t h r e e

112 12 0
                                    


── t h r e e ──

El juego estaba apunto de comenzar. Era Hufflepuff contra Slytherin y los estudiantes estaban más que emocionados por ver ganar su casa y hacer trizas al contrincante. Slytherin en su mayoría quería ver esto. Los tejones solo querían ganar.

Gwen había encontrado a duras penas un asiento con buena vista hacia el campo de quidditch. Justo en la línea de la separación entre las dos casas. No estaba de humor para soportar a los Slytherin y sus gritos y burlas. Así que se levantó para irse, pero se arrepintió al ver que no había otro asiento libre. Por lo que bufó y se volvió a sentar observando con una mueca el campo.

Por otro lado, Riddle caminaba con Malfoy y Nott en busca de asientos, apartando a muchos de sus caminos para poder pasar. No les interesaba en lo absoluto los demás, solo querían encontrar una maldita silla para ver su juego. Ellos debían estar jugando también, de no ser por las incontables peleas que Mattheo se había metido y Malfoy y Nott trataban de defender a su amigo. Claro que a los profesores no les fue de su agrado saber aquello, así que los castigaron.

En fin, no les quedó de otra que sentarse en la línea de la separación de las casas. Malfoy dio la idea que molestar a los tejones cuando ganarán, así que a los mejores amigos les agradó la idea. Y a Mattheo se le formó una sonrisilla maliciosa al ver a la joven Parker ahí. Corrió al ver un asiento libre junto a ella.

—Vaya, qué suerte la mía. —comentó él con una sonrisa burlona—. Nunca pensé que tendría el honor de sentarme al lado de mi mayor fan.

Gwen se giró de inmediato a verlo con el ceño fruncido. ¿Y este qué?

—No te creas tan importante. —le respondió ella, girando hacia el campo—. Estoy aquí por el partido, no por ti.

Mattheo la miró con el ceño fruncido, observando que ella simplemente le echo una mirada no tan larga. Que estaba dispuesta a ignorarlo todo el juego, pero Mattheo Riddle no era de dejar las cosas sin terminar.

—Qué gusto verte también, siempre tan simpática. —habló él de nuevo, estirando las piernas con despreocupación.

—Cualquier día que no te vea es un buen día. —murmuró Gwen, mirando hacia el campo, decidida a no prestarle atención.

—¿Qué pasa? —preguntó Mattheo, inclinándose un poco hacia ella, atravesando su cabeza por la bajita pared que los separaba—. ¿Estás molesta porque sabes que tu equipo va a perder? ¿O porque, como siempre, no puedes resistirte a la oportunidad de estar cerca de mí?

Gwen lo miró con una mezcla de incredulidad y furia. —No te confundas. Si tuviera otra opción, estaría a kilómetros de aquí. Eres como una espina clavada en el costado.

—Qué poética —se burló él, sonriendo de lado—. Aunque me parece que disfrutas más de nuestra compañía de lo que quieres admitir. Siempre que estamos juntos, parece que no puedes dejar de hablarme.

—Eso es porque nunca dejas de decir tonterías. No te quedas callado ni un segundo —replicó ella, sintiendo cómo la irritación empezaba a escalar.

—Es que te molestas tan fácil, es irresistible. No puedo evitarlo —dijo él con una risa suave, como si realmente encontrara todo esto entretenido.

Gwen suspiró con frustración, deseando que el partido comenzara de una vez. Pero él no paraba de mirarla ni un segundo. Mattheo sabía que con eso la molestaría más. Aunque Gwen no dijo nada más ni hizo otra cosa tampoco.

Entonces el partido empezó, Hufflepuff llevaba la delantera y logró anotar varias veces. Slytherin no se iba a dejar ganar por los tejones y logró anotar el doble de lo que los Hufflepuff pudieron. Cosa que alegró a los de la casa de las serpientes y fastidió a la de los tejones al tener que recibir las burlas por parte de los Slytherin.

