VIOLETA
Puedo oír los gritos y risas en todas partes. Esto era totalmente esperable pero aún así me sorprende que acepté estar aquí.
Es martes y, como buen comienzo de semana, estoy en el centro de las alianzas, rodeada de mis amigos y un gran número de estudiantes. Todos parecen disfrutar más que nunca.
—¡Vio, Vio, Vio! —grita Juanjo, mientras agita una banderita color verde limón, un tono horrible para estar por todas partes.
La camiseta que traigo puesta resaltaría en la noche, y con eso digo todo.
—Ya no se si quiero hacer esto —digo, con un poco de inseguridad.
La noche anterior me desvele, aprovechando la visita de Denna. Estoy tensa desde que desperté y le atribuyo el malestar a las pocas horas de sueño.
—Amiga, solo es una carrerita —dice Naiara, alentándome. Su energía me contagia un poco —¿Sí quieres hacerlo?
Miro una vez más hacia el frente y confirmo que, aunque no tengo ganas de participar, ya no puedo arrepentirme. No cuando estoy justo detrás de la linea de salida.
—Ya estoy aquí... —digo rendida, con la mejor actitud que puedo sacar. Naiara me sonríe.
"La carrerita" como la llama Naiara, es en realidad un recorrido muy corto; lo único que me tiene nerviosa es el shot que debo beber al comienzo. Antes de venir, me comí un sándwich, pero han pasado bastantes horas de eso. Pienso que tal vez la fatiga no es la mejor combinación con el contenido de ese vaso. De todas maneras, es un detalle que le omití a mis amigos, así que ellos simplemente están tras de mí animándome.
—¿Listos? —grita uno de los organizadores —¡Uno, dos, tres! —termina la cuenta, y todos los que estamos participando bebemos.
Siento el liquido caliente pasar por mi garganta y es el subidón de adrenalina que necesito para avanzar. Me uno a los demás en la carrera.
—¡Dale Vio! —grita Naiara.
Su voz es lo último que oigo con claridad porque en un mareo repentino, mis pies titubean y caigo al suelo.
***
Despierto confusa. Mi último recuerdo definitivamente no conlleva el estar acostada en una camilla bajo una luz fría y la mirada de una mujer sobre mi.
—Despertaste —me dice, acercándose a mi con cuidado —Sigue esta luz —indica la mujer mientras apunta mi rostro con una pequeña linterna. Yo sigo sus instrucciones aunque no entienda del todo que esta ocurriendo.
—¿Qué hago aquí? —pregunto confundida cuando se aparta de mí.
—Te desmayaste durante la carrera, y te golpeaste la cabeza —comienza a decir, y automáticamente toco mi nuca —No es grave —aclara, y eso me tranquiliza un poco —Igualmente te dejaré en observación.
¿Quedarme en observación?
—¿Es necesario si no es grave? —pregunto con la esperanza de librarme del aburrimiento que supone estar en enfermería.
—Solo será un rato —responde con mucha calma —Tus amigos siguen afuera. Si tú quieres los hago pasar.
Una charla con mis amigos probablemente haría el momento más ameno, pero la cabeza aún me retumba así que prefiero estar sola. La enfermera asiente y a los pocos segundos sale de la habitación, dejándome un par de indicaciones.