La mañana después de la fiesta, Gala se encontraba revisando unos documentos en la oficina cuando escuchó un golpeteo en la puerta. Al abrir, se encontró cara a cara con Gomita, quien tenía una sonrisa amplia y un brillo juguetón en los ojos.– ¿Qué haces aquí tan temprano? – preguntó Gala, intentando ocultar su sorpresa.
Gomita se encogió de hombros, apoyándose en el marco de la puerta.
– Pensé que te vendría bien un poco de distracción después de anoche. Quedó claro que te tienes muy ocupada, pero... – se inclinó, mirándola directamente a los ojos – ¿qué tal si hoy te tomas un tiempo para divertirte?
Gala, intentando mantener su profesionalismo, soltó una pequeña risa y negó con la cabeza.
– Sabes que no puedo. Tengo mucho trabajo – respondió con una media sonrisa.
– ¿Trabajo? O te estás escondiendo de mí... o de alguien más – replicó Gomita, entrecerrando los ojos en un gesto travieso.
La actitud de Gomita hizo que Gala desviara la mirada, incómoda. Sabía que si alguien más la veía interactuando así con una huésped, podría meterse en problemas. Sin embargo, antes de que pudiera responder, una voz conocida resonó desde el pasillo.
– ¿Interrumpo? – preguntó Karime, cruzando los brazos mientras las miraba con una expresión seria.
Gala y Gomita se giraron hacia ella, y Gomita, lejos de sentirse intimidada, se mantuvo firme, dedicándole una sonrisa provocadora a Karime.
– ¿Celosa, Karime? – preguntó Gomita, entre risas.
Karime bufó, fingiendo indiferencia, pero su mirada traicionaba un leve destello de celos.
– No tengo nada de qué estar celosa, solo me sorprende ver a Gala... tan ocupada – respondió, dirigiendo una mirada desafiante hacia Gala.
Gala, sin saber cómo salir de la situación, intentó calmar la tensión.
– Solo hablábamos de temas triviales – explicó, intentando que su tono sonara casual. – Gomita estaba a punto de irse, ¿verdad?
Gomita, no dispuesta a ceder tan fácil, se acercó a Gala y le dio una palmadita en el hombro.
– Sí, pero no te preocupes. Nos veremos más tarde – dijo, lanzando una mirada hacia Karime antes de irse, dejando a ambas en un incómodo silencio.
Más tarde, en el área de la piscina...
Gala había intentado concentrarse en sus tareas el resto del día, pero no podía evitar recordar la escena con Karime y Gomita. Sentía que su vida, normalmente tranquila y ordenada, se había convertido en un torbellino de emociones que no entendía del todo.
Estaba revisando el área de la piscina cuando escuchó un par de pasos detrás de ella. Al darse la vuelta, vio a Karime acercándose con una expresión desafiante.
– Parece que últimamente tienes muchas distracciones – dijo Karime en un tono seco, aunque en sus ojos brillaba un toque de curiosidad.
Gala suspiró, tratando de mantener la calma.
– ¿Es en serio, Karime? No tengo nada que ver con Gomita. Ella solo es una huésped más – respondió, intentando desviar la conversación.
Karime la miró, claramente frustrada.
– Eso es fácil de decir, pero cada vez que está cerca de ti, te quedas callada. Nunca pensé que serías del tipo que se deja impresionar por coqueteos baratos.
La acusación de Karime sorprendió a Gala, y esta vez no pudo ocultar la molestia en su mirada.
– ¿Qué quieres decir con eso? – respondió Gala, sintiendo cómo su paciencia empezaba a agotarse. – Si te molesta tanto, entonces, ¿por qué no lo dices claro?
Karime frunció el ceño, incómoda ante la posibilidad de admitir lo que sentía.
– Solo digo que deberías pensar en quiénes merecen tu tiempo – respondió, desviando la mirada. – Aunque dudo que alguien como Gomita pueda darte algo de valor.
Gala, aún sorprendida por la actitud de Karime, decidió no responder. Sabía que algo estaba pasando entre ellas, pero también entendía que Karime no estaba lista para enfrentarlo. Sin embargo, la tensión entre ambas era innegable.
Briggitte, la mejor amiga de Gala, apareció con una sonrisa divertida.
– Vi la escena en la piscina. ¿Qué está pasando entre tú y Karime? Porque de lo único que se habla entre el personal es de ustedes dos – comentó, lanzando una mirada inquisitiva.
Gala suspiró, tratando de encontrar las palabras.
– Ni siquiera lo sé, Briggitte. Es... complicado. Parece que solo le gusta crear problemas, y cada vez que Gomita se me acerca, Karime aparece de la nada como si tuviera derecho a decirme qué hacer.
Briggitte soltó una carcajada y le dio un pequeño golpe en el brazo.
– Es porque le importas, aunque intente negarlo. Y sinceramente, creo que tienes más influencia en ella de lo que imaginas – dijo, guiñándole un ojo.
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Conexiones en la Costa | GARIME
Romance"¿𝘿𝙚 𝙚𝙣𝙚𝙢𝙞𝙜𝙖𝙨 𝙖 𝙚𝙣𝙖𝙢𝙤𝙧𝙖𝙙𝙖𝙨? 𝙦𝙪é 𝙘𝙤𝙨𝙖 𝙢á𝙨 𝙧𝙞𝙙í𝙘𝙪𝙡𝙖"