—Ah, Parker, ¿ya te vas? —dijo Mattheo con una sonrisa arrogante, acercándose a ella desde atrás—. Pensé que tal vez te gustaría quedarte a ver lo que es ganar un partido. Digo, para que aprendas algo para la próxima.

Gwen rodó los ojos, pero no se giró. —En serio, ¿otra vez? ¿No puedes disfrutar tu victoria en paz sin molestarme?

Mattheo se dejó caer en el asiento vacío a su lado, mirándola con esa típica expresión divertida. —Vamos, es mucho más entretenido cuando te molestas. Además, sé que te encanta discutir conmigo.

Ella se levantó de golpe, cruzando los brazos. —Estás delirando si crees que disfruto esto. Eres como un mosquito que no se puede espantar.

—¿Un mosquito? —Mattheo sonrió, claramente disfrutando del apodo—. Me parece que soy mucho más memorable que eso. Admito que soy persistente, pero, ¿mosquito? Eso es un poco mezquino.

—Sí, porque ser humilde no es lo tuyo —respondió Gwen, sintiendo cómo el calor de la rabia le subía por el cuello—. Tienes que pavonearte cada vez que ganas, como si fuera la única cosa que te define.

—¿Y qué hay de malo en disfrutar una victoria? —replicó él, encogiéndose de hombros—. Mira, sé que tu equipo no tiene muchas razones para celebrar últimamente, pero tal vez si apoyaras a un equipo con más talento, no estarías tan amargada todo el tiempo.

Ella lo miró con los ojos entrecerrados. —¿Amargada? No estoy amargada. Estoy molesta porque me arruinas el día cada vez que abres la boca.

—Vaya, si cada vez que abro la boca te afecta tanto, tal vez eso dice más de ti que de mí —respondió Mattheo, acercándose un poco con esa sonrisa de suficiencia.

—No, dice que tienes un talento increíble para ser insoportable —murmuró Gwen, con los brazos aún cruzados. Sentía cómo la tensión entre ellos iba creciendo, pero ninguno de los dos se movía.

Mattheo se echó a reír, divertido. —¿Insoportable? Vamos, Parker. Si fuera tan insoportable, no estarías aquí discutiendo conmigo. Lo estás disfrutando tanto como yo.

—¿Disfrutando? —repitió ella, dando un paso hacia él, lo suficientemente cerca como para que se miraran a los ojos—. Lo único que disfruto es imaginar cómo será la próxima vez que tu equipo pierda. Porque, créeme, cuando eso pase, no me voy a quedar callada.

—Oh, estoy seguro de eso —dijo Mattheo, inclinándose un poco más cerca, sus ojos brillando con ese desafío que ella conocía tan bien—. Pero por ahora, el marcador está a mi favor. Así que, ¿por qué no disfrutas un poco de mi victoria?

Gwen lo miró fijamente, sintiendo cómo la irritación burbujeaba justo debajo de la superficie. Pero había algo más, algo que no podía negar. La tensión siempre estaba ahí cuando discutían, flotando entre ellos, y por alguna razón, ninguno parecía dispuesto a romperla.

—Sabes qué —dijo finalmente Gwen, con una pequeña sonrisa desafiante—. Disfrútalo mientras puedas, Mattheo. Porque cuando llegue el próximo partido, seré yo quien te haga tragarte cada una de tus palabras.

Mattheo soltó una risa suave, claramente encantado. —Eso me suena como una promesa. Espero que lo intentes, Parker. Me encanta cuando me das pelea.

Ella apretó los labios, intentando ocultar la mezcla de frustración y diversión que sentía. Con un último vistazo despectivo, se dio media vuelta para irse, pero no pudo evitar sentir el calor de su mirada siguiéndola mientras se alejaba. Lo odiaba, sí... pero, maldita sea, Mattheo sabía cómo meterse bajo su piel, y eso era algo que no podía ignorar.

𝘿𝘼𝙉𝙂𝙀𝙍𝙊𝙐𝙎 𝙂𝘼𝙈𝙀 ; mattheo riddle Where stories live. Discover now