola, ¿eres Amelie, verdad? -dijo, con esa voz suave y confiada que seguramente había hipnotizado a audiencias enteras.

Amelie se sorprendió por la naturalidad de su tono, como si se conocieran desde siempre. Ella tragó saliva, tratando de mantener la compostura, y le estrechó la mano con firmeza.

-Sí, soy yo. Mucho gusto, Nicholas. -Intentó que su voz sonara tan profesional como siempre, aunque una pequeña parte de ella luchaba contra el nerviosismo.

-El gusto es mío -respondió él, inclinando ligeramente la cabeza-. Debo decir que tu bufete tiene una gran reputación, he escuchado muchas cosas buenas. Y tu padre, claro, es una figura clave en el mundo legal.

La mención de su padre la hizo enderezarse un poco más en su silla. Era algo que le ocurría siempre, esa sensación de estar bajo una sombra que la seguía a todas partes. Sabía que Nicholas, como la mayoría de las personas, la veía primero como la hija del gran abogado. **"Demuestra que eres más que eso"**, se dijo a sí misma.

-Gracias -contestó Amelie con una leve sonrisa-. Mi padre ha trabajado mucho para conseguir esa reputación. Ahora yo me encargo de algunos de los nuevos casos, incluido el tuyo.

Nicholas asintió, con una mirada que parecía estar analizándola sin prisas. Eso la puso aún más alerta. Se sentaron ambos en torno a la mesa, y Amelie extendió los documentos que había preparado para el contrato de compraventa del apartamento que Nicholas estaba adquiriendo.

-Aquí está todo lo que necesitas saber sobre el proceso de compra -comenzó ella, señalando con delicadeza los puntos clave-. Es un acuerdo bastante estándar, pero debido a tu perfil, hay ciertos detalles que he ajustado para garantizar tu privacidad durante la transacción. Queremos asegurarnos de que todo se mantenga discreto y sin complicaciones.

Mientras hablaba, intentaba concentrarse en los aspectos técnicos, pero había algo en la presencia de Nicholas que hacía difícil mantener su mente completamente enfocada. Él no era como otros clientes, eso era evidente. La mayoría de las personas que entraban en la oficina de su padre traían consigo una barrera invisible, una distancia que los hacía intocables, pero Nicholas no parecía interesado en mantener esa fachada. Él la observaba, asintiendo a lo que decía, pero también parecía interesado en algo más. Sus ojos seguían moviéndose entre los documentos y su rostro, como si quisiera conocer más de ella que los términos legales.

𝐌𝐎𝐎𝐍 𝐑𝐈𝐕𝐄𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora