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Ella me pidió que me casara con ella... aquí en Las Vegas. En un barco pirata.
Mi mente todavía estaba dando vueltas sobre eso mientras la hacía girar después de decir que sí con voz de pirata. Nunca nos vi casándonos en una iglesia o algo grandioso, mucho menos tradicional. Tampoco esperaba que nos casáramos en Las Vegas, pero sonó divertido y diferente, además ella estaba muy emocionada por ello. ¿Cómo podría decirle que no?
Ella iba a ser mi esposa. Mi hermosa Isabella, que estaba tan feliz que tenía lágrimas brillando alrededor de sus lentes de contacto rojos, lentes que usaba para que yo no fuera el única que se destacara.
"Te amo mucho, Isabella", murmuré cuando ella salió del baño.
"Y yo te amo más, Jasper".
Se había refrescado y se había maquillado para nuestra noche en el casino. Cambió su blusa por algo que se envolvía alrededor del costado, enfatizando su pecho. Rápidamente corrí hacia ella y pasé mi dedo por su esternón, apreciando la vista.
"Eres tan jodidamente sexy", gruñí.
"Usted no se queda atrás , señor", dijo y desabrochó un par de botones de mi camisa antes de arremangarme. Podría haberlo hecho yo mismo, pero fue mucho mejor que ella me ayudara a prepararme.
Unos minutos más tarde salimos de nuestra habitación y nos dirigimos hacia el Mirage. Era una noche fresca e Isabella trajo consigo su chaqueta de cuero negra, se parecía a mi moto solo que era más por estilo que por seguridad.
"Jasper, estaba pensando, aún no has conseguido una moto de reemplazo".
Besé su cabello y sonreí. "Estaba pensando en cómo se parece tu chaqueta a la de moto. Si tuviera uno, ¿querrías seguir viajando conmigo?
Ella asintió. "Me gustaría. Preferiría esperar hasta más tarde para viajar sola. Ese incidente en Washington me asustó muchísimo, pero sé que me mantendrás a salvo".
