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Finalmente, después de un año de tensión constante, Max decidió que no podía más. Sabía que debía ponerle fin a la relación antes de que lo destruyera por completo.
—Esto no está funcionando, Checo. Necesito que entiendas que no podemos seguir juntos —le dijo una noche, después de otra discusión que lo había dejado agotado emocionalmente.
Sergio, sin embargo, no lo aceptó. Su respuesta no fue la que Max esperaba.
—No me puedes dejar —dijo Sergio con una calma que resultaba inquietante—. No tienes idea de lo que seré capaz de hacer si lo haces.
Max intentó ser firme, pero esas palabras lo paralizaron.
El miedo que había sentido en los últimos meses se materializó en esa amenaza. Así que, en lugar de cortar los lazos por completo, Max optó por la retirada silenciosa.
Se fue alejando lentamente, tratando de reconstruir su vida sin el control constante de Sergio.
Sin embargo, Sergio nunca lo dejó ir. Empezó a aparecer en los lugares donde Max estaba, enviándole mensajes constantes, llenos de reproches, hasta el día en la cafetería, donde Max supo que su pasado con Sergio lo seguiría siempre.
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