El sol apenas se alzaba sobre las montañas cuando el sonido de las espadas resonaba en el patio de entrenamiento de Kaelos. Los soldados practicaban sus movimientos con la disciplina que caracterizaba al ejército del reino, mientras el aire fresco de la mañana traía consigo la fragancia del rocío y el eco lejano de los cuernos de guerra que alguna vez resonaron en esos campos.
Park Jimin, vestido con una ligera armadura de cuero, observaba con atención desde el borde del patio. Aunque había llegado a Kaelos como emisario de paz, su instinto de guerrero lo mantenía alerta. Había decidido aprovechar la mañana para observar a los soldados de Kaelos en acción, pero también para liberar parte de la tensión que cargaba desde su llegada.
—Veo que Everia no ha dejado de entrenar a sus donceles en el arte de la guerra —dijo una voz detrás de él.
Jimin se dio la vuelta y encontró a Min Yoongi de pie a unos metros de distancia, vestido con ropas sencillas, aunque su presencia era igual de imponente que cuando llevaba la capa real. Había una ligera sonrisa en sus labios, pero sus ojos oscuros mantenían esa intensidad que tanto inquietaba a Jimin.
—En Everia, la guerra siempre está cerca, aunque no se vea —respondió Jimin, manteniendo la mirada firme en Yoongi—. Un guerrero no puede permitirse olvidar eso.
Yoongi asintió lentamente, como si entendiera el peso de aquellas palabras mejor que nadie. A pesar de su exterior frío y distante, Jimin comenzaba a ver a través de las capas de armadura emocional que cubrían al príncipe de Kaelos. Había algo en él que hablaba de una lucha interna, algo que Jimin no podía dejar de notar.
—¿Y tú? —preguntó Yoongi, acercándose un poco más—. ¿Olvidas alguna vez la guerra?
Jimin soltó una leve carcajada, pero sin humor.
—Nunca —respondió, su tono sombrío—. La guerra es algo que nos persigue, incluso cuando tratamos de escapar de ella.
Hubo un momento de silencio, donde las palabras quedaron suspendidas en el aire. Yoongi, con las manos detrás de la espalda, estudió a Jimin con atención, notando la fatiga oculta en sus ojos. Sabía lo que era llevar el peso de un reino, la constante lucha entre lo que uno quiere y lo que debe hacer.
—Te vi entrenando esta mañana —dijo Yoongi—. Quizás te gustaría probar algo más... desafiante.
Jimin arqueó una ceja, intrigado.
—¿Es una invitación a un duelo, Príncipe Yoongi?
—Llamémoslo un ejercicio de confianza —respondió Yoongi con una ligera sonrisa en los labios, pero con el desafío claro en sus ojos.
Jimin no pudo evitar esbozar una sonrisa en respuesta. Había algo en la propuesta de Yoongi que lo atraía, como si este fuera un idioma que ambos comprendían a la perfección: el lenguaje de la espada.
—Acepto —dijo Jimin, tomando una de las espadas de entrenamiento que estaban apoyadas en una de las bancas del patio.
Yoongi hizo lo mismo, tomando una espada con calma antes de dirigirse al centro del campo. Los soldados alrededor se detuvieron por un momento, conscientes de lo inusual que era ver a su príncipe desafiado en un duelo. El silencio cayó sobre el lugar mientras Jimin y Yoongi se posicionaban uno frente al otro.
—Primero, las reglas —dijo Yoongi, levantando su espada—. Solo hasta la primera sangre.
—De acuerdo —respondió Jimin, levantando su espada en respuesta.
El aire entre ellos se cargó de tensión mientras ambos se observaban con detenimiento, buscando cualquier signo de debilidad. Jimin fue el primero en moverse, lanzándose hacia Yoongi con una velocidad que sorprendió a algunos de los soldados observando. Pero Yoongi lo bloqueó con facilidad, su espada moviéndose con precisión calculada.
—Rápido —dijo Yoongi, con una nota de aprobación en su voz.
Jimin sonrió de lado y volvió a atacar, esta vez con más fuerza. Sus golpes eran fluidos, como el agua, buscando abrir una brecha en la defensa de Yoongi. Pero el príncipe de Kaelos era tan impenetrable como su castillo. Cada golpe de Jimin encontraba una resistencia firme y calculada.
A medida que el duelo continuaba, la emoción en los ojos de ambos príncipes crecía. Este no era solo un enfrentamiento físico, era un juego de mentes. Cada ataque de Jimin era una pregunta, y cada defensa de Yoongi una respuesta. Pero en ese intercambio, algo más profundo comenzaba a formarse, una conexión que iba más allá de las espadas que chocaban.
Finalmente, Jimin encontró una apertura y lanzó un corte bajo, apuntando a las piernas de Yoongi. Fue un movimiento astuto, y aunque Yoongi logró bloquearlo parcialmente, la hoja de Jimin rozó su brazo, dejando una pequeña línea roja de sangre.
El duelo se detuvo.
Jimin, jadeando ligeramente, bajó su espada mientras Yoongi miraba la pequeña herida en su brazo. No era profunda, pero era suficiente para marcar el fin del duelo.
—Primera sangre —dijo Jimin, con una sonrisa triunfante.
Yoongi lo observó durante un momento, y luego, inesperadamente, esbozó una sonrisa.
—No está mal, guerrero de Everia. No está mal en absoluto.
El silencio en el patio se rompió con algunos murmullos sorprendidos de los soldados. Yoongi rara vez se veía tan relajado, y menos aún después de un duelo.
Jimin inclinó la cabeza ligeramente, en un gesto de respeto.
—Un duelo no es solo sobre quién es más fuerte, sino sobre quién puede adaptarse más rápido —dijo Yoongi, guardando su espada—. Has demostrado que eres más que capaz en ambas cosas.
Jimin sintió el reconocimiento en las palabras de Yoongi, pero también percibió algo más: una sensación de respeto mutuo que se había formado entre ellos. No solo como príncipes de reinos rivales, sino como hombres que comprendían el peso que cada uno cargaba.
—Creo que nuestras conversaciones de hoy serán interesantes —dijo Yoongi, girándose para volver al castillo—. Pero ten por seguro, Jimin, que no bajaré la guardia tan fácilmente en la mesa de negociaciones.
Jimin lo siguió con la mirada mientras se alejaba, una sonrisa aún jugando en sus labios. El duelo había sido solo el comienzo, pero sabía que lo que vendría después sería mucho más desafiante.
Mientras caminaba hacia sus aposentos para prepararse para las negociaciones, no pudo evitar pensar en lo extraño que era encontrar a alguien como Yoongi, alguien que lo comprendía de maneras que ni él mismo podía explicar. Y aunque la guerra y la política los rodeaban, algo más estaba empezando a germinar entre ellos.
Un vínculo peligroso, pero innegablemente real.
ESTÁS LEYENDO
Reinos de Pasión
Fanfiction"Reinos de Pasión", un relato donde los corazones desafían el orden establecido y la búsqueda de la verdad se convierte en la mayor aventura de todas. En un mundo de sombras y luces, el destino aguardaba en cada rincón, listo para ser descubierto, m...