Capítulo 12.- ¿Ahora eres feliz?

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Al finalmente llegar frente a las murallas que protegen Lindovia, pude ver lo imponente que lucían, y casi de inmediato fuimos vistos por un cuerpo armado de guardias, vigilando todas las entradas a la ciudad, que vendrían siendo cuatro, puestas de tal manera que coincidan con los puntos cardinales.

La caravana avanzó con calma hacia los guardias, Ethan y yo íbamos junto a la cabeza de la caravana, dónde están Marcus y su familia. Los elfos por su parte están un poco más alejados conversando entre ellos, supongo que sobre temas personales, no puedo estar segura a esta distancia.

Uno de los guardias más altos, probablemente el líder, dio un paso adelante con una mirada seria, evaluándonos minuciosamente, o al menos eso parece. Es un hombre de rostro severo, con barba bien cuidada y una cicatriz que cruza su rostro. Con una postura firme que indica que es una situación a la que está acostumbrado,

—¡Alto! —Ordenó el guardia, alzando una mano para llamar nuestra atención.

Los guardias a su alrededor alzaron sus armas, bloqueando el camino. No parecen agresivos en realidad, pero parece que quieren intimidarnos un poco.

Ethan, acostumbrado a esta situación, se detuvo e indico al resto del grupo que hiciera lo mismo.

—¿Cuál es su propósito en Lindovia? —preguntó el capitán, mirando tanto a Marcus como a los elfos, antes de mirar a Ethan y detenerse unos segundos en mí.

Marcus fue el primero en alzar la voz, como si quisiera alejar su atenta mirada de mí.

—Mi nombre es Marcus Halder, líder de esta caravana —dijo con tranquilidad—. Venimos a cumplir con un encargo, y traemos mercancía para comerciar en la ciudad. Todos los permisos están en regla.

Marcus extendió varios documentos hacia el guardia, quién los tomó y revisó cuidadosamente.

—De acuerdo, pueden pasar —declara regresando los papeles a Marcus, los guardias desbloquearon el camino.

Una vez que todos pasaron, volvieron a cerrar el camino.

—En nuestro caso, vengo a cerrar un trato con los miembros del consejo —declara mientras hace aparecer un pergamino.

Nuevamente lo revisa con cuidado y los deja pasar, tras lo cual finalmente su mirada se posa en Ethan y posteriormente, en mí.

—¿Piensa entrar con 'eso' a la ciudad? —pregunta el guardia con cierta frialdad, sus ojos se detienen en mis cuernos y alas.

Pude notar que Ethan comenzó a enfadarse, por lo que le di unos golpecitos en su espalda, antes de bajarme del caballo y quitarme el gorro.

—¿Una híbrida? —preguntó con un evidente desagrado—. Lo dejaré pasar solamente por su reputación, pero esto no es algo que ocurra todos los días.

El capitán se cruzó de brazos y no titubeó ni siquiera ante la presencia del héroe, Ethan parecía molesto. Incluso comencé a pensar que si no nos apurábamos, comenzaría una pelea aquí mismo.

—Ethan, está bien, sólo déjalo —digo mirándolo a los ojos—. Solamente está haciendo su trabajo.

—Esa es una buena actitud, muchacha —declara el guardia—. ¿Cuál es tu nombre?

—Zakia —musito.

Al no nombrar ningún apellido, su mirada se puso algo sombría, pero no dijo más.

—Pueden pasar.

Con eso, volví a montar junto a Ethan para pasar por las puertas.

Una vez dentro, fuimos casi de inmediato rodeados por el bullicio de la ciudad. Las calles, de adoquines desgastados, están bordeadas por altos edificios de piedra, con tejados de tejas rojizas. Hay prácticamente un puesto diferente en cada esquina, cientos de aromas pululan por todo el lugar.

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