Couple Goals

Capítulo 1: Bianca

BIANCA

―¡No entiendo cómo pudieron hacer eso!―expresé, indignadísima ¿Cómo se atrevían a matar a mi personaje favorito de Grey's Anatomy?― No tiene sentido.

―Como casi todas las muertes que ocurren ahí. ―respondió Ciara Lowell, mi mejor amiga― Me parece increíble como no te has spoileado cuando esa serie tiene mil años.

Mi costumbre era ver series viejas y emocionarme como si fueran actuales. Por lógica, no tenía a nadie con quien discutirlas porque los fandoms online de las mismas estaban más muertos que mis ganas de aprender matemáticas. Por suerte podía desahogarme con Ciara, quien a menudo se burlaba de mi dramático reaccionar.

―Ya quiero que sea sábado por la noche. ―mi amiga descansó su espalda en el respaldo del extenso asiento y paseó su mirada por el restaurante. La suave corriente de viento del aire acondicionado que corría dentro del local meció ligeramente sus pequeños rulos. Siempre pensé que era muy hermosa y por esa razón, sumado al hecho de que era sociable, tenía una importante influencia dentro de las redes y casi todo el campus la conocía. En mi caso, yo la conocía desde antes de la "fama" y viví todos sus fracasos por tener un canal conocido en Youtube. Lo suyo en realidad era TikTok― Quiero ver a Patrick. ―comunicó quejosa y yo hice una mueca.

―No entiendo cómo te puede gustar ese ¿No había uno más bobo?―dije burlona, provocando que soltase un ceño fruncido― ¡Es broma! No es tan bobo...―apoyé mis codos en la mesa que nos separaba y recargué el rostro en mis manos― si lo miras con un ojo.

―Ni que tu novio tuviera el cerebro de Albert Einstein.

―No es mi novio. ―le saqué la lengua― Y no, la verdad no lo tiene. Es bobo pero a otro nivel.

A Thomas lo quería muchísimo y sé que bromear así podría dar a entender que no significaba tanto para mí pero de en serio era todo lo contrario. Aún así no iba a defenderlo tanto y existía una razón detrás de ello.

Estaba molesta. A mí parecer las cosas entre nosotros iban super lentas, me enojaba porque la culpa era mía o así lo percibía yo. Bien, Thomas no era ningún santo, pero yo acepté lo que me ofreció. Se construyó un lugar tan valioso en mi corazón que no podía alejarme del vínculo como si nada.

Solo esperaba que el sábado la situación tomase un rumbo más alentador.

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La universidad de Riverview era hogar de cientos y cientos de estudiantes, si digo un número en concreto, les miento, pero había mucha gente y todos con diferentes trasfondos. Aquello último me parecía fascinante, existe algo atrayente en ver cómo los seres humanos poseemos distintas peculiaridades. Sin embargo, los edificios pertenecientes a las distintas facultades eran, en definitiva, lo que más llamaba mi atención. Cuando conocí el extenso campus, me fue inevitable no quedarme embobada con la bella arquitectura que me rodeaba y nunca me cansaba de verla a diario, sin importar el clima.

Mi horario favorito para pasearme era por la noche, por lástima podía hacerlo una vez a la semana o en los días de descanso, ya que el resto de mis clases arrancaban a las siete de la mañana y yo necesitaba dormir temprano. Era inhumano levantarme a esas horas, pero me permitía organizar mejor mi vida y ser más productiva. Con mi pobre capacidad para administrar mis tiempos, no me convenía tener clases pasadas las tres de la tarde, me conocía y sabía que acabaría estresándome, lo que me llevaría a abandonar la carrera. Y hacer tal cosa iba a provocar que mi familia me desheredase sin pensárselo ni un segundo. Después de todo, gracias a sus esfuerzos logré conseguir lugar dentro de Riverview.