El tiempo pasó, y las batallas se sucedieron una tras otra. Cada enfrentamiento entre Optimus Prime y Megatron era más intenso que el anterior. Aunque sus ejércitos no podían saberlo, en cada choque de espadas y cañones, había una conexión invisible, una tensión que trascendía el odio.
Una tarde en las ruinas de Iacon, ambos líderes quedaron solos, después de que sus tropas se dispersaran por el campo. El cielo sobre ellos era de un gris metálico, reflejo de su mundo moribundo.
Optimus Prime: (jadeando, apoyando su espada en el suelo) "¿Cuánto tiempo más seguiremos haciendo esto, Megatron? Cada ciclo que pasa, Cybertron se apaga un poco más. Ninguno de nosotros ganará."
Megatron, aunque herido, se mantenía erguido con su característico orgullo. Una chispa brillante brotaba de su costado dañado, pero él apenas lo notaba.
Megatron: (con una mueca) "¿Rendirse ahora, Prime? No es propio de ti. Siempre has sido el que lucha hasta el final, el que no renuncia a la esperanza."
Optimus lo miró, agotado, no solo físicamente, sino emocionalmente. Llevaba siglos cargando el peso de su pueblo, de sus amigos perdidos, de un mundo que ya no era el hogar que conoció.
Optimus Prime: (con amargura) "No es cuestión de esperanza, Megatron. Es cuestión de sobrevivir... de salvar lo poco que queda. Pero tú nunca lo entenderás. Siempre has preferido la conquista, la destrucción."
Megatron: (suavizando el tono) "No me subestimes, Prime. Yo también quiero salvar Cybertron. Pero no creo que tu manera, esa obsesión con la libertad y la paz, funcione. Este mundo no necesita debilidad... necesita fuerza. Necesita a alguien que lo guíe con puño de acero."
Optimus Prime: "Y tú crees que eres ese líder."
Megatron: (con una risa amarga) "No soy ciego, Optimus. Sé que no soy perfecto. Pero en medio de esta guerra... tú eres lo más cercano a un igual que tengo. Y no solo eso... eres lo único que me mantiene en pie."
Optimus lo observó en silencio, notando la honestidad en sus palabras. Desde el inicio de su conflicto, había una atracción extraña, una especie de equilibrio que ambos aportaban. Sus ideales eran opuestos, pero eso era precisamente lo que los mantenía tan ligados.
Optimus Prime: (con un susurro) "¿Qué nos pasó, Megatron? Antes de la guerra, éramos hermanos. Trabajábamos por un mismo objetivo. Ahora somos sombras de lo que alguna vez fuimos."
Megatron: (acercándose lentamente) "La guerra cambió todo, Prime. Nos cambió a nosotros. Pero lo que siento... eso no ha cambiado."
El silencio entre ellos era pesado, pero cargado de una electricidad palpable. Optimus podía sentir la cercanía de Megatron, no como una amenaza, sino como algo más. La chispa que compartían, la misma que se alimentaba de la guerra, también era testigo de algo más profundo, algo que ninguno de los dos había permitido florecer.
Optimus Prime: (en voz baja) "No podemos seguir así, Megatron. Esta guerra… está destruyéndonos."
Megatron: (susurrando) "Lo sé. Pero si la guerra es todo lo que nos queda, entonces prefiero seguir luchando a tu lado. Prefiero la destrucción junto a ti que la paz en la soledad."
Optimus cerró los ojos por un momento, intentando contener lo que sentía. Sabía que en lo profundo de su chispa, Megatron tenía razón. Pero también sabía que no podían detenerse. No aún.
Optimus Prime: (con dolor) "Si seguimos, uno de los dos caerá, Megatron. Y sabes que no hay vuelta atrás después de eso."
Megatron: (con una sonrisa triste) "Si ese es nuestro destino, entonces lo acepto. Pero si caigo... quiero que sepas que siempre te he admirado, Optimus. Y siempre te he... amado, en mi propia manera retorcida."
Las palabras resonaron en el vacío entre ellos. Optimus sintió que algo se rompía dentro de él, una barrera que había mantenido durante tanto tiempo. Pero antes de que pudiera responder, una explosión resonó a lo lejos. Los Autobot y Decepticon restantes volvían a la batalla.
Optimus Prime: (con una mirada seria) "Esto aún no ha terminado, Megatron."
Megatron: (con una sonrisa desafiante) "No, Prime. Y quizás, en esta guerra interminable, encontramos la única verdad que realmente importa."
Ambos volvieron a alzar sus armas, sabiendo que, por ahora, su destino seguía siendo el combate. Pero en el fondo de sus corazones, entendían que había algo más que solo odio entre ellos. Había un lazo que, a pesar de la guerra, siempre los uniría.
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La batalla continuaba, pero en algún rincón de sus chispas, ambos líderes sabían que su historia aún no había llegado a su verdadero final.