Las campanas del castillo de Kaelos resonaban por todo el valle, anunciando la llegada de la caravana de Everia. Los estandartes coloridos ondeaban en el viento, destacando como una mancha vibrante en medio de los tonos grises y apagados de las montañas. Los soldados de Kaelos, con armaduras oscuras y lanzas erguidas, miraban en silencio mientras los caballos avanzaban, sus cascos resonando sobre el suelo de piedra del patio.
Desde las altas ventanas de su alcoba, el príncipe Yoongi observaba en silencio la llegada de la comitiva. Sus ojos seguían la figura que encabezaba la procesión: Park Jimin, el doncel guerrero, montado sobre un imponente corcel blanco, vestido con ropas de cuero oscuro que marcaban su figura esbelta y poderosa. No era la imagen de delicadeza que muchos describían, pensó Yoongi. El príncipe de Everia parecía hecho de acero y fuego.
—Ya está aquí —dijo Baekhyun desde la puerta, irrumpiendo en sus pensamientos.
—Lo veo —respondió Yoongi sin apartar la mirada de la escena—. Más pronto de lo que esperaba.
—Jimin no es conocido por seguir los ritmos de los demás —dijo Baekhyun con una sonrisa ligera—. Siempre ha sido impredecible.
Yoongi se dio la vuelta y miró a su consejero, quien lo observaba con una mezcla de preocupación y expectación.
—Entonces será interesante ver cómo maneja esto —dijo Yoongi, con un tono casi indiferente—. ¿Todo está listo?
—Todo está listo —respondió Baekhyun—. El Consejo se reunirá al atardecer para dar la bienvenida oficial. Hasta entonces, tendrás tiempo para evaluar a nuestro... invitado.
Yoongi asintió, tomando un respiro profundo antes de caminar hacia la puerta. La frialdad habitual en su rostro ocultaba cualquier atisbo de duda o emoción. Sabía que este encuentro era crucial para el futuro de Kaelos, y no podía permitirse cometer errores. Pero algo en la llegada de Park Jimin lo inquietaba, como si una fuerza invisible ya estuviera empezando a empujar los hilos del destino.
En el gran salón del castillo, las luces de las antorchas titilaban, proyectando sombras largas sobre las paredes de piedra. El ambiente estaba cargado de una expectación palpable mientras la comitiva de Everia aguardaba la llegada del príncipe de Kaelos. Jimin, de pie junto a sus guardias, mantenía una postura serena, pero sus ojos observaban con atención cada detalle. Sabía que este lugar, aunque imponente, también escondía peligros, y no solo los que se veían en las frías lanzas de los soldados.
El sonido de las puertas abriéndose resonó en la sala, y todos los presentes se giraron para ver a Min Yoongi entrar. El príncipe de Kaelos caminaba con paso firme, su figura envuelta en una capa negra que ondeaba tras él. Su rostro, tallado por años de estrategia y liderazgo, era un enigma, pero sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que hizo que el corazón de Jimin latiera un poco más rápido.
Los dos se encontraron en el centro de la sala. Jimin inclinó la cabeza en un gesto respetuoso, aunque mantuvo la mirada fija en Yoongi, buscando una señal, una grieta en la fachada impenetrable de su homólogo.
—Príncipe Min Yoongi —saludó Jimin, su voz suave pero firme, resonando en el salón—. Es un honor estar en Kaelos.
Yoongi lo observó durante unos segundos, midiendo cada palabra, cada gesto. Sabía que este no era solo un encuentro formal; era el inicio de una partida compleja, donde cada movimiento podría determinar el futuro de sus reinos.
—El honor es mutuo, Guerrero Jimin de Everia —respondió Yoongi, inclinando la cabeza ligeramente—. Espero que el viaje haya sido seguro.
—Sin contratiempos —respondió Jimin con una leve sonrisa, sin desviar la mirada.
Hubo un breve silencio, cargado de una tensión casi tangible. Los guardias y sirvientes observaban con cautela, conscientes de la importancia de este primer encuentro. Mientras ambos se mantenían de pie frente al otro, el ambiente en la sala parecía volverse más denso, como si el aire mismo reconociera la magnitud del momento.
—Espero que nuestro encuentro sea tan fructífero como lo han sido los esfuerzos de nuestros reinos en mantener la paz —dijo Yoongi, su tono perfectamente controlado, pero con un filo subyacente que no pasó desapercibido para Jimin.
—La paz siempre es nuestro objetivo común —respondió Jimin—, aunque a veces los caminos para alcanzarla sean complicados.
Yoongi no pudo evitar notar la sutileza en las palabras de Jimin. Estaba claro que el doncel de Everia no solo era un guerrero formidable, sino también alguien hábil con las palabras. Un adversario digno en más de un sentido.
—Bien —dijo Yoongi finalmente, rompiendo la tensión—. Esta noche te alojarás en el ala este del castillo. Mañana comenzaremos las negociaciones oficiales.
Jimin asintió, agradecido por el tiempo de descanso después del largo viaje. Pero algo en la mirada de Yoongi le decía que las verdaderas negociaciones ya habían comenzado, aunque no en los términos habituales. Algo profundo, algo que iba más allá de los tratados y las alianzas, ya se estaba gestando.
Cuando Yoongi se giró para retirarse, Jimin lo observó con atención. No era lo que había esperado, pero eso no era malo. Si algo había aprendido en su vida, era que las sorpresas a menudo traían consigo oportunidades. Y en ese momento, mientras los ecos de los pasos de Yoongi se desvanecían en la sala, Jimin sabía que su destino y el de Kaelos ya estaban entrelazados.
Esa noche, mientras las estrellas se alzaban sobre el cielo despejado de Kaelos, Yoongi se encontraba de pie en la misma torre desde la que había observado la llegada de la comitiva. Su mente, que siempre había sido un bastión de lógica y estrategia, estaba ahora inquieta. Las palabras de Jimin resonaban en su cabeza, su voz, firme pero contenida, había dejado una impresión que no podía ignorar.
Sabía que el Guerrero de Everia no era un rival fácil, ni en el campo de batalla ni en el arte de la política. Pero había algo más en él, algo que Yoongi no podía nombrar, pero que lo atraía de una manera extraña e incómoda.
Mientras el viento helado barría el castillo, Yoongi se preguntó qué cambios traería esta alianza. ¿Sería una simple negociación política o algo mucho más profundo? Al fondo, en el ala este del castillo, el príncipe Jimin también contemplaba las estrellas, preguntándose qué le deparaba su encuentro con el frío príncipe de Kaelos.
La danza había comenzado. Yninguno de los dos podía prever a dónde los llevarían sus próximos pasos.
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Reinos de Pasión
Fanfiction"Reinos de Pasión", un relato donde los corazones desafían el orden establecido y la búsqueda de la verdad se convierte en la mayor aventura de todas. En un mundo de sombras y luces, el destino aguardaba en cada rincón, listo para ser descubierto, m...