06.

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Tony:

Despierto aturdido y miro el claro de mi habitación, estoy recostado en nuestra habitación, pero Steve no está a mi lado como de costumbre.

Me siento al borde de la cama frotándome la cara. El silencio que alberga nuestra alcoba solo me da la sensación de que, lo que ha sucedido antes solo fue una pesadilla. Una pesadilla que nadie quiere tener.

Me tomo el pecho aliviado. Me pongo de pie y camino por la casa, notando algo diferente en ella. Una vibra que antes no estaba aquí, pero me llena el alma de calidez.

Mis pies me dirigen al pequeño jardín que existe detrás de nuestra casa, pero este jardín tiene flores brotando de sus botones. El jardín era un proyecto que teníamos que empezar hace algunos meses atrás, así que fácilmente me doy cuenta de que estoy soñando. Porque este proyecto fue el primero que desechamos cuando me quede sin empleo. Y el jardín que estoy viendo ahora no se parece en nada al desastre que era en realidad.

Esta decorado con un camino de piedras, macetas de todos tamaños. Incluso hay un pequeño techo del que caen enredaderas de flores nacientes. El sueño alberga colores pasteles en el cielo y las flores vibran en tonos intensos.

Entonces ahí lo veo, tomando algo del suelo. Steve me mira y sonríe. Hace un gesto con la mano para que me acerque. Sin perder mucho el tiempo camino hacia él.

Cuando estoy al frente suyo, me sujeta la mano y en ella pone el botón de una rosa. Esta se abre y se extiende por mi mano, me cautiva el color intenso de cada pétalo, sobre todo me embarga un sentimiento nuevo.

Hay amor y afinidad por la rosa. Le doy una vista rápida a Steve que solo asiente y pasa su brazo por mis hombros, abrazándome, luego me toma la mano con la que sostengo la rosa, ambos contemplamos la pequeña rosa y me siento completo y vivo.

Algo dentro de mí se siente lleno y con una fuerza que no puedo controlar.

—Despierta... —me susurra Steve al oído. Apretando mis hombros con cautela. Entonces me alejo del jardín y todo se vuelve un fondo negro. Me encuentro solo y al fin abro los ojos.

La realidad desazona el lindo sueño que he tenido. Steve me aprieta los hombros con suavidad.

—Despierta, hemos llegado... —me susurra al oído.

—¿Cuánto tiempo dormí? —le pregunto, relamiendo mis labios. Los sentí agrietados y nuevamente ese gusto a cobre se expandía por toda mi boca.

—Creí que estabas invernando... —dijo él, con una sonrisa media en el rostro.

—Lo siento... —digo, estirándome en el asiento.

El vagón está semi oscuro, las luces tintinean como si estuvieran a punto de encenderse o apagarse. Apenas me doy cuenta de que, el día está llegando a su fin.

—¿Qué ocurre?

Steve me mira y sonríe apenas. De su chaqueta saca un envase de yogurt y unas cuantas galletas de otro bolso.

—Solo quería darte de comer... No has almorzado y no sabemos cuándo el tren dejará de moverse.

Lo miro a los ojos y sé que él advierte lo que estoy a punto de preguntar.

—Ya he comido. He dejado la mitad de las galletas para ti.

—¿De dónde las sacaste? —digo, metiéndome una galleta en la boca. El sabor del chocolate anula el cobre que siento en la boca.

—Bruce, me las dio. Él dice que quizá te sientas un poco mareado porque no has comido.

Me sorprende un poco al escucharlo, pero agradezco su amabilidad.

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⏰ Última actualización: Oct 25 ⏰

